Dar o no la teta, incorporarse o no al trabajo: un estudio muestra que los juicios sobre las madres son la norma
Lucía, de 32 años y embarazada de su primera hija, todavía no ha parido y ya siente los juicios hacia su maternidad. “Noto la presión sobre todo en mi trabajo, que para mí es muy importante porque me gusta mucho lo que hago. Me dicen que trabajo demasiado, que tengo que cuidarme más, pero al mismo tiempo ya me están poniendo problemas para cogerme vacaciones o para cuadrar mi permiso. Y me asusta pensar en la reincorporación después de que nazca mi hija porque, aunque mi idea es tomarme el mínimo de semanas y reincorporarme pronto, como digo ya estoy recibiendo presiones”, confiesa. Y ese juicio aparece no solo en su esfera profesional, sino también en la privada: “En mi familia ya me están cuestionando por lo contrario, que a ver por qué no me quedo más tiempo con la bebé, que si pienso darle biberón entonces… Todavía no he parido y ya siento la presión”.
Trabajar o no durante el embarazo, dar teta o dar biberón, reincorporarse pronto o alargar el permiso por cuidado, dormir con los niños o por separado, educar de una forma u otra, permitir o no que vean dibujos animados. Son solo algunos ejemplos de la interminable lista de asuntos por los que la mayoría de madres se han sentido juzgadas en algún momento. Y que han generado, al mismo tiempo, un sentimiento de culpa del que pocas mujeres se escapan. Según un informe publicado este miércoles por el Club de Malasmadres, 9 de cada 10 mujeres se sienten juzgadas como madres con frecuencia. Además, “el hecho de no poder cumplir con las expectativas hace que 7 de cada 10 mujeres se sientan culpables por no ser la madre perfecta que se espera de ellas”, indica el estudio, que parte de una encuesta en la que han participado 14.000 personas. Los temas más controvertidos son, según Malasmadres, la relación con el trabajo y el control de peso durante el embarazo; el desborde emocional del posparto, y el tipo de lactancia elegida para el bebé.
Laura Baena, creadora de Malasmadres, contextualiza así el informe que acaban de publicar: “Las madres nos sentimos eternamente culpables a lo largo de nuestra maternidad, con un sentimiento de insuficiencia que nos impide ser las madres felices que nos gustaría ser. Es necesario romper con estos juicios autoimpuestos muchas veces por no ser la madre perfecta, por romper las normas de lo que se espera de una buena madre y vivir la maternidad con libertad”.
Pero, ¿por qué la sociedad juzga con tanta dureza a las madres, especialmente a las que acaban de serlo? Para la socióloga Esther Vivas, autora del ensayo Mamá Desobediente (Capitán Swing), este juicio tiene que ver con dos cuestiones: “En primer lugar, porque la sociedad patriarcal reduce el cuidado a una responsabilidad femenina, y considera que las madres somos las únicas responsables del cuidado de nuestras criaturas. Y en segundo lugar, este juicio también se basa en un ideal materno establecido, donde las mamás tenemos que ser madres abnegadas y sacrificadas, como ya fueron nuestras abuelas, y al mismo tiempo tenemos que ser superwoman, que llegamos a todo, siempre disponibles para el mercado de trabajo”.
Ahí es donde, para Vivas, aparece la culpa, según ella “una constante en la maternidad”: “La culpa siempre está ahí, y es fruto del juicio externo y del propio juicio. Somos juzgadas y cuestionadas constantemente: demos pecho o biberón, colechemos con la criatura o la tengamos en su cunita, si el niño o niña está en casa o en la escuela… hagamos lo que hagamos siempre se nos va a juzgar. Porque se nos juzga como mujeres y como madres también. La culpa es fruto de un sistema patriarcal y capitalista que nos roba el derecho a decidir, el placer y el goce en la experiencia materna”.
La familia también critica
Las críticas aparecieron pronto en la experiencia de Bea (nombre ficticio), que estaba opositando cuando se quedó embarazada. “Rápidamente mi propia familia me cuestionó, diciendo que tendría que dejar la oposición porque no iba a poder estudiar y mucho menos cuando naciese la niña. Y, por supuesto, hay un sentimiento de culpabilidad constante que me persigue todo el día. Tengo que autoconvencerme yo misma de que esto lo estoy haciendo por mí y por mí familia”, explica. A pesar de todo, siguió adelante con la oposición, su bebé nació hace pocas semanas y sacó la mejor nota en el primer examen.
En el caso contrario se encuentra Marga –el nombre es figurado–, madre de dos niños pequeños que lleva en excedencia, cuidando a sus hijos, más de tres años. “No lo entienden ni mis padres, y cuando estoy en casa con los dos llorando a pleno pulmón, no lo entiendo ni yo”, cuenta entre risas. Pero más allá de la broma, defiende que es una decisión tomada desde la convicción: “Creo que en edades tan tempranas tener a la madre en todo momento contribuye al bienestar físico y emocional de los niños. Pero me siento incomprendida, aún teniendo un puesto de trabajo fijo reservado, mucha gente no lo entiende. Una de mis mejores amigas me dijo que ella no podría estar sin desarrollar ninguna actividad intelectual y siendo solo ama de casa. Así que tienes que tener muy clara tu decisión y sus beneficios para no sentirte juzgada e inferior”.
Para Marian, madre de un niño de casi cinco años, lo peor no es el juicio externo sino el interno. “Yo me juzgo muy duramente a mí misma, vivo con esta culpa que siempre nos persigue”, asegura. Y cuenta un ejemplo que le ha ocurrido estos días: como está trabajando, ha mandado a su hijo a un campamento urbano. “Hoy ha salido del campamento rojo como un tomate del calor, acribillado a mosquitos y casi sin hablar. Y pienso si merece la pena que esté mi hijo así en vacaciones”, reflexiona.
