Los tiempos de crisis siempre suelen ir unidos a un descenso de la natalidad. Los datos así lo reflejan. Esta pandemia originada por la COVID-19 no será una excepción. Pero, obviamente, seguirán naciendo niños y niñas. Decidirse a tener descendencia siempre es un proceso complejo y depende de muchos factores personales, sociales, laborales, económicos... ¿Qué lleva a las personas a animarse a tener hijos o hijas en una situación como la actual? ¿Cuáles son sus principales preocupaciones o dudas? ¿Cómo están llevando el embarazo?
La mayoría de las personas que aparecen en este reportaje ya tenía tomada la decisión antes de que estallara la pandemia. Y decidieron seguir adelante. La situación de estabilidad económica influye y es habitual también en épocas no pandémicas. Es el caso de Ángela, de 36 años, que ya tiene junto a su pareja Iván otra hija de 4 años. Está embarazada de 22 semanas. “Llevábamos buscando, con las puertas abiertas a ellos, desde el verano anterior. En marzo, cuando empezó todo, dijimos que no nos frenaríamos porque teníamos muchos ganas de repetir. Veíamos que nuestra hija, además, lo pedía, que necesitaba esa compañía”.
En mayo se quedó embarazada. “Como llevábamos meses intentando, decidimos seguir adelante. En realidad, no sabíamos lo que iba a pasar”. Ambos son profesores, aunque ella está actualmente de baja. Tiene 36 años. “No soy muy mayor, pero tampoco quería llegar a los 40 para repetir”, destaca. “Yo me he mentalizado, que si cogemos el virus cualquiera de nosotros, lo pasemos lo mejor posible”. Más que un posible contagio, que también, les preocupa principalmente la situación de hospitales y que si pasa algo imprevisto puedan atenderla bien. “Esa es la mayor angustia que tengo”.
La pandemia tampoco ha frenado los planes de Álvaro y Lara. Tienen 31 y 29 años. “La idea la teníamos decidida de antes, más o menos en enero. Aunque es verdad que cuando empezó la pandemia y no llegaba el embarazo decíamos que no pasaba nada”, comenta el primero. “Como estábamos en plena pandemia, si se retrasaba un mes más, no había problema”, añaden. Ambos reconocen que tienen suerte por su estabilidad laboral y económica. “Esperamos seguir teniéndola, ese factor ha primado más”, afirman.
La mayor preocupación que tienen ahora es por su trabajo y la exposición que requiere, en este caso el de ella. Es enfermera en un centro de salud madrileño. “Cuando me quedé embarazada sí me empecé a agobiar un poco en el trabajo. Me adaptaron el puesto lo que se ha podido. Yo llevo sin ver a mis amigas mucho tiempo, fuera de lo que es el trabajo salimos a pasear solos y poco más”.
Lara está embarazada de 20 semanas. El embarazo llegó en mayo. “Nos acababan de desconfinar, parecía una situación diferente”, apunta ella. La joven señala que ha sido más consciente de la situación una vez estando embarazada que cuando lo tenían en mente. “Tampoco sabíamos que se iba a poner la cosa otra vez peor”, afirma.
Marta y Jose también llevaban tiempo intentando tener un hijo. Marta se quedó embarazada en mayo. “La situación de pandemia no cambió nuestro planes, era un deseo previo y decidimos seguir para adelante”, dicen. Ambos, que viven en Cádiz, destacan que tuvieron que esperar un poco para contarlo en persona a sus familiares, cuando se levantaron las restricciones para viajar. Ahora, intentan los mínimos contactos posibles. “Somos conscientes de que la niña va a nacer en una situación difícil y que cuando nazca no podremos abrir demasiado el círculo de contactos”, afirman.
Más dudas tuvo Vicky, de 35 años. Está embarazada de 27 semanas y tiene una hija de 21 meses. “Yo quería tener otro bebé. Quería quedarme embarazada, llegó el confinamiento y el bebé llegó antes de lo que yo pensaba. En el momento que me di cuenta, se me dio una ambigüedad de tener mucha ilusión por tenerlo pero por otro lado tener la incertidumbre de la situación”, afirma. Entre las dificultades de las circunstancias, Vicky señala los afectos. O la falta de ellos. “Tienes una alegría que quieres compartir con un montón de gente y no hacerlo con algo tan básico como un abrazo con amigos o familiares. Ya cuando pudimos salir a la calle sí vimos a algunos amigos pero claro, todo el mundo está muy cortado y no querían estar muy cerca de mí por los posibles contagios”, añade.
