“Lo de Nagore me enseñó una lección. Yo vivía en Los mundos de Yupi. Pensaba que el mundo había avanzado y me encontré con que no es así. A lo mejor algo hemos hecho mal los padres y madres, porque nuestros hijos han perdido valores. Algo hemos hecho mal para que piensen así y no entiendan que No es no”. Asun Casasola, la madre de Nagore Laffage, reflexiona de esta forma sobre cómo el caso de su hija, la joven enfermera de Irun que durante los sanfermines de 2008 murió a manos del psiquiatra José Diego Yllanes, puede servir para evitar otras agresiones sexistas. De ahí que el compromiso del Consistorio de Pamplona de sumarse a los actos de recuerdo de Nagore sirva de estímulo a Casasola, que se muestra “encantada” con que el próximo 7 de julio, festividad de San Fermín, la fachada de la Casa Consistorial se ilumine de morado en recuerdo de lo que ocurrió a su hija.
Los detalles más sensibles del caso son de sobra conocidos. Laffage e Yllanes, que entonces tenían 20 y 27 años, se encontraron durante la mañana del 7 de julio de 2008 en las calles de Pamplona, fueron juntos a la casa de él y la brusquedad de Yllanes asustó a Laffage, que dijo No. Yllanes la golpeó, la estranguló y, después, intentó esconder el cadáver. En el proceso llamó a un amigo para que intentara ayudarle y este avisó a las fuerzas de seguridad. En el juicio, un jurado popular consideró que el suceso era un homicidio y no un asesinato, e Yllanes finalmente fue condenado a 12 años y medio de cárcel.
Casasola menciona y subraya muchos de esos detalles, insiste en su decepción con el jurado popular y alaba la decisión del compañero de trabajo de Yllanes que denunció lo sucedido: “Es lo que había que hacer, y quiero agradecérselo públicamente”. Asegura que, aunque le cueste, tiene que recordar qué le ocurrió a su hija y “quiero hablar sobre ello” porque “me sirve de terapia” y porque es en esos días cuando puede dormir mejor. Así le ocurre tras sus charlas en colegios, asociaciones de mujeres, en municipios navarros como Estella, Ablitas, Castejón o Cintruénigo, y durante las proyecciones del documental Nagore, de la directora Helena Taberna, que vuelve a relatar lo sucedido en aquellos sanfermines de 2008 y que ha visto ya “84 veces”. “Llevo la cuenta”, asegura. “Muchas veces me pregunto por qué quieren que vuelva a hablar por ejemplo en las clases, si ya lo hice hace poco, pero me explican que son nuevas generaciones, que no tienen por qué conocer el caso”, apunta. Y, por eso, considera clave, “volver a insistir y a insistir. Estaré donde me llamen”.
La propia Taberna asegura que le sorprendió el apoyo popular que se dio en este caso a la familia de Nagore Laffage. Bastaba con pasear con ella por la calle para que “alguien se le acercara y pidiera darle un abrazo”. Eso, asegura Casasola, “no ha fallado”. No obstante, reconoce que sí faltaba un respaldo más institucional (no así de cargos públicos a título personal), porque, por ejemplo, colectivos como Lunes Lilas insistieron en 2014 en pedir al Ayuntamiento que se implicara en el recuerdo de Laffage por el caso en sí y para evitar que volviera a suceder. El Consistorio ya incluyó el año pasado un icono de condena de las agresiones sexistas en el programa festivo, pero se le pedía que diera un paso más.
“Hay que trabajar por los demás”
Ahora, el nuevo alcalde de Pamplona, Joseba Asiron (EH Bildu), se ha comprometido a que así sea. Entre otras medidas, asistiendo el próximo 5 de julio a la concentración de recuerdo de Nagore Laffage convocada a las 12:00 horas en la plaza del Castillo, iluminando de morado la fachada consistorial el 7 de julio por la noche y promoviendo el uso del mencionado documental Nagore en los institutos navarros para incidir “en la prevención”, según precisa la teniente de alcalde de Pamplona Patricia Perales.
Casasola, que también ha sido invitada a asistir el día 6 en la Casa Consistorial al lanzamiento del cohete festivo, expresa que “me parecerá bien todo lo que hagan” para así fomentar la concienciación. En este sentido, repite la frase No es no y espera que eso cale en las nuevas generaciones, porque no solo denuncia que haya quien, durante las fiestas, se pase con el alcohol y actúe sin control, sino también a quien le quita hierro y dice “No se lo tengas en cuenta, que está bebido”. Y recalca que hay sucesos que no se pueden cambiar, pero otros que sí se pueden evitar con la implicación social: “Hay que trabajar por los demás”.