El centro de investigación de hospitales, un edificio a la última que suspende un estudio energético

6.796 kw por hora y metro cuadrado y 1.694 emisiones (en kilogramos) de CO2 al año, también por metro cuadrado. Dicho así, resulta difícil entender el resultado de la evaluación energética del Centro de Investigación Biomédica del Complejo Hospitalario de Navarra. Más sencillo resulta hacerlo al ver su nota final: en un baremo similar al que se puede ver en los electrodomésticos, de la A (verde, más eficiente) a la G (rojo, menos eficiente), el moderno edificio recibe una G. Y eso a pesar de tratarse de una infraestructura reciente, finalizada en 2011, y que incluía precisamente la eficiencia energética entre sus ventajas.

El dato llama la atención porque afecta a uno de los últimos edificios del CHN y porque la eficiencia energética era, precisamente, una de sus prometidas bondades. La Cámara de Comptos, por ejemplo, que fiscaliza las cuentas públicas de Navarra, recordó en un informe, el pasado mes de abril, que el centro estaba pensado originalmente solo para la investigación biomédica (su llamativo aspecto, de hecho, hace referencia a la biomímesis, la adaptación de sistemas biológicos a procedimientos y artefactos humanos, según se lee en la web de los arquitectos responsables, el estudio navarro Vaíllo & Irigaray), pero ahora acoge el laboratorio unificado (sin haberlo previsto), además de la biblioteca y el almacén unificado (de hecho, se ubica en el solar que ocupaba el anterior almacén). El proyecto, que se incluyó en la batería de inversiones Plan Navarra 2012 y tuvo un coste de 21,14 millones, 18,11 millones de ellos en la obra, de los que 7,81 fueron aportados por fondos europeos.

La demora en su puesta en marcha (las obras se finalizaron en noviembre de 2011, pero no se activó hasta marzo de 2013) fue una de sus pegas, así como el hecho de que, por el momento, también acoja el laboratorio unificado, algo por lo que, según puntualizó Comptos, el Servicio Navarro de Salud tendrá que dar explicaciones, ya que se anunció que el centro serviría exclusivamente para la investigación.

En un baremo de la A la G, una G

En cualquier caso, a este debate se suma ahora la cuestión energética. Desde el estudio Vaíllo & Irigaray, implicados en el diseño, recuerdan que nadie les consultó antes de las obras sobre las reformas realizadas en el edificio. Con todo, se reafirman en la sofisticación del proyecto, y en su eficiencia en apartados como el aislamiento, los cerramientos o el aire acondicionado que reduce los consumos “al mínimo”. Eso sí, si se tiene en cuenta que se trata de un Centro de Investigación (y que, en su opinión, debería compararse por ejemplo con el gasto que puede conllevar el Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra) y que, por tanto, tiene unos gastos (por ejemplo, para mantener su animalario) que “no son comparables a los de cualquier otro edificio”. De ahí que las mismas fuentes se pregunten cuál es el método que se ha llevado a cabo para ponerle esa calificación.

Según confirman desde el Departamento navarro de Salud, este estudio, firmado por personal propio, es uno de los diversos análisis de eficiencia energética que se están llevando a cabo en Salud, edificio a edificio, en el Complejo Hospitalario. Y el resultado se ha anunciado colgando una hoja junto a los ascensores del edificio. Fuentes de la plantilla han reconocido su sorpresa por esta G, un dato “a tener en cuenta” en el debate en torno a este recinto y, sobre todo, al uso que se hace de él, ya que originalmente se anunció como como un centro de referencia en investigación pero ahora también acoge el laboratorio unificado, uno de los principales focos de conflicto denunciados en Salud durante la pasada legislatura, tanto por la oposición como por la Comisión de Personal del complejo.