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Las apps educativas son los nuevos 'cuadernos Santillana' para repasar durante el verano

Con la llegada de las vacaciones escolares muchas familias se plantean cómo afrontar el verano a nivel educativo. Si conviene que los niños y niñas repasen los contenidos de un curso que, una vez más, ha sido atípico, con cierres de aulas y modalidades mixtas entre educación presencial y online; o si es mejor que utilicen el verano para descansar tras un curso complicado y hacer otro tipo de actividades, más orientadas a lo lúdico. 

Si se opta por afianzar aprendizajes, los recursos son de lo más variado: a los tradicionales cuadernillos de repaso–¿quién no recuerda Vacaciones Santillana o los cuadernillos Rubio?– se une ahora una amplia oferta educativa en forma de aplicaciones o plataformas online. Ambos tipos de recursos se utilizan de manera complementaria. Un estudio reciente de la plataforma de juegos Cerebriti revela que su uso está prácticamente nivelado: un 82% de las familias se bajan apps educativas y un 77% de ellas utilizan cuadernillos tradicionales (la respuesta no era excluyente). Y si la opción es desconectar de lo puramente educativo, prescindiendo de apps o ejercicios de repaso, existen también múltiples recursos para que sigan desarrollando habilidades sin la sensación de estar estudiando. 

Apps y cuadernillos: dos recursos que conviven

Si la opción es repasar en verano, las apps educativas y los tradicionales cuadernillos son dos opciones complementarias que se pueden utilizar al mismo tiempo. El informe 'Educación en Casa' de Cerebriti destaca que un 82% de las familias españolas han descargado al menos una aplicación educativa en sus dispositivos durante el último año, y que el 77% de los padres aún compra cuadernos de vacaciones para sus hijos en verano.

“Los cuadernos de verano siguen de moda, pero los avances tecnológicos y el impacto de la pandemia han influenciado de forma radical en la digitalización de la educación y por tanto, en la forma de realizar ese refuerzo en casa”, señala el estudio, que destaca la aplicación educativa Academons como un “Vacaciones Santillana en forma de app”. Esta herramienta, que cuenta con más de medio millón de alumnos en 18 países del mundo, ofrece 20.000 juegos y actividades para aprender matemáticas, lengua, inglés, ciencias naturales y sociales. “Los ejercicios de la aplicación se corrigen de forma automática sin necesidad de que los padres estén pendientes de ello. Además, la app se adapta al ritmo de cada estudiante, personalizando los juegos según las necesidades de cada uno de ellos, consiguiendo que los alumnos mejoren sus resultados hasta en un 30%”, explica Raúl Orejas, CEO de Academons.

Otro estudio reciente, realizado por Qustodio –una herramienta de control parental para el entorno digital–, apunta a que el uso de las aplicaciones educativas aumentó un 54% a lo largo de este año, y España sobresale como el país en el que más ha aumentado su uso durante la pandemia y en el que más tiempo han pasado conectados los niños de media.

Las apps más populares, según este informe, son Google Classroom, Edmodo, BlinkLearning, EdPuzzle, Aula Virtual de Santillana y SM Savia. Desde Qustodio defienden siempre utilizar la tecnología de forma positiva, pero para fines educativos prefieren los formatos analógicos. Así lo explica en el estudio María Guerrero, psicóloga familiar: “Para garantizar el adecuado desarrollo social y neurológico de tus hijos y establecer una base sólida para el aprendizaje, asegúrate de que tengan la posibilidad de tocar y explorar el mundo que les rodea todos los días. Ofréceles todas las oportunidades posibles para aprender en la vida real. Animales a leer libros en formato físico en lugar de digital y a practicar la escritura a lápiz, no con el teclado del ordenador. Sustituid los videojuegos por juegos de mesa y utilizad tarjetas didácticas en lugar de aplicaciones de preguntas y respuestas”, propone esta experta. 

Las editoriales, además de seguir vendiendo sus tradicionales cuadernillos, han tenido que adaptarse a los nuevos soportes. Es el caso de Santillana, que más allá de sus archiconocidos cuadernos de vacaciones, ha desarrollado diferentes aplicaciones online, algunas de las cuales se encuentran entre las más utilizadas por el público infantil. Así lo explican desde el departamento de Márketing: “Los niños y niñas de hoy en día son nativos digitales y en Santillana no se nos escapa que existe una demanda tanto por parte del alumnado como de las familias para trabajar en soportes digitales. Desde hace años nuestros esfuerzos están dirigidos a desarrollar y mejorar nuestras apps y plataformas digitales, pero consideramos fundamental que especialmente en el tramo de Infantil y Primaria se trabajen y refuercen ciertas destrezas con el trabajo tradicional en papel”, explican. De ahí su apuesta por mezclar digital y papel en su oferta educativa. 

