Como si los restos de los generales franquistas Mola y Sanjurjo se hubieran removido en sus tumbas y hubiesen dado una silenciosa instrucción de defensa, en distintos monumentos, calles y barrios de Pamplona se suceden durante estos días protestas, desafíos e incluso amenazas de quienes se sienten heridos por la decisión del Ayuntamiento de clausurar el Monumento a los Caídos.
“Asirón, deja en paz a los muertos”. Al consejo/advertencia pintado, por ejemplo, en un subterráneo de Buztintxuri, en la sede de la peña Donibane o en la puerta de la oficina del sindicato ELA de San Juan, acompañaba la imagen de una bandera española. También han sufrido la visita de estos anónimos pintores las tabernas Toki Eder y Ezpala, así como la sociedad Arrano Beltza o la peña Sanduzelai. “Jamás exhumaréis nuestras almas, ¡Honor a nuestros caídos!”, exclama otra pintada más explícita. “Asirón, atrévete con los vivos”, reclaman desde varias paredes al alcalde.
La pintada con más repercusión ha sido la bandera española con la que apareció cubierta la placa en recuerdo a Germán Rodríguez, asesinado por la policía de un tiro en la frente en 1978. Los partidos políticos, incluido UPN, han rechazado este tipo de sabotajes. No todos con la misma intensidad, ya que mientras que para Bildu se trata de “ataques fascistas”, para los regionalistas “la democracia facilita los caminos para poder fijar tus posiciones, y eso no pasa por las pintadas”.
Trayectoria de pintadas y condenas
Navarra tiene una larga trayectoria de pintadas y condenas. Normalmente, pintadas reivindicativas con mensajes procedentes de la izquierda abertzale que han sido perseguidas por la Delegación del Gobierno y condenadas en términos en ocasiones muy gruesos por los partidos de la derecha. El último episodio, un mural con la palabra “tortura” tachada, supuso la detención de sus autores por un posible delito de apología del terrorismo, si bien Delegación del Gobierno reconoció posteriormente que se le había ido la mano con la acusación, ya que no existían referencias en el mural al terrorismo. Ahora, la Policía Municipal de Pamplona investiga las pintadas contra el alcalde, pero no se tiene noticia de que la Delegación del Gobierno esté haciendo lo propio.
En cualquier caso, la decisión del Ayuntamiento de clausurar el Monumento a los Caídos, y exhumar los restos de los franquistas Mola y Sanjurjo que descansan en su cripta, ha removido fantasmas del pasado que, hasta ahora, permanecían solo latentes. El debate sobre el futuro del monumento, que se erigió como “homenaje de Navarra sus caídos en la Cruzada” se había abordado varias veces. Primero fueron las discusiones políticas por el cambio de nombre de la plaza que lo alberga por el de Plaza de la Libertad. También hubo polémica cuando el Ayuntamiento, aún en manos de UPN antes de que Bildu llegase a la alcaldía, permitió una exposición del artista Abel Azcona en la que, una de las piezas expuestas, estaba compuesta por hostias consagradas con las que se había formado la palabra “pederastia”. Y es que al “sacrilegio” de usar las formas consagradas como forma de denuncia, se unía el hecho de que la sala de exposiciones estaba situada nada menos que en el edificio del Monumento a los Caídos. La Navarra más clerical y reaccionaria se echó a la calle para rezar rosarios arrodillados a las puertas de la exposición.
Desde hace tres años, y con la ley de Memoria Histórica en la mano, el Monumento a los Caídos tenía ya escrita la crónica de su final como símbolo franquista. Pero UPN, en el poder tanto en el Gobierno de Navarra como en el Ayuntamiento de Pamplona, no se atrevió a poner negro sobre blanco el relato del fin de un monumento tan emblemático en la ciudad. Y ha tenido que ser un alcalde de Bildu quien dé cumplimiento a la ley de Memoria Histórica.
