Faurecia ha vuelto este martes al trabajo. El acuerdo firmado entre CCOO y UGT con las multinacionales Faurecia y Lear ha puesto punto final a la huelga indefinida que afectaba a los 189 integrantes de la plantilla. ELA y LAB finalmente se han descolgado de ese pacto, por considerar que pone un punto final escalonado a la planta, que por el momento gana tiempo para evitar su cierre, que hasta ahora apuntaba a abril. Por el momento, su vida se prolonga hasta finales de 2016. Pero, ¿qué futuro espera a esta planta del municipio navarro de Burlada? Pese a las últimas tensiones entre los representantes sindicales, todos están de acuerdo en un punto: ahora hay que trabajar para que, a través del Gobierno Foral o un nuevo grupo inversor, se logre extender la vida de Faurecia más allá de 2016. Porque parece que está claro el interés de Faurecia-Lear por desprenderse de la fábrica.
El entorno de la planta, en un polígono industrial de Burlada, todavía luce pancartas reivindicativas. Ropa de trabajo colgada en cruces, pancartas que se oponen al cierre, mensajes colgados en el entorno de la ronda de Pamplona… Y, con todo, la plantilla ha vuelto al trabajo en sus turnos de mañana y tarde. La jornada continúa mañana, pero jueves y viernes habrá fiesta para así facilitar el regreso progresivo al trabajo. Al final, han sido semanas llenas de tensión, con un cierre que parecía a la vuelta de la esquina. Y, por ahora, esa pelota se ha lanzado hacia más adelante.
El Consejo de Administración de Industrias Cousin Freres anunció a comienzos de febrero su intención de bajar la persiana de la planta, dependiente de las multinacionales Faurecia (de origen francés) y Lear (EEUU), por su “no viabilidad”. En concreto, hablaron de la pérdida de proyectos importantes y falta de competitividad. Desde el Comité replicaron entonces que la planta navarra, con 40 años de historia, tenía al menos proyectos garantizados (con VW Navarra y Fiat) hasta 2016, y que ICF pretendía deslocalizarlos y enviarlos a Francia y Polonia.
Esta situación provocó una pelea de los 189 empleados y empleadas, que protagonizaron manifestaciones, llamaron a la puerta del Gobierno Foral para pedir su mediación e iniciaron una huelga indefinida el 13 de febrero. Todos los sindicatos integrados en el Comité (de nueve delegados, cuatro son de CCOO, uno de UGT, dos de ELA y otros dos de LAB) coinciden en que la respuesta del personal ha sido ejemplar. Y eso a pesar de que desde ICF siempre se insistió en que no veía “futuro” a esta fábrica navarra.
Esta falta de avances dio un giro la semana pasada, cuando, entre el jueves y el viernes, ambas partes lograron más sintonía para evitar el cierre inmediato de la planta y prolongar su actividad, al menos, hasta 2016. Para ello, CCOO y UGT firmaron un pre-acuerdo (y, por tanto, convertido en acuerdo) con los representantes de la planta, la firma de abogados Garrigues, que contemplaba una serie de importantes medidas con las que evitar salidas “traumáticas” de la fábrica, según apuntó el presidente del Comité de Empresa, Alfredo Sanz (CCOO). En este sentido, el secretario general de MCA-UGT, Lorenzo Ríos, está convencido de que “hemos logrado un acuerdo positivo para la plantilla, y el peor para una empresa que buscaba el cierre”.
Prejubilaciones, bajas incentivadas y recolocaciones
Por ejemplo, el acuerdo incluye prejubilaciones a partir de 55 años (a las que podrían acogerse 46 personas; y las condiciones, sobre todo del personal cercano a los 60 años, también han generado algunas dudas), bajas incentivadas con 40 días y un máximo de 36 mensualidades (la previsión es que dé ese paso en torno al 10% de la actual plantilla) y una serie de recolocaciones (80). Sobre estas últimas, algunas son en la cuenca de Pamplona (11 en Tecnoconfort), otras en Tudela (alrededor de 27), pero muchas en plantas de Valencia, Barcelona y similares, de ahí que fuentes de la plantilla duden de que haya personal interesado en utilizarlas. Estas propuestas fueron respaldadas finalmente este lunes por la asamblea de la plantilla: el 76,6% votó sí, un 21,1% no y cuatro personas lo hicieron en blanco.
La clave que ha generado tensión entre los sindicatos es que se plantea una reducción de la masa salarial en un 8% y de la plantilla, que pasaría a contar este año con 126 personas y 110 en 2016. Y, después, una bajada de persiana. Desde ELA anunciaron este pasado fin de semana que se oponían a este paso por considerarlo “un cierre por fases”. Desde el sindicato insisten en que, con lo ahora anunciado, no hay una posibilidad de que Faurecia prolongue su vida más allá de 2016, y por tanto insiste en la necesidad de atraer un inversor externo, ya que los actuales propietarios quieren desprenderse de la fábrica y, de hecho, han incluido en el acuerdo poder disponer de la maquinaria. Desde LAB, por su parte, Xabi Martínez insiste en que el sindicato tiene unas “líneas rojas” que le han impedido suscribirse a este acuerdo: “Nunca firmaremos algo que suponga el cierre de la planta o la extinción de contratos”.
Pese a este cruce de reproches, desde las centrales consultadas se muestran convencidas en que se retomará la sintonía para pelear por el futuro de Faurecia. Porque ahora la plantilla ha vuelto al trabajo, pero también ha empezado la cuenta atrás hacia la extinción de la actividad. Por ello, ya se trabaja en un plan de futuro que implique al Gobierno Foral o a un inversor externo que permita que Faurecia siga abierta. Y no solo poco más de 20 meses.