Explica Laia Aguilar, matrona y asesora de lactancia en LactApp, que el hecho de que se critiquen unas opciones y las contrarias tiene que ver con que los juicios se hacen desde un modelo de maternidad determinada. Según ella, se juzga “cualquier cosa que no esté dentro del arquetipo de madre 10, que es un equilibrio inasumible entre madre abnegada y mujer independiente”. Las mujeres a las que ella acompaña durante el embarazo, parto y posparto refieren todo tipo de malestares. “Desde los sentimientos que tienen hacia el embarazo, el estilo de vida durante este, el haber usado o no la anestesia epidural durante el parto, que la lactancia sea dificultosa, la decisión de lactar o no lactar, o el no llegar a todo en el posparto...”, enumera.
La lactancia, el tema estrella
Probablemente sea el tema de la lactancia el que más comentarios no solicitados genera. Así lo indica el informe de Malasmadres y así lo corroboran los casos de las madres consultadas para este reportaje. Marga, por ejemplo, relata que tuvo que advertir a su entorno de que con la segunda bebé prolongará la lactancia hasta que las dos lo decidan: “Desde los cinco meses mi madre me lleva diciendo que ya no pega darle de mamar a una niña tan grande, que se le hace raro”. Caso aparte es el de la lactancia mixta, una opción en la que el bebé toma teta y biberones, y con la que muchas madres reconocen haberse sentido juzgadas por las dos cosas. “Me criticaban tanto si les daba teta como si les daba biberón. Además, les quité la teta bastante rápido, y también eso estaba mal para mi familia y para mis amigas”, cuenta Lorena, 36 años, madre de dos niños ya mayores.
Yulema Cochete es matrona en un hospital público. Además, tiene una hija pequeña, así que habla desde su experiencia profesional y personal. “En la consulta recibo muchas quejas de mujeres que se sienten juzgadas, sobre todo en lo que tiene que ver con la lactancia. Se quejan mucho de que insistimos con la teta. A los profesionales nos falta formación, tenemos que reciclarnos para no presionar a las mujeres en un sentido u otro y respetar sus decisiones, sean las que sean”, cuenta. Sin embargo, en su vida personal recibió justo la presión contraria. “Yo di el pecho a mi hija hasta los tres años largos, hasta que empezó el cole, y se me criticó mucho. Siempre escuchaba los típicos comentarios de ‘pero esta niña que ya tiene dientes, ¿qué hace mamando?’”, dice. En su caso, los juicios venían sobre todo del entorno familiar.
Para Laia Aguilar, la lactancia es un buen ejemplo de que el problema es global, y es utilizado a menudo como un “mecanismo para enfrentarnos”. “Se nos habla de los beneficios de la lactancia materna para el bebé y para la madre, también para la sociedad. Todas las organizaciones internacionales se llenan la boca con la necesidad de aumentar los ratios de lactancia. Las embarazadas lo saben. Pero luego nace el bebé y resulta muy complicado que un profesional valore debidamente cómo se establece la lactancia, y que la madre encuentre apoyo para seguir lactando de forma placentera y eficaz. Pero, en vez de ver que el problema está en cómo atendemos a la maternidad, les echamos la culpa a ellas: 'Tu pezón es plano, tu bebé es perezoso, te muerde…'”, detalla Aguilar.
Cuenta María Eugenia Viña que ella sintió que la presión iba disminuyendo a medida que su hija crecía. “Mi hija cumplió ahora tres años, y los juicios han ido aflojando, pero por ejemplo con el tema de la alimentación me sigue pasando. Por ejemplo, yo intento que tome lo menos posible de azúcar, pero hay momentos en que se toma helados o lacasitos. Y ahí depende de las personas: hay quien lo ve como lo normal, y me juzgan si me planteo no darle azúcar, y gente que no suele dársela a sus hijos y, aunque no lo dicen expresamente, sí se puede deducir que no les parece bien. Y también me pasa con el colecho, que depende con quién, me da palo decir que la niña e sigue durmiendo con nosotros”, reconoce.
Huir de la culpa y romper con el sistema
“Liberarse de la culpa no es nada fácil porque no es algo racional: es algo impuesto. El elemento principal que pone la culpa encima de las madres es la misma sociedad”, sentencia Laia Aguilar. Para ella, una forma de sortearla es “compartir entre iguales”: “Para las madres, puede ayudar a visualizar la situación global hablar de ello, hacerlo público, para ver que no todo está en ellas. Los foros donde las madres puedan encontrarse, como los grupos de posparto y de lactancia, son sitios donde se puede compartir entre iguales y que pueden ser aliadas”.
Esther Vivas, que en todos sus trabajos de divulgación propone modelos alternativos para la experiencia materna, también cree que hay salida al binomio culpa - juicio. “Librarnos de la culpa pasa por entender por qué la sentimos, entender que es fruto de una construcción social y cultural que es falsa. Por eso, es importante como madres tener una mirada más sorora y empática hacia otras madres, entender que cada una hace lo mejor que puede en función de su contexto social, económico y de su mochila personal. Necesitamos menos juicio y mucha más sororidad, comprensión y empatía entre nosotras”, reflexiona la experta.
El estudio de Malasmadres, que se titula precisamente “No eres menos madre”, concluye con una serie de recomendaciones en clave de humor que ayudan a relativizar los juicios y las culpas: “No eres menos madre por dar el pecho o el biberón, por dejar que duerma en tu cama, por buscar tiempo a solas para ti, por soñar con huir a una isla desierta o por vivir tu maternidad a tu manera”.
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