El planteamiento en la casa de Ana Molina es un ejemplo de la combinación de recursos tradicionales y online para trabajar en verano. Su hija Layla, que acaba de terminar primero de primaria, utilizará Novakid, una plataforma online para aprender inglés, y cuadernillos Rubio para practicar escritura y lectura. “Novakid es muy interesante porque es un proyecto interactivo a través de videollamadas con profesores nativos. Los niños tocan la pantalla y los profesores los están viendo en directo, es casi todo a través de juegos. A los niños les resulta muy divertido. También usaremos cuadernillos Rubio para la letra y la lectura y hemos comprado uno de escritura creativa. Eso les cuesta un poco más pero está bien”, explica Ana. 

También Khadija, una adolescente andaluza, dedicará algunos ratos este verano a repasar con Duolingo, una de las aplicaciones más utilizadas para el aprendizaje de idiomas. “Me he apuntado a un curso de inglés para poder sacarme el C1, por lo que utilizaré Duolingo de vez en cuando para repasar”, cuenta. 

Si se le piden referencias concretas de apps recomendables, el profesor de Artes y Humanidades de la UOC y especialista en diseño de apps educativas Ferran Adell propone buscar más allá de las puramente educativas. El experto explica el concepto de soft skills, que consiste en utilizar recursos que fomenten habilidades útiles: “Existen un montón de videojuegos que son útiles para desarrollar el pensamiento crítico, la resolución de problemas, el trabajo en equipo, etc… Uno de ellos es Minecraft, un videojuego muy popular que engancha a los niños de manera brutal. Es una especie de Lego digital que permite construir cualquier cosa, por lo que a través del juego los niños están trabajando la creatividad, la búsqueda de recursos, las soluciones a problemas concretos…”, señala.

Además, Adell recomienda “aplicaciones de historias interactivas, al estilo de ‘escoge tu propia aventura’, que permiten leer de una forma atractiva. O la aplicación PlantNet, de identificación de plantas, que se puede utilizar durante un paseo por el campo. ”Se trata de utilizar los recursos digitales disponibles para que los niños aprendan sin tener la sensación de que están estudiando“, concluye el docente.

Descanso activo

“Este año ha sido muy duro para todos, tanto para los padres como para los niños, así que habría que priorizar el descanso”, explica Ferran Adell. Para él la clave está en conseguir un aprendizaje activo a través de actividades lúdicas: “Tenemos que entender que los niños aprenden siempre: leyendo, jugando, viendo dibujos animados… Por eso creo que lo que deberían hacer los padres en verano es optar por la educación activa. Llévalos a una granja escuela, vete a un museo, ve a dar un paseo por el campo, jugad juntos a un videojuego… en definitiva, aprender juntos sobre distintas cosas”. 

Entre la comunidad educativa también hay diferentes posturas. Hay profesores que sí ponen deberes para el verano y otros que defienden que los niños deben descansar. Así lo explica Andrea Martínez, maestra de primaria en Galicia: “Yo soy partidaria de que no hagan nada, desde siempre, pero este año sobre todo. Los niños no deben hacer nada estructurado que les recuerde al colegio: tienen que descansar y desconectar. Sí que es cierto que las vacaciones son largas, entonces tanto tiempo sin hacer nada puede hacer que lo que habían avanzado se pierda. Pero para eso hay recursos de descanso activo: leer mucho, escribir un diario, utilizar la compra para que repasen cálculo contando el dinero, hacer actividades deportivas o campamentos, algún proyecto pequeño… ”, asegura.  

Mikel es un ejemplo de este “descanso activo”. Este adolescente de 14 años que estudia en Madrid no tendrá deberes en verano. La única recomendación por parte de sus profesores es que lea mucho, pero sin listado obligatorio de títulos. Él lo acepta encantado porque le gusta mucho leer. Tampoco tienen deberes veraniegos María e Iría, dos adolescentes un poco mayores que él que dedicarán el verano a descansar y hacer planes con amigas, algo que no han podido hacer apenas a lo largo del curso.