Miguel y María, de 35 y 24 años, también dudaron. Especialmente por la incertidumbre de saber cómo estarían los hospitales durante todo el proceso. Al final, “teniendo cuidado”, decidieron ir para adelante. María está embarazada de 21 semanas. “De todo mi círculo somos los que más cuidado tenemos, yo no voy a ninguna cena, prácticamente no piso un bar para tomar nada. Con mis padres que son de riesgo tampoco vamos a comer o cenar”, afirma Miguel.
En el caso de Isabel, de 41 años y con una hija de año y medio, el tiempo influye. “Yo juraba que no iba a tener más, me quedé embarazada accidentalmente muy al principio de la pandemia. Parecía que todo iba bien pero acabó en aborto. Eso me hizo ver, de repente, que sí quería tener otro”. Para ella, la pandemia inevitablemente suponía un miedo, un freno. Porque además en su caso suponía iniciar otra vez tratamiento para fecundación in vitro. Las clínicas inicialmente estaban cerradas, además. “En mi caso el tiempo es un grave inconveniente, no tenía mucha posibilidad de esperar. Por una cuestión de edad y teniendo en cuenta que esto no se sabe muy bien cuánto va a durar. En cuanto abrieron la clínica, a la semana allí estábamos”. Salió bien y está embarazada de unas 22 semanas.
También le influye el tiempo a Tamar, de 40 años y con un hijo de 2 años y 2 meses. Está embarazada de 15 semanas. Antes de su primer hijo tuvo tres abortos previos. Le tocó estar un año casi de pruebas. “Teníamos decidido desde antes tener un hijo este año. Mi embarazo se considera de alto riesgo. Me dio un poco de miedo, paramos un poco la cosa durante el confinamiento pero me quedé embarazada en junio, porque dijimos que ni va a haber vacuna este año y no sabemos si esto va a acabar pronto o tarde. Tampoco puedo esperar mucho por la edad. Dijimos que para adelante”.
“Aprovechar” la situación
También hay parejas que le ven el “lado positivo”, por llamarlo de alguna manera, a la pandemia y la crianza. El hecho de que la vida social y ciertos planes se vayan a tener que interrumpir inevitablemente durante un tiempo puede llegar a ser un factor decisivo a la hora de tomar una decisión así.
Carolina, de 29 años, está intentando quedarse embarazada. Lo argumenta así: “Cuando llevábamos un mes de confinamiento empezamos a pensarlo. A mí lo de quedarme embarazada me daba miedo por aquello de perder la vida, voy a tener que dejar de salir, era un sacrificio muy grande. Con el tema del confinamiento, dije que el momento era ahora, porque la COVID-19 me va a quitar parte de mi vida durante dos años, pues el momento es ahora. Es un pensamiento egoísta pero es sincero. A mí me está afectando mucho la cuenta atrás, no me quedo embarazada y tiene que ser ya”.
La flexibilidad laboral que tienen tanto ella como su pareja, y el poder realizar teletrabajo también han sido motivos para decidirse. Ella es psicóloga y él, ingeniero. Carolina no ha compartido mucho los motivos para quedarse embarazada. Y reconoce que alguna amiga con la que sí lo ha hecho, no los ha entendido muy bien. “Se lo dije a una amiga y me dijo que esto iban a ser pocos meses y que luego me iba a ver con un bombo y ya no podría hacer nada. Pero a mí se me ha metido en la cabeza que es ahora”, insiste. Y añade que “no pienso a largo plazo. ”A lo mejor si lo hago, dejo de desear tenerlo“.
Por su parte, Ana, de 35 años, como su pareja, expone unas razones parecidas, aunque más enfocadas al tema laboral. Se quedó embarazada a mediados de marzo, al comienzo de la pandemia. “Lo buscamos precisamente porque estábamos en medio de la pandemia. Llevamos un montón de tiempo juntos, él sí tenía más ganas. Lo teníamos antes en mente pero no lo habíamos planteado de forma seria. Yo trabajaba en turismo y eventos, era guía y coordinadora. A finales de febrero me fueron cancelando cosas, empecé a ver las cosas muy mal en el trabajo. Me quedé sin nada. Antes no encontraba el momento, viajaba mucho, me pasaba cinco o seis meses fuera de casa, trabajar embarazada para mí es complicado, muchos vuelos, etc. Justo se paró el mundo y nos decidimos”.
Afirma estar “muy contenta” con la situación aunque reconoce que tiene un poco más de “miedo” que al principio. “He hecho vida medio normal una vez que podía salir, dentro de las precauciones”, señala. Lo que más le preocupa en estos momentos no es tanto el virus en sí sino “todo lo que acarrea”.