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“Estábamos un sábado por la tarde noche tomando algo. Tenía a mi hija de seis años sentada a mi derecha y de pronto me agarró la pierna, se puso de pie, boqueaba pero no emitía sonido alguno, tampoco podía toser. Se llevó la mano al cuello, le pregunté si se había atragantado pero la cría no estaba comiendo nada. Me puse de pie, la giré y la incliné sobre mi mano para ir a darle una palmada en la espalda con mi otra mano entre los omoplatos y entonces mi hijo mediano, de nueve años, se me adelantó y le dio dos palmadas fuertes en la espalda y salió despedido de la boca de mi hija un trozo de hielo. Como la cría nos explicó luego, al ir a apurar el último trago del refresco, hizo el típico gesto de echar la cabeza hacia atrás para tomarse el culín que quedaba y se atragantó con el hielo”.
La historia la recuerda la médica navarra Ana Campillo, que ya contó la hazaña de su hijo en un hilo de Twitter que se hizo viral. Marta Nonide Robles, médico del SAMU-Asturias, pone algunos ejemplos similares: “Una niña de 10 años logró liberar la vía respiratoria de su madre, que se había atragantado con una almeja, y otra niña de 12 salvó a su abuela de otro atragantamiento. Dos niños han dado instrucciones de reanimación cardiopulmonar a los adultos en caso de parada cardiorespiratoria. Se han multiplicado los casos de niños que llaman al 112 porque su familiar no despierta o ha sufrido un accidente”.
Estas historias con final feliz tienen mucho más en común que la valentía de los niños protagonistas: todos estos pequeños héroes y heroínas reciben en sus centros escolares formación en primeros auxilios. Pero, a pesar de que en el Real Decreto que establece el currículo básico de Educación Primaria aparece hasta en cinco ocasiones la inclusión de los primeros auxilios, lo cierto es que, como señala Nonide, que está detrás del proyecto RCP desde mi cole, las autoridades “no dan una guía detallada de quién, cómo y en qué momento o asignatura deben impartirse. Esto deja a los colegios la potestad de introducirlos a su manera”.
Esto queda claro cuando Campillo y Nonide explican las diferencias de la aplicación de la norma entre Asturias y Navarra. En Asturias, es personal de enfermería de asociaciones como Con tus manos puedes salvar vidas, que gestiona Nonide, los que acuden a los colegios a demanda del profesorado. “Al principio íbamos de cole en cole proponiéndolo a los profes o directores. Tenían muchas dudas de que estos talleres fueran apropiados, sobre todo con niños tan pequeños –incluso de cinco años–”, matiza, pero “el boca a boca funcionó. Y ahora mismo tenemos una tremenda lista de espera”.
Ana Campillo decía en su hilo viral que “en Navarra somos muy afortunados”. Y no le falta razón: el Gobierno de Navarra tiene un convenio con la asociación de sanitarios El ABC que salva vidas, por el que este personal forma a profesorado, especialmente de Educación Física, para que en los últimos años de Primaria y primeros de Secundaria, en un par de sesiones por curso, el alumnado aprenda “si una persona respira o no, la maniobra de inicio para la reanimación cardiopulmonar y las maniobras de atragantamiento”.
Marta Nonide reconoce haber ido a domicilios donde niños pequeños han estado solos horas con el adulto que los cuidaba muerto o desmayado. “Pero en 2012 una niña de 8 años me llamó al 112 porque su abuela se había desmayado. Contestó a todas mis preguntas y entendí que se trataba de un ictus. Junto a su hermano de 6 años cumplió todas las instrucciones y puso a su abuela en posición lateral de seguridad con mi guía. La ayuda llegó en 10 minutos y su abuela se salvó. Así que entendí que los niños más pequeños eran los más desprotegidos, pero también los que mejor iban a llamar y a obedecer al 112 en caso de emergencia. Era cuestión de adaptar la formación”.
En la web de RCP desde mi cole se afirma que los países nórdicos forman a sus escolares en las maniobras de atención a la emergencia. Por eso, su tasa de eficacia en salvar la vida de un paciente en parada cardíaca súbita es superior al 70%. En España esta tasa es inferior al 10%. Los ciudadanos españoles llegan a la vida adulta sin estar capacitados para reconocer una parada cardiorrespiratoria o para hacer una reanimación cardiopulmonar eficaz.
Ana Campillo explica por qué es importante que la población tenga nociones de primeros auxilios con un argumento incontestable: “En situaciones de una parada, de un atragantamiento, tu vida depende de lo que sepa la persona que tienes al lado. Hay unas mínimas medidas o conocimientos que se pueden considerar casi un deber cívico”.
Marta Nonide, por su parte, se muestra partidaria de comenzar a enseñar estas nociones cuanto antes. “Pueden comenzar a mecanizar con sus peluches, de modo divertido y desprovisto de angustia, las maniobras de reanimación cardiopulmonar y las de desobstrucción de la vía aérea”. Si las comienzan a mecanizar de forma correcta con cinco años, las normalizan y repiten cada año, explica la experta, “al llegar a la adolescencia (cuando realmente sean capaces de aplicarlas de modo efectivo) ya tendrán los conceptos grabados. Actuarán sin miedos ni dudas. Cuanto más mayores son los alumnos (y no digamos si el curso se da en adultos) más difícil es que interioricen las maniobras y las apliquen correctamente en un momento de emergencia real”.
Campillo es muy consciente de que no se puede sobrecargar el currículo escolar, por eso compara las sesiones anuales de primeros auxilios con la práctica repetida de simulacros de evacuación y propone que “este tipo de talleres y de formación se haga de modo generalizado en el ámbito escolar y también en los centros de trabajo. Talleres cortos y básicos, pero repetidos en el tiempo, porque todo lo que no se usa se olvida”.
En el caso de niños y niñas pequeños, se les enseña a llamar al 112, a diferenciar si alguien respira o no y a tener a mano (o aprenderse) la dirección de su casa para facilitarla a los sanitarios. Nonide cuenta que, con los pequeños, cantan la canción de la Reanimación, cuya fama incluso ha cruzado el charco. Aparte de cantar, los niños de cinco años “podían aprender la reanimación cardiopulmonar y el Heimlich [maniobra para salvar la vida en caso de un atragantamiento], con sus peluches (no tienen fuerza para los maniquíes de los mayores). Y les encantaba. Y lo recordaban”. En la web, Marta Nonide comparte numerosos recursos, por lo que se muestra convencida de que su proyecto es “fácilmente reproducible”.
Ambas sanitarias reivindican que este tipo de formación en los colegios se haga de forma reglada y universal, porque, asegura Campillo, “la formación en primeros auxilios es desigual entre colegios y comunidades y se lleva a cabo a costa de mucha voluntariedad de diversas asociaciones”. Por eso, defiende que “es necesario que desde las administraciones se regule y presupueste la formación, dado que es la forma más transversal y efectiva de llegar a toda la población”.
Marta Nonide está convencida de que en quince años tendríamos los números revertidos en cuanto a la supervivencia en casos de parada cardiorrespiratoria si la formación en primeros auxilios llegara de manera reglada a todos los coles, “donde captas y formas al 99% de la población”. Y en este empeño, las familias, afirma Nonide, tenemos un papel fundamental: “Si las familias ven lo que pueden aprender sus niños, cómo son los talleres y les pierden el miedo, comprenden que son vitales y los exigen en masa, las autoridades y gobiernos se pondrán por fin las pilas”.
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