Así que esta circunstancia escuece no sólo a quienes están en contra de clausurar el movimiento y desenterrar los cuerpos de los generales franquistas (como UPN, cuyos 10 concejales votaron en contra), sino también a quienes, siendo partidarios de eliminar los símbolos que aún quedan de la dictadura, se sienten heridos porque haya sido Bildu quien se haya atrevido a sacar adelante el proyecto. “Bildu está muy atento de cumplir con la Memoria Histórica, y eso está muy bien. Pero Bildu no puede obviar la memoria reciente de la gente, y hace muy poco tiempo estaban defendiendo el uso de la fuerza armada como fórmula válida para imponer su ideología. Nadie puede olvidar esto”, señalan por ejemplo desde los socialistas. También desde Izquierda Unida, el partido que más iniciativas ha tomado para la eliminación de símbolos franquistas en Navarra, entienden que “por coyuntura política, se ha podido hacer ahora que hay un alcalde de Bildu, y puede resultar chocante, pero no por eso hay que dejar de cumplir la ley”.
“Revanchismo”
Política aparte, el anuncio de la exhumación de los generales franquistas no ha dejado indiferente a casi nadie. La cuestión ha sido objeto de debate entre quienes ven un claro “revanchismo” por parte del Ayuntamiento de Asirón y quienes celebran la decisión y consideran que “ya era hora”.
Las consecuencias de deshacer un homenaje franquista construido durante la dictadura han salpicado incluso al Arzobispado de Pamplona y Tudela. El portavoz eclesiástico se ha cuidado mucho de pronunciarse sobre si la decisión del Ayuntamiento es o no idónea, y se ha limitado a señalar que, de acuerdo con las escrituras de cesión del monumento al consistorio, la Iglesia se reservó a perpetuidad el usufructo de la cripta bajo el edificio. Así que, tenga el destino que tenga el monumento en un futuro, el Arzobispado ya ha dejado claro que seguirá celebrando en la cripta una misa al mes y un viacrucis.
La respuesta de la máxima autoridad de la Iglesia en Navarra ha resultado tibia para muchos fieles que acudían a las liturgias celebradas en el Monumento a los Caídos. Esperaban de la institución una defensa más cerrada de las costumbres y tradiciones de la parroquia, y siguen con interés la evolución del proceso.
También se produjo una airada reacción pública de los familiares del general Sanjurjo, oriundo de Pamplona y uno de los principales artífices del golpe contra la Segunda República. En un comunicado, calificaron de “vejación” la intención del Ayuntamiento de exhumar los restos del militar franquista. Incluso se ha dado la circunstancia de que una ex concejal del PP se presentó, sin previo aviso, en el despacho del alcalde Asirón exigiendo el expediente administrativo del caso en nombre de la familia de Sanjurjo. Pero el alcalde insiste en que tiene atado, y bien atado, el consentimiento previo de los familiares que van a hacerse cargo de los restos que se desentierren, y que sin dicho acuerdo, el expediente no podría haberse puesto en marcha.
El caso es que el departamento de Salud ya ha dado el visto bueno necesario para la clausura del cementerio de la cripta en el que reposan los restos de Mola, Sanjurjo y otros seis fallecidos del bando nacional. Tal y como exige el reglamento de Sanidad Mortuoria de Navarra, el alcalde Asirón solicitó al departamento de Salud una autorización para clausurar el cementerio. Dicha autorización ha sido obtenida y, en cuanto la resolución del Ayuntamiento se publique en el Boletín Oficial de Navarra, se abrirá un plazo de 15 días para que se puedan presentar alegaciones.
El informe jurídico elaborado por los servicios municipales señala que este periodo de alegaciones se abre para que “tanto los familiares de las personas inhumadas, como otras personas que se consideren amparados por algún derecho, puedan presentar alegaciones” que se resolverán “con la resolución administrativa que concluya el expediente incoado”. Teniendo en cuenta que algún familiar de Sanjurjo ya ha anunciado que presentará alegaciones para intentar paralizar el proceso, en pocas semanas se abrirá un nuevo capítulo de debate en este polémico final del Monumento a los Caídos.