Hace no tantos años, era habitual que las familias con adolescentes eligiesen un momento para tener “la conversación sobre sexo”. Un momento generalmente incómodo donde padres y madres sentaban a sus hijos o hijas para hablar del tema: métodos anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados solían ser los puntos a tratar. Y eso en el mejor de los casos, porque en otras familias el tema se obviaba directamente. A día de hoy, aunque en muchos casos se mantienen los silencios o las charlas incómodas, el enfoque ha cambiado. Expertas en psicología, sexología y educación, así como numerosos estudios, recomiendan introducir la educación afectivo sexual desde la primera infancia, adaptándola a las etapas de desarrollo y a la madurez del niño o niña.
Ese momento incómodo de conversación iniciática lo recuerda con claridad María, que hoy es madre de dos adolescentes. “Cuando éramos pequeñas y a mi hermana le vino la regla, mis padres nos sentaron para mantener la conversación de sexo en casa; fue una charla única en la que nos explicaron sobre todo cómo protegernos. Con mis hijos no ha sido así, he ido hablando con ellos desde que son pequeños. Yo lo he hecho a través de los cuentos, ha sido la mejor manera de iniciar conversaciones sobre estos temas, de hacerlo de forma divertida pero rigurosa. Esto ha hecho que, a día de hoy, hablar de sexo con ellos sea algo habitual o al menos no extraño”, explica. Ella tiene una niña de 11 años y un niño de 14, que, por ejemplo, le contó hace ya tiempo que algunos de sus compañeros de clase empezaban a consumir pornografía. “Como yo ya había hablado con él, me lo contó y eso hizo que le pudiese explicar que el porno es ficción y no representa la realidad. Generando un espacio de confianza y de respeto se crean lugares donde expresar dudas y eso es muy positivo”, explica esta madre.
Empezar pronto y con enfoque positivo
Para Sonia Encinas, sexóloga y autora, entre otros libros, de Sexo afectivo (Montena, 2023), la pornografía es precisamente uno de los focos actuales de la preocupación de padres y madres a la hora de abordar asuntos de sexualidad con sus hijos. Y lo es con un enfoque que no siempre es acertado: “Hemos pasado de dar una educación sexual basada en la prevención de infecciones y de embarazos no deseados a de repente poner toda la alarma en la prevención del uso del porno, y en ambos casos esa educación parte de la angustia o del miedo por lo que les pueda pasar a los adolescentes”, analiza la experta.
Encinas propone cambiar el foco, abordar la sexualidad desde un punto de vista positivo, anclándola en ideas como “la diversidad, el placer, los cuidados y la responsabilidad”. Y sugiere además empezar pronto, pues, según ella, tratar de abrir una conversación durante la adolescencia o justo antes de ella “es ir ya demasiado tarde”. “Aunque tradicionalmente tenemos en nuestro imaginario lo que yo llamo muchas veces ‘LA’ conversación sexual, la realidad es que en la mayoría de los casos esa conversación no se da, lo que hay son silencios incómodos. Y cuando como padres nos entra la prisa por tenerla es que ya vamos tarde”, asegura.
Hablar desde el miedo –las infecciones, los riesgos, los embarazos– solo hace que los adolescentes se bloqueen. Lo realmente transformador es hablar desde el placer, la diversidad, el conocimiento y el disfrute
Coincide en este criterio la también sexóloga y psicóloga Isa Duque, más conocida como La PsicoWoman en redes sociales. Duque escribió Acercarse a la generación Z (Zenith, 2022) y tiene actualmente en preventa otro libro dirigido a adolescentes que se titula Sexualidades. Tanto en sus libros como en sus charlas y talleres, lo que procura es dirigirse a jóvenes y adolescentes en sus propias claves, “hablarles de manera clara y en su lenguaje sobre sexología crítica feminista”, explica. “Los derechos sexuales y reproductivos son derechos humanos, pero no se está haciendo un trabajo suficiente en este ámbito; además, estamos en un momento de retroceso total, vuelve la doble moral y los mensajes conservadores”, asegura Duque, y añade: “Hablar desde el miedo –las infecciones, los riesgos, los embarazos– solo hace que los adolescentes se bloqueen. Lo realmente transformador es hablar desde el placer, la diversidad, el conocimiento y el disfrute”, asegura.
