“Investigación sobre la delincuencia y el bulling escolar en España: teoría, evolución y tendencias”. Es el título de la obra escrita por los profesores Teodoro Hernández de Frutos (Universidad Pública de Navarra) y Mary Brigid O’Reilly (Universidad de Navarra), que acaba de leer su tesis doctoral en la UPNA. Hernández de Frutos explica algunas de las conclusiones de 15 años de investigación sobre este fenómeno y da algunas recomendaciones a la Administración, a los centros escolares y a las familias.
Según sus datos, la mitad de los escolares navarros ha visto alguna vez un caso de acoso. Sin embargo, los datos oficiales hablan de que navarra es una de las comunidades con menor incidencia de este fenómeno. ¿Por qué estas diferencias estadísticas?
Primero, porque nosotros abordamos el estudio de todos los tipos de acoso, el individual, el colectivo, la victimización individual y la colectiva. Genéricamente, las estadísticas oficiales no distinguen tipos de bulling. Hay mucha confusión. Por otra parte, nosotros utilizamos una escala para medir las agresiones, si alguien agrede tres veces a la semana, dos o una. Y, depende de los autores, en la definición hay que incluir uno u otro grado de esta escala. Es decir, los datos de la Administración y los que arrojan nuestros estudios no son comparables, no son homogéneos, proceden de una metodología diferente.
¿Son unos datos más fiables que otros?
La cuestión no está tanto en la fiabilidad. Yo creo que uno de los factores importantes que aporta nuestro estudio es que permite ver la evolución de este fenómeno a lo largo de muchos años. La primera encuesta anónima que hicimos fue en el año 2000 y se repitió en 2010 con el mismo cuestionario. Es lo que se llama un análisis longitudinal.
¿Cuál es su conclusión principal?
El bulling severo, en esa dédaca, bajó del 3 al 1%. Es decir, había pegado un bajón tremendo. Porque en esa época hubo mucho trabajo de sensibilización. En el año 2000, muchos colegios ni sabían qué era el bulling. En el año 2010, había pocos centros en los que no estuviera ya vigente algún protocolo para tratarlo. El bulling más leve, en ese mismo periodo, bajó casi 50 puntos. La conclusión principal de este análisis fue que el bulling en Navarra se concentraba en 2010 en determinados centros escolares en los que no se había trabajado en la prevención.
Sin embargo, de 2010 a 2016, el bulling es de nuevo un fenómeno en alza.
Sí. Nosotros ahora ya nos basamos en datos de terceros, pero es cierto que el bulling está creciendo. Estos datos lo que revelan es que hay un rebrote del bulling porque se ha encontrado una nueva vía para ejercerlo, internet, el ciberbulling. Y ha experimentado una subida vertiginosa.
¿Conoce el protocolo que se aplica en Navarra?
Sí, es muy completo y exhaustivo, se hizo una modificación en 2014 y creo que es muy importante seguir actualizándolo.
Recientemente, el Gobierno ha anunciado que piensa modificarlo a raíz de un caso de bulling que terminó con el suicidio del joven acosado, pero el protocolo ni siquiera se activó porque nadie avisó a Educación de que se estaba produciendo.
Sí, sí. Es que ha habido un cambio fundamental en la cuestión de la privacidad de los jóvenes. Antes, los padres podían controlar mejor la evolución de sus hijos. Pero ahora todos tienen móvil muy pronto, con conexión a internet. Y, si el joven no quiere que su padre lo controle, los padres no pueden controlarlo. Los adolescentes cambian la comunicación parental o familiar por la comunicación con el otro, con el amigo. Con lo cual, es perfectamente factible que unos padres no se enteren de que su hijo está sufriendo acoso.
¿Qué recomendaciones puede dar para evitar esta incomunicación?
El principal factor de resilencia son los centros. Pero ahora también se complica, porque también los centros tienen limitaciones para controlar el ciberbulling. Existen otros métodos para trabajar en la prevención del bulling, como la utilización de encuestas anónimas, el buzón anónimo de denuncia y otro tipo de encuestas que se basan en redes de amigos, lo que nosotros llamamos el capital social del joven. Recomendamos vivamente la aplicación de estas técnicas.
¿Sabe si en Navarra se ponen en práctica?
