¿Qué supone ser mujer en uno de los países más pobres del mundo? La ONG Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP) de Navarra desarrolla un proyecto en Níger para el empoderamiento de la mujer. No en vano, son ellas las que habitualmente llevan el peso de las tareas domésticas, del cuidado de los hijos e hijas, de la búsqueda del agua, de la economía familiar y, sin embargo, tienen dificultades de acceso para cultivar la tierra. Porque esas parcelas les pertenecen a ellos y, por tanto, también les corresponden los beneficios. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la crisis alimentaria que afectó a Níger en 2012 se dejó sentir entre el 58% de las mujeres del ámbito rural y el 35% de mundo urbano. Entre los hombres, sin embargo, afectó en un 48 y un 25%, respectivamente. No obstante, el problema de esta crisis alimentaria se remonta ya al menos diez años, tras diversos ejercicios de malas campañas agrícolas y la subida del precio de los productos de primera necesidad.
De ahí que, como explica la delegada de ACPP en la Comunidad Foral, Ana Martín González, al hablar de la inseguridad alimentaria de Níger, las mujeres sean las más afectadas. Ellas sufren esa dificultad de acceso a la tierra y a los medios de producción y, por tanto, se está produciendo una “desfeminización progresiva de la agricultura” y, su consecuencia, una feminización creciente de la pobreza. Y eso es mucho decir en un país que, según de nuevo el PNUD, es el más bajo, de una lista de 187, en su Índice de Desarrollo Humano, que toma como referencias cuestiones como tener una vida larga y saludable, la educación o el nivel de vida digno.
Para desarrollar intervenciones no solo en Níger, sino también en otros países del África subsahariana (como Senegal, Mali o Guinea-Bisáu), diversas ONG (además de ACPP, fueron ACSUR, Iepala y Hábitat África) formaron un consorcio en 2010 para optar a la financiación estatal de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Así, ACPP acabó contactando con diversas ONG locales para colaborar en el desarrollo de acciones, y, en concreto, con la entidad Diko, creada en 2007.
Así, durante este año por ejemplo, se ha ejecutado un proyecto en Doguel Kayna, Níger, que ha contado con financiación de los ayuntamientos navarros de Huarte, Tafalla y Zizur Mayor, así como con el vizcaíno de Lemoa. Este consiste, entre otras actividades como la sensibilización sobre la gestión del agua o la colocación de canalizaciones, en la instalación de tres fuentes para un colegio de enseñanza secundaria y una cuarta junto a un centro de salud. Gran parte de la población de Doguel Kayna sigue alejada del acceso al agua potable, algo que, según explica González, supone una carga de trabajo mayor principalmente para mujeres y niñas, puesto que “son quienes se tienen que desplazar hasta los puntos de acometida para llevar el agua a sus hogares”.
¿Qué se puede realizar para intentar cambiar esta situación? El presidente de la ONG Diko, Soumana Issoufou, ha visitado durante esta semana zonas como Navarra, Euskadi o Madrid para dar a conocer esta realidad, en el caso de la Comunidad Foral dentro de la programación organizada por el consorcio de ONGD África Imprescindible. Issoufou explica que muchas mujeres tampoco tienen derecho a la propiedad, tienen que pedir permiso por ejemplo para acudir al mercado, para votar y este país africano, cabe recordar, es uno de los que ha colaborado con Nigeria o Chad para intentar frenar el avance del grupo terrorista Boko Haram.
Medidas de empoderamiento
Así, la ONG desarrolla una línea de actuación para lograr el empoderamiento de las mujeres, que pasa por aligerar la carga de las tareas que asumen (la ONG compara en un horario delante de mujeres y hombres, por ejemplo, qué tareas realizan ellas y cuáles hacen ellos), promueven su emancipación económica, crean agrupaciones de mujeres para impulsar la defensa de sus derechos, insisten en implicarlas en la toma de decisiones de la comunidad, sensibilizan contra los abusos (Issoufou menciona, por ejemplo, los casamientos forzosos o la mutilación genital) y promueve, en general, su acceso a la sanidad, el agua y la educación.
Una de las cuestiones clave es cómo se puede evitar una reacción negativa entre los hombres ante estas medidas, y pese a todo la hay. Issoufou explica que, para ello, también se crean asociaciones masculinas y se busca que la toma de decisiones se realice contando con su representación. Para lograr avances, es clave, admite, que líderes dentro de las comunidades se sensibilicen sobre este empoderamiento “y sean escuchados”. Un mensaje que ahora quiere hacer llegar más allá de las fronteras de Níger.