Educar con el ejemplo
Para Duque, una de las claves para construir una relación sana con la sexualidad desde la infancia pasa por educar con el ejemplo: “Todas las personas todo el rato estamos educando sobre sexualidad con nuestro ejemplo: cómo nos relacionamos con nuestro entorno, con nuestro cuerpo, cómo expresamos nuestras emociones y afectos, cómo tratamos a los niños y niñas… Esto va mucho más allá de un taller en el cole o en un centro, o de una conversación concreta. Y es un camino que dura toda la vida: revisar, deconstruir y curar nuestra propia sexualidad es lo mejor que podemos hacer con nuestras criaturas”, explica.
Un criterio en el que coincide Sonia Encinas: “La primera forma de educar sexualmente de manera positiva pasa por hacernos cargo como adultas de nuestra propia mirada hacia la sexualidad, siendo conscientes de que forma parte de nuestra salud y bienestar; solo así estaremos preparadas para poder transmitirlo de una manera más natural, sin esperar a una conversación iniciática incómoda e insuficiente”, señala la experta.
En la casa de Marian nunca se habló de sexualidad ni de afectos, ni siquiera hubo una conversación. “Al contrario, cada vez que surgía algo parecido, mi padre cambiaba de tema, y lo sigue haciendo”, recuerda. Ahora que es adulta, ha decidido cubrir ese vacío con su hermana, que es adolescente: “Como yo no he tenido libertad de hablar del tema en casa, he sentido cierta responsabilidad de hacerlo con mi hermana. Hemos hablado de desarrollo y sexualidad con tranquilidad siempre que hemos podido, por ejemplo le regalé cómics y le hablé de la menstruación cuando a ella le vino, y también abordamos abiertamente temas como la orientación sexual o las relaciones. A mí me habría gustado estar más informada de todo cuando tenía su edad”, asegura.
Al principio seguíamos haciendo cosquillas aunque alguien dijese ‘para’, escudándonos en la broma. Cuando me di cuenta de lo que significaba, me puse seria: si alguien dice ‘para’, se para. Es una buena forma de que entiendan lo que es el consentimiento
En cuanto al momento ideal para comenzar a hablar de sexualidad de manera amplia, todos los estudios actuales y expertas en la materia coinciden en hacerlo desde muy pequeños, con lenguajes y mensajes adaptados a sus edades y niveles de desarrollo.
“Lo mejor es hacerlo desde el inicio de la vida, y no quebrarnos la cabeza pensando y estudiando manuales para acompañarles, sino hacerlo con naturalidad. Por ejemplo, cuando son pequeños, nombrando las diferentes partes de su cuerpo, pidiéndoles permiso para tocarles si necesitamos lavarles o cambiarles el pañal y respetando sus límites y los nuestros propios”, asegura la sexóloga Encinas. Ella tiene un hijo de cuatro años con el que lo pone en práctica: “Le pongo límites firmes con respecto a mi cuerpo, por ejemplo, no quiero que me toque los pezones. Y si yo le pregunto si quiere un beso o un abrazo, y él no me lo quiere dar, lo respeto”, asegura.
Así comenzó también María su aproximación al consentimiento con sus hijos, en su caso a través de juegos. “Empecé a planteárselo por ejemplo con el juego de las cosquillas. Cuando jugábamos a eso en casa, al principio nosotros seguíamos haciendo cosquillas aunque alguien dijese ‘para’, escudándonos en la broma. Cuando me di cuenta de lo que significaba, me puse seria con este tema: si alguien dice ‘para’, se para. Es una forma muy buena de que entiendan lo que es el consentimiento”, explica. Además de los cuentos, María también utiliza situaciones de la vida cotidiana para abrir conversaciones con sus hijos: “Cuando aparecen casos en las noticias o en una película, me sirve de excusa para sacar el tema en cualquier situación y comentarlo con ellos”, asegura.
“La educación sexual empieza desde que estamos en el útero”, asegura, rotunda, Isa Duque. “Está demostrado que durante los primeros tres años se genera mucha psique. Nosotros como adultos empezamos a educar desde antes del nacimiento: las fiestas de revelación de género, donde establecemos el tratamiento diferenciado que van a tener los bebés desde pequeños, o la manera de relacionarnos con nuestro cuerpo y con nuestro entorno. Por eso es importantísimo generar espacios para poder hablar desde que son muy pequeños, asegurándonos de tener información de calidad para transmitirles. Porque la educación previene abusos sexuales y salva vidas”, concluye la sexóloga y psicóloga.