Acudir al colegio no sólo es una cuestión educativa y social, sino también laboral y de alimentación. Para muchos padres, el hecho de que sus hijos ya no tengan que acudir a los centros supone un problema: ¿cómo atender tantas horas a la familia cuando también hay que acudir a trabajar (o, en casos más complicados, a buscar un empleo? Cada estío plantea este problema de conciliación en general al que, con la crisis económica, se le ha añadido otra cuestión más concreta. La necesidad de garantizar que los menores realizan las mismas comidas ahora que cuando acuden a la escuela. La Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, abrió este debate el pasado 4 de junio al plantear que los comedores escolares siguieran abiertos durante los próximos meses. Cada comunidad ha respondido a su manera. En el caso de Navarra, fuentes del Departamento de Educación aseguran que están dispuestos a colaborar siempre que haya una petición formal. Pero grupos parlamentarios como el PSN o Geroa Bai ya han exigido que se aclaren qué medidas se van a tomar. ¿Y cuáles deberían ser? Tres colectivos con proyectos de alimentación dirigidos a las familias explican sus impresiones. Cruz Roja, París 365 y Cáritas analizan este debate, en el que UPN ya ha asegurado que la oposición está actuando con “demagogia” y generando “alarmismo”.
Cruz Roja: “¿Todos no estamos mejor comiendo en casa?”
“El menor es un espectador silencioso de la crisis”, apunta la responsable de Intervención Social de Cruz Roja, Conchi Igea, y de ahí la importancia no sólo de pensar en abrir los comedores, sino en cómo hacerlo. ¿Basta con abrir esas instalaciones, para que los niños en una situación desfavorecida acudan en periodos vacacionales y sus compañeros no? “No me convence eso de unos por una puerta y otros por otra”, subraya. Porque, al final, todas las familias sufren los habituales problemas de conciliación durante el verano. Igea, además, se pregunta si no sería una solución más adecuada aportar la comida para que la familia pueda comer junta y en su domicilio: “¿No estamos todos mejor comiendo en casa”?
Cruz Roja, por su parte, cuenta con un servicio de guardería para atender este tipo de problemas. A él acuden tanto familias que abonan el precio normal del servicio como otras derivadas por los Servicios Sociales. Además, también suministran una tarjetas para hacer la compra o reparten los llamados ‘kits de material escolar’. Y, por último, Cruz Roja también ha iniciado recientemente junto a Laboral Kutxa una iniciativa para alimentar a bebés de 0 a 6 y de 6 a 18 meses. A las familias atendidas se les entrega unos paquetes preparados con diferentes alimentos.
París 365: “Abrir los comedores es mejor que nada”
El comedor social París 365 también gestiona sus propios proyectos sobre alimentación. Por ejemplo, en el llamado campamento urbano de verano, esta ONG reparte almuerzos a niños y estos, después, comen con sus padres en el comedor de la entidad (calle San Lorenzo de Pamplona) o reciben la llamada cesta básica, para que puedan comer en sus domicilios. El objetivo en este caso también es permitir la conciliación de vida familiar y laboral y, así, se ofrecen actividades para que los niños puedan vivir unas pequeñas vacaciones en plena ciudad.
Preguntada sobre la posibilidad de que los comedores escolares abran durante el verano, la coordinadora de proyectos de París 365, Eliana Alemán, asegura que sería “un parche” y que necesita una actuación más “integral”, pero que esto “siempre es mejor que nada”. “Los colectivos llegamos a un grupo reducido, pero en este tema creo que la necesidad de la población es más amplia, y por eso creo que debería ocuparse la Administración”, desea.
Cáritas: “Para nosotros lo adecuado es repartir alimentos”
Desde Cáritas Diocesana Pamplona-Tudela no han detectado la problemática de este debate. En cualquier caso, su secretaria general de Cáritas Diocesana, Maite Quintana, explica que la entidad reparte ordinariamente, tanto en verano como en invierno, ayudas económicas para familias con hijos a cargo. Además, destaca que los atendidos también pueden acudir a otros servicios, como Cáritas parroquiales, comedores, ayudas de los Servicios Sociales, etc.
Desde Cáritas, en cualquier caso, consideran que la medida más adecuada es el reparto de comida, puesto que, de esta forma, “los menores pueden ver cubiertas sus necesidades básicas en un entorno doméstico y no estigmatizador”. Así, los niños por ejemplo no comen en el comedor de Cáritas: en esos casos se les entrega la comida para que se la lleven a sus casas.