María Elena padece desde hace años fibromialgia y fatiga crónica, que le obligan a desplazarse en silla de ruedas. Además, tiene reconocido un 49% de discapacidad por el Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea. Con todo, y tras varios años de baja, la empresa para la que trabaja, Zaintzen, le obligó a reincorporarse a su puesto de trabajo como limpiadora en el colegio público Mendigoiti de Pamplona después de que el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) le haya negado la incapacidad permanente pese a su diagnóstico. Los dolores y su escasa movilidad le han impedido trabajar y, a falta de otras soluciones, se ha visto obligada a cogerse una excedencia hasta el 7 de enero, fecha en la que solicitará de nuevo la baja. Hasta entonces, estará sin cobrar.
“Es vergonzoso, he tenido que renunciar a mi sueldo por mi salud”, protesta María Elena. Un día antes de reincorporarse a su empleo y tras la presión sindical, su empresa le envió un mensaje de texto eximiéndola de ir a trabajar hasta que no recibiesen un informe de aptitud laboral del servicio de vigilancia de la salud empresarial. La alegría duró 24 horas. Al día siguiente, en otro SMS, Zaintzen le informó que habían recibido el informe, que señalaba que podía trabajar “con limitaciones”, y que debía regresar al trabajo. “Me dicen que trabaje dos horas de pie y que descanse cinco minutos sentada. ¿Cómo voy a hacer eso si no me puedo levantar de la silla de ruedas?”, denunció el jueves en la puerta del colegio.
Un informe médico de Osasunbidea de agosto de 2022 señala que la mayoría de sus diagnósticos son “de carácter crónico” y que le suponen “una limitación muy importante para la mayoría de actividades cotidianas”, así como “una convivencia con dolor de manera constante y una repercusión fundamental también a nivel emocional”.
Otro informe médico del 7 de noviembre de 2022 deja constancia de que “desde hace aproximadamente dos meses la paciente precisa, en relación a sus síntomas de base, de apoyo en silla de ruedas para desplazamientos superiores a 10-15 minutos caminando”. Además, estos dolores, sumados a la fatiga crónica que padece, le obligan a pasar gran parte del día tumbada en la cama.
Pese a ello, el INSS y el servicio de vigilancia de la salud empresarial consideran que es apta para trabajar, lo que ha llevado a María Elena a la situación límite de tener que renunciar a su sueldo y pedir una excedencia para priorizar su salud. El sindicato LAB ha puesto el caso de María Elena en conocimiento del Ayuntamiento de Pamplona, responsable del colegio en el que trabaja y que tiene subcontratado en servicio de limpieza a la empresa Zaintzen.