Mi hijo de diez años me habló de porno y así afronté la conversación
Una de las cosas que más disfruto de la maternidad son los momentos para charlar con mi hijo y con mi hija. La comunicación siempre me ha parecido clave y es algo que me he esforzado en mantener. Leer cuentos, contarles mi día y preguntarles qué tal han pasado su jornada es uno de los mejores ratos de la crianza. Cada noche que estamos juntos hablamos sobre muchos temas, a veces utilizando los cuentos como excusa y, otras, charlando sin más.
El otro día, al volver del colegio le pregunté al mayor de mis peques (10 años) cómo lo había pasado en la excursión. Su respuesta fue breve: “bien”. Insistí para obtener algo más de información sobre su día y él respondió con algo que no me esperaba. De forma muy natural me contó que, durante el viaje de vuelta de la excursión, en el autocar, había estado hablando sobre porno con un grupo de compañeros. Me explicó que sólo uno de ellos había visto imágenes de una película. Y añadió que todo esto era un secreto y que yo no podía contárselo a nadie.
Mi pulso se paró. “¡Porno! ¡pero si sólo tiene 10 años!”, pensé. Tragué saliva y fingí ser natural, para continuar conversando con él sobre el tema. Le conté que el porno es ficción y que las relaciones sexuales de verdad no se parecen en nada a las películas de pornografía. E hice hincapié en que, habitualmente, las escenas de estas pelis representan relaciones machistas y llenas de faltas de respeto. Él me escuchó y me hizo algunas preguntas pero, en breve, su atención volvió a centrarse en los cromos.
Esperaba haber tenido esta conversación sobre el porno dentro de algunos años. Se supone que yo ya estaba advertida porque, con anterioridad, había leído que los niños y las niñas cada vez tienen acceso a la pornografía a edades más tempranas. Aun así, me pilló por sorpresa y no paraba de repetirme a mí misma que es muy pequeño y que aún no está listo para ver este tipo de películas.
Lo cierto es que este episodio sirvió para alertarme sobre en qué punto está mi hijo y su curiosidad sexual. Y me dio la oportunidad de advertirle y enseñarle que las relaciones sexuales reales deben basarse en el respeto y no en la pornografía.
De esta inesperada charla sobre el porno hubo algo que me encantó: saber que mi hijo ve en mí alguien con quien comentar sus descubrimientos y dudas sobre el sexo. Supongo que las conversaciones sobre sexualidad que hemos mantenido juntos tantas noches han servido para prepararnos y afrontar este momento.
Cuando me inicié en la maternidad me pregunté cuál sería la edad más adecuada para mantener “la conversación” sobre el sexo con mi hijo. Esa charla en la que le contase los posibles riesgos en las relaciones sexuales y le hablase de los métodos anticonceptivos. Con el tiempo y muchas lecturas, aprendí que no quería tener una única conversación para hablar de sexo en la preadolescencia. Descubrí que quería dialogar con mi hijo y con mi hija de forma continua, desde edades preescolares, sobre su cuerpo, su sexualidad, el placer, la reproducción o las relaciones con los demás. Es por ello que he dedicado muchas noches a charlar y leer cuentos sobre estos temas, respondiendo sus curiosidades con mi mejor pedagogía.
Algunas de esas lecturas que me han gustado sobre el tema son “Mamá puso un huevo... (o cómo se hacen los niños)” para leerlo cuando son peques. A partir de 7 u 8 años utilizamos “Sexo es una palabra divertida” o “Cuéntamelo todo” para leerlo en familia o para que lo lean ellos y ellas.
Su naturalidad y su inocencia han provocado diálogos íntimos, múltiples dudas incómodas y también momentos muy divertidos: “Entonces, mamá ¿tú has hecho el amor dos veces?” “¿En qué postura te puso papá la semilla?”. A veces me he sonrojado con sus preguntas, otras me he reído, pero en todas las ocasiones he disfrutado y aprendido. Esos ratos han servido para cultivar una confianza entre nosotros que permita que hoy mi niño elija hablarme de su encuentro con el porno.
Imagino que estas conversaciones conmigo sobre su sexualidad no serán para siempre; que quizá mi hijo en otros momentos preferirá confesar sus curiosidades ante otras personas que no sean su madre. Pero no deja de ser positivo que busque información veraz sobre estos temas en una adulta y, sobre todo, que sepa que ante cualquier duda o problema, tiene en mí una referencia.
Como quiero seguir estando presente, dudé si sacar de nuevo el tema. Finalmente me animé y, pasados unos días, le pregunté. Y sin levantar la mirada del balón me contestó que sí, que había vuelto a hablar de porno con sus amigos. Pero siguió jugando a la pelota sin más. Así que esperaré a que él busque otra ocasión para charlar con tranquilidad.
Espero que su confianza hacia mí dure mucho tiempo pero, sobre todo, deseo que las relaciones afectivo sexuales de mi hijo (y también de mi hija) sean sanas y respetuosas. Seguiré esforzándome, en la medida de mis posibilidades, para que esto sea una realidad.
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