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Un tropezón con la memoria

La calle de La Merced, en el Casco Viejo de Pamplona.

Garikoitz Montañés

Stolperstein hace referencia, en alemán, a una piedra que hace tropezar a un caminante. Pero el accidente también puede provocar, más allá de un juramento contra la torpeza, una invitación a la reflexión. Ese es el objetivo de la iniciativa, originalmente desarrollada por el artista alemán Gunter Demnig en torno a víctimas de la persecución nazi, y que ahora se pretende desarrollar en las calles navarras con financiación particular y la promoción de la asociación de familiares de fusilados de Navarra affna36. Se trata de colocar placas doradas en el suelo que llamen la atención de los y las viandantes en puntos donde vivieron víctimas de la represión franquista. En ellas figuraría el nombre de las personas afectadas, su año de nacimiento, la fecha de su desaparición y su destino final. Porque no haría falta decir mucho más.

Esta iniciativa, que por el momento, según apuntan desde affna36, cuenta con el visto bueno de la Alcaldía de Pamplona (la nueva Junta de Gobierno anunció que desarrollaría medidas en torno a la memoria, como la supresión de símbolos franquistas) para poder arrancar, necesitará de futuras conversaciones para dilucidar si pueden colocarse realmente en las calles de la ciudad adoquines dorados, que es el verdadero objetivo del proyecto. Por el momento, se instalarán únicamente unas placas (de 10x10x10 centímetros) doradas, de aquí que a este tipo de iniciativas se les haya llamado en otros países europeos (hay experiencias, además de en Alemania, en Austria, Holanda, Francia o Italia) el adoquín brillante (además de adoquín tropezón), en referencia al material de latón con el que habitualmente están hechas las placas.

Por el momento, este proyecto arranca este martes en Pamplona en un acto que tendrá lugar a partir de las 20:00 horas en el número 3 de la calle La Merced. En este punto hay constancia de que vivieron 17 víctimas. Quizá el caso más conocido sea el de la familia Dorronsoro (Jesús, Corpus y Jesús) entre quienes se incluye a Corpus Dorronsoro Arteta, que fue concejal socialista entre 1931 y 1936. En ese listado también figuran Pedro Alfaro Hernández (trabajador), Dámaso Arbizu Saralegui (comerciante de la UGT), Manuel Ayesa (panadero), Pedro Belloso García (albañil de la UGT), Constantino Eguia (mecánico), Francisco Escudero Berdonces (vendedor de periódicos), Román Ibero Hualde (afiliado al partido socialista), Jesús Irigaray Santos (recaudador de arbitrios), Basilio López Carcar (albañil del PSOE), Ángel Martínez Larrayoz (jornalero), Antonio Méndez Vela (obrero), José Robledo González (industrial de Izquierda Republicana), Ignacio Sampedro Chocolonea (administrativo y del PSOE) y Félix Martínez Castillo (albañil de la CNT).

Pero, según puntualizan desde affna36, hay calles donde esta enumeración es aún mayor, como Jarauta o Estafeta. Por el momento, se comenzará con la instalación de estas 17 placas, en un lugar céntrico de Pamplona, para dar visibilidad a la iniciativa, pero el objetivo es seguir. Para ello, se espera contar con financiación de particulares, de cada punto escogido, que puedan aportar dinero para costear la colocación de cada placa. Se trataría de reunir fondos a través de asociaciones vecinales, comerciantes, colectivos vinculados a la memoria o la propia ciudadanía.

Un monumento “descentralizado”

Desde la asociación destacan que, a diferencia de otros proyectos por la reparación de las víctimas, como puede ser el parque de la memoria de Sartaguda, a través de estas placas se consigue llevar la memoria a diferentes puntos integrados en el día a día: “No se encontraría en un lugar acotado, sino que se funde con el espacio público, la misma esfera en la que comenzó a desarrollarse el terror franquista, en nuestras calles y plazas. Se convertiría en el monumento recordatorio más descentralizado de Navarra”.

La entidad ha recordado, a través de una nota, que la comunidad cuenta con 3.452 víctimas de esta represión y que, con este tipo de iniciativas, se pretende romper la rutina y obligar a cada viandante a recordar, a que los niños y niñas que vean esos adoquines hagan preguntas y a que se investigue para aclarar las respuestas.

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