La Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional celebra las vistas de apelación en las que se estudiarán los recursos presentados por las defensas de los siete acusados de agredir a un teniente y un sargento de la Guardia Civil en un bar de Alsasua el pasado mes de octubre que fueron enviados a prisión.
La juez instructora Carmen Lamela procesó a Jokin Unamuno, Adur Ramírez, Aratz Urrizola, Julem Goicoechea, Jon Ander Cob, Iñaki Abab y Oihan Arnanz, junto a otros tres acusados Ainara Urquijo, Edurne Martínez y Aritz Urdargarín. Los primeros permanecen en prisión por un delito de terrorismo en concurso ideal de lesiones, atentado y odio.
Para el martes, un día después de las vistas en las que se estudiarán las peticiones de libertad, la titular del Juzgado Central de Instrucción número 3 ha citado a todos ellos para celebrar lo que se denomina declaración indagatoria, en la que serán informados formalmente de los delitos de los que se les acusa.
La magistrada impuso a cada uno una fianza de 6.000 euros y remitió al juez de menores la causa respeto a otros dos identificados que tienen menos de 18 años. Destacó que existen “motivos bastantes para afirmar con fundamento” que cometieron el delito.
La juez enmarca la agresión en las rutinas de “hostigamiento” a los agentes del Instituto Armado que impone el colectivo Ospa Mugimendua, al que pertenecen algunos de los detenidos, y que opera en el municipio navarro. “Todos conocían con anterioridad la condición de guardia civiles del teniente y el sargento, siendo ésta única y exclusivamente la causa por la que fueron insultados y golpeados”, dice.
Considera además que la campaña cuenta “con el apoyo de Bildu, Sortu y Ernai”. De hecho, concreta que en la localidad de Alsasua a este movimiento tuvo su origen en marzo de 2011, cuando se creó la denominada 'Comisión Antirrepresiva de Alsasua' que ha venido desarrollando diferentes actividades.
Rutinas de hostigamiento
El colectivo busca, según la juez, “influir en la vida de los miembros de la Guardia Civil para que se sientan objetivo de grupúsculos violentos y tengan dificultades para realizar sus actividades diarias, tales como realizar sus compras, disfrutar del tiempo libre con sus parejas o apuntar a sus hijos a actividades, instando a otros ciudadanos a evitar ningún vínculo afectivo con ellos”. Quien incumple estos preceptos “es tildado de afín al Instituto Armado y puede también convertirse en objetivo”.
Según el relato realizado por la titular del Juzgado Central de Instrucción número 3, el teniente y el sargento de la Guardia Civil se encontraban, de paisano y fuera de servicio, realizando unas consumiciones en el bar Koxka de Alsasua cuando, alrededor de las tres y cuarto de la madrugada entró en el bar uno de los detenidos acompañado de una menor y se dirigió al segundo para decirle que no tenía derecho a estar allí.
En este momento intervino el teniente, diciéndole que les dejara en paz, pese a lo cual insistió en su actitud. Entre tanto se fueron acercando entre veinte y veinticinco personas que les rodearon y comenzaron a amenazarles e insultarles con expresiones como “esto os pasa por venir aquí”, “tenéis lo que os merecéis”, “iros de aquí”, “hijos de puta”, “cabrones fuera de aquí”, “perros”, “putos pikoletos”, “txakurras”, “alde hemendik (fuera de aquí)” “utzi pakean” (dejadnos en paz), para a continuación “comenzar a golpearles”.
Los agentes y sus parejas intentaron entonces abandonar el bar y ya en la calle se encontraron con otro grupo de entre quince y veinte personas que junto con los anteriores continuaron insultándoles y golpeándoles hasta que llegaron los agentes de la policía foral, según la juez.