¿Más dinero en el bolsillo de la ciudadanía o en el de la institución? Este debate, habitual al hablar de políticas de derecha o de izquierda, se ha repetido este martes a raíz de la reforma fiscal aprobada por el Parlamento de Navarra, y que entrará en vigor con la llegada de 2015. UPN y PPN creen que la medida se queda corta, pero la han apoyado; la oposición ha considerado de forma mayoritaria que es “un error” que supondrá una pérdida de recaudación y, por tanto, más recortes; y, en medio, el PSN, promotor de esta reforma y vital con sus votos para que recibiera luz verde, ha defendido que se ha logrado con esta Ley Foral de reforma de la normativa fiscal el “equilibrio” necesario para incentivar la economía y mantener el (llamado) estado de bienestar.
La suma de UPN, PSN y PPN ha permitido avanzar en estos cambios, de ahí que desde el resto de los grupos se haya acusado al grupo socialista de haber cedido a la derecha, dado que el Gobierno Foral no pudo sacar adelante en octubre su propia propuesta, más ambiciosa para sus defensores y más “salvaje” para sus detractores. Sin embargo, desde el grupo socialista han argumentado que la clave de esta reforma fiscal, que finalmente se ha aprobado sobre la bocina en 2014 y a apenas cinco meses de las elecciones forales, no es tanto “con quién” lo hace como “para qué”. Por ello, cabe señalar aquí cuáles son las claves de esta medida, así como las críticas más recurrentes. Estas son las cuatro principales.
Los beneficiados, las rentas bajas y medias
La clave de esta reforma fiscal es que el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas baja al nivel de 2011. Una medida añadida es que se deflacta la escala un 3%, para así evitar que la inflación aumente la carga fiscal. Las rentas más altas, en cambio, no se deflactan. Por estas razones, el portavoz del PSN, Juan José Lizarbe, ha defendido en el Pleno del Parlamento de este martes que esta reforma fiscal beneficia “especialmente” a los trabajadores y trabajadores y logra “más equidad”. Desde Aralar, en cambio, Juan Carlos Longás ha puesto en duda su progresividad, puesto que, y en esto sí coinciden todos los grupos parlamentarios, la reforma fiscal supone menos impuestos para todos.
Menos impuesto de patrimonio
Es la otra cara de la moneda. Los grupos que han votado en contra de la reforma han recalcado que no solo baja el IRPF para las rentas bajas y medias, sino que también se limita la carga sobre las más altas. Por ejemplo, el tipo máximo impositivo (a partir de 300.000 euros) se reduce del 52 al 48%. Pero, además, también se limita el impacto del Impuesto sobre el Patrimonio, por ejemplo al pasar el mínimo exento de 311.023 euros a 800.000 euros y reducir la tarifa fiscal un 20%. Para Izquierda-Ezkerra, en palabras de su portavoz, José Miguel Nuin, eso supondrá una pérdida de unos 16 millones en la recaudación, mientras que el PSN ya insistió al presentar la propuesta en que se trata de una medida acorde con otras comunidades del entorno.
El Impuesto de Sociedades
Otra de las grandes novedades de esta reforma fiscal es el cambio en el Impuesto de Sociedades. Las pequeñas empresas (que facturan menos de un millón de euros) tendrán un tipo nominal que pasa del 20 al 19%, las medianas (de uno a diez millones) bajan al 23% y, por último, las grandes cambian el 30% por el 25%. Este último ha sido el punto más cuestionado por los opositores a la reforma, que se preguntan cuál era la necesidad de desahogar a las compañías más poderosas. Desde el PSN, por su parte, han defendido que es una forma de que Navarra siga siendo competitiva y que la medida asegura que nadie abone menos del 10%, donde se ha fijado el suelo mínimo efectivo. La excepción es para las empresas que, entre otras cuestiones, apuesten por la I+D: ahí será del 7%.
Menos recaudación, ¿más recortes?
La crítica más insistente de los grupos que han votado en contra de la reforma fiscal es que se traducirá en más ajustes. Izquierda-Ezkerra ya calculó en conferencia de prensa que el coste de esta reforma fiscal “no será inferior a 100 millones de euros”, por encima incluso de la anteriormente anunciada por el Gobierno Foral. Y eso en un momento clave, como ha apuntado el representante de Geroa Bai Manu Ayerdi, en que se necesita “no perder recaudación”. Esta pérdida supondrá, según el parlamentario de EH Bildu Maiorga Ramírez, “más recortes a los recortes”. En cambio, el PSN lo ha cuestionado, ha apostado por lograr un equilibrio y, además, por no quedarse de brazos cruzados en 2015 pese a la cercanía electoral.
UPN y PPN, por último, han reconocido que apoyan la reforma con dudas pero presionados por la necesidad de lograr un acuerdo que no dejara a Navarra en una situación impositiva diferente a la del resto del Estado. La parlamentaria popular Ana Beltrán, de hecho, ha situado la propuesta aprobada en Navarra en la línea de la realizada por el Gobierno de Mariano Rajoy. En cuanto al portavoz regionalista, Carlos García Adanero, ha defendido que impulsar una mejor política fiscal significa también lograr una mejor política social, gracias a “la creación de empleo”. Un debate filosófico pero que, a partir del próximo 1 de enero, se notará en los bolsillos de los navarros y navarras. Y, según los más críticos con la reforma, en los de la institución foral.