En Navarra hace falta un estudio completo para ver todo el horizonte escolar del acoso. Sé que algunos centros están aplicando el método finlandés que consiste, por decirlo de forma básica, en trabajar con los testigos. Trabajar con las personas que presencian los agravios o las agresiones. Se trabaja con estas personas desde la óptica de que, si se limitan a mirar sin actuar, o si miran para otro lado, se convierten en cómplices del acosador.
¿Sabe si estos métodos de trabajo están dando buenos resultados?
Es muy pronto para saberlo. Es que en Navarra falta un verdadero estudio sobre la violencia escolar en el que se mida de forma científica, en primer lugar, la incidencia del bulling y, de forma complementaria, la eficacia de los métodos de lucha que se están llevando a cabo contra este fenómeno. Además, una parte importantísima de ese estudio sería el análisis del ciberbulling. Desde la UPNA lo hemos propuesto al Gobierno, estamos esperando su contestación.
¿Deben implicarse otras áreas como Salud o Derechos Sociales?
Sí, pero la pelota está realmente en Educación, en los centros escolares. Por una sencilla razón. Si un joven recibe bromas o agresiones en el barrio, deja de ir por esa zona y arreglado. Si se trata de que le han acosado en un campamento de verano, con no volver a ir, solucionado. Pero, en el colegio, los jóvenes se encuentran prisioneros. Tienen que ir todos los días. Y la única solución es cambiar de colegio, una situación a las que las familias se enfrentan con muchas dificultades.
¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentran las víctimas para denunciar el acoso escolar?
Es que a los jóvenes les faltan factores protectores. Les faltan instrumentos de apoyo, resilencia. Ya hemos dicho que su comunicación se centra en sus iguales, en los amigos, en lo que llamamos capital social. Así que si sus amigos les fallan en eso, se encuentran abandonados a su suerte, porque no ven en los profesores o en el centro un elemento de apoyo. Y tampoco lo ven en la familia.
Llama la atención este concepto que repite sobre la poca incidencia que tiene la familia para poder ayudar en caso de bulling.
No, al final, la familia es la que va a hacer todo lo posible. Lo que digo es que los jóvenes se basan, en primer lugar, en sus amigos. Y dejan a la familia en un plano más secundario. Por eso me parece importante trabajar con métodos como el finlandés, que trabaja sobre todo con los testigos directos. Son la primera instancia a la que va a recurrir la víctima. Pero eso no significa que el papel de los centros, del personal encargado de vigilar los recreos o los ratos de ocio en el colegio, y la familia, no vayan a ser decisivos. La actuación de la familia es decisiva, pero un joven víctima de acoso va a buscar primero el apoyo de los amigos.
¿Está preparado el personal docente o el resto de los trabajadores de los centros escolares para actuar contra el bulling?
No. Nunca se puede generalizar, y la situación depende de los centros, pero creo que no es ningún secreto que no existe la suficiente preparación. Y, además, está la crisis. Los centros tienen cada vez menos recursos. Recuerdo un centro de Madrid en el que se suicidó una chica y el director fue sancionado y apartado del centro. El colegio explicó que hacía meses que habían solicitado a la Comunidad de Madrid más personal de apoyo y que no se lo habían dado. Los recortes en educación están teniendo una incidencia muy negativa en el bulling. En nuestro estudio se analizan todas las variables que influyen. ¿Cuáles son los elementos comunes que se dan en centros que dejan más desprotegidos a los jóvenes frente al bulling? Pues son muchos: el número de alumnos por profesor, la existencia o no de personal especializado, el tamaño del centro, su ubicación y la problemática social del entorno, el tipo de instalaciones de las que dispone, etc.
¿Incide entonces el acoso de forma diferente en los centros públicos y privados?
Sí. Los centros privados o concertados tienden a vigilar más. No siempre, pero la tendencia es esa. En líneas generales, los centros públicos tienen mayores problemas con el acoso.
¿Dónde pueden acudir las familias que consideran que la administración no está actuando con diligencia ante el caso que denuncian?
A la Policía. A la Fiscalía. Si se ha hecho una reclamación en el centro, con acuse de recibo, si se ha acudido al departamento de Educación dejando constancia de la denuncia, y no se actúa contra el acoso, hay que ir a la Policía y a la Fiscalía y denunciar.