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Seis jóvenes adultos criados por lesbianas o gays desmontan las leyendas urbanas sobre familias homoparentales

Bruna con sus madres Pilar y Anna.

David Noriega

Han tenido que escuchar que padecerían problemas psicológicos, que vivirían con miedo a sufrir rechazo en el colegio, como si eso fuera su culpa, que serían homosexuales, como si se tratara de algo malo, o que su familia es antinatural. Todo, por haber sido criados en familias homoparentales. Y todo, pese a vivir una infancia “como la de cualquier niño”, que poco tiene que ver con estos tópicos.

Sushila (28 años), Gauri (25), Vasyl (17), Bruna (16), Elena (23) y Alejandro (19) son jóvenes adultos que han crecido con dos madres lesbianas o dos padres gais (uno, en el caso de Alejandro) y que pueden desmentir con su propio ejemplo muchos de los argumentos contra unas familias que han “luchado a contracorriente” para poder tenerlos y en las que ellos viven con total normalidad. ¿La prueba? “Nunca he tenido un conflicto por tener dos madres; es como si la gente que tiene un padre y una madre tuviera un conflicto interno por ello”.

Leyenda urbana 1. Sufrirán bullying en el colegio

La posibilidad de que los niños sufran rechazo en el colegio es uno de los argumentos más extendidos en contra de las familias homoparentales. Un argumento que se desvanece al hablar con los entrevistados. “De pequeña, la gente me decía que era imposible que tuviera dos madres, que una era mi tía, que tenía padre pero que no sabía dónde estaba o que era adoptada. Luego los niños venían a mi casa a las fiestas de cumpleaños y lo entendían perfectamente: tienes dos madres, ya está. Al llegar a sus casas eran sus padres quienes no se lo creían, pero es una cuestión de desconocimiento, después lo aceptaban”, relata Bruna.

Sushila y Gauri son hermanas. La primera llegó a España, desde India, con 10 años, y la segunda, tiempo después, con cuatro. “Personalmente, no sufrí bullying”, explica la mayor, que sí recuerda que su proceso de adaptación fue complicado por su edad y por el idioma, que tardó dos años en entender. Para Gauri las cosas fueron más sencillas: “Todo el mundo me conocía por mi hermana, hice mi pandilla y no tuve ningún problema”. Eso sí, recuerda vagamente un episodio que su madre rememora con todo lujo de detalles. Se debatía la ley de matrimonio igualitario, cuando su profesor de religión (iban a un colegio concertado) realizó un comentario despectivo sobre las parejas homosexuales. Sus compañeros se pusieron de su lado y recriminaron la actitud del maestro.

Lo que todos han escuchado en alguna ocasión es “el típico comentario de personas que no vale la pena escuchar”, indica Vasyl, a quien nunca le han afectado emocionalmente. “De pequeña los niños se meten contigo porque eres flaca, porque juegas al fútbol… que mi madre fuera lesbiana les daba igual. A partir de los 15 la gente está un poco más tonta con la edad del pavo, pero pasas”, indica Elena.

Leyenda urbana 2. También serán homosexuales

“Es una cosa que me han dicho tantas veces”, recuerda Vasyl justo antes de aclarar que “el hecho de tener dos padres o dos madres no tiene nada que ver con tu orientación sexual”. “No tiene por qué, yo soy hetero”, apunta Alejandro. Beneficia, eso sí, a tener una actitud más tolerante y “una visión más abierta a la diversidad”, explica Gauri, quien afirma haber “probado” con mujeres, pero que se declara heterosexual. Su hermana, sin embargo, es mucho más tradicional: “Mis madres son ateas al cien por cien, pero yo me quiero casar por la iglesia”.

Bruna se identifica con una de sus madres, “a la que le gustan las personas y no diferencia por sexos”, razona. Un concepto conocido como pansexual, aunque ella prefiere escapar de etiquetas. Y Elena tiene novio desde hace seis años a pesar de que dicen que “no voy a tener estabilidad emocional por tener dos madres”.

Leyenda urbana 3. Se les priva de una figura materna/paterna

Alejandro fue adoptado en Rusia y recuerda aquello como “un infierno”. “Al llegar a España no hablaba el idioma y sí que pregunté por mi madre. Cuando vi que no tenía, pero que tenía un padre que hacía de padre y madre, me dio igual. A un niño pequeño no le importa que su padre sea gay mientras tenga amor y cariño”, explica. Algo en lo que coincide con Gauri. “Existen muchos modelos de familia y no en todos hay un padre y una madre: padres solteros, viudos, niños a los que crían los abuelos. Lo importante es que haya amor”.

Además, “no puedes tener una carencia de algo que nunca has tenido, porque no sabes lo que es”, recalca Bruna. Para ella, el problema está en que “a la gente que vive con familias tradicionales les cuesta más aceptar otras cosas, porque no las ha visto o no las conoce”. En ocasiones “puedes echar de menos un consejo que no te dan tus madres, pero luego le pregunto a mi padrino y ya está”, matiza Sushila. Y es que, a su alrededor, todos cuentan con figuras masculinas o femeninas, como abuelas y abuelos, tías y tíos, primas y primos…

Leyenda urbana 4. Padecerán problemas psicológicos

“Este es un argumento de personas que no quieren reconocer la realidad y buscan cualquier excusa para excluirte de la sociedad”, defiende Sushila. “He tenido amigos con padres divorciados que sí han tenido problemas de baja autoestima, les ha afectado a los estudios porque han tenido que ir cambiando de casa, han tenido trastornos… Yo he recibido amor por todas partes”.

Además, el hecho de ser criada en una familia homoparental hace que éstas sean “mucho más abiertas, no solo en temas de orientación sexual, sino en cualquier decisión de la vida”, razona Elena. “Ellas saben lo que es que no te apoyen, por lo que quieren que sus hijos se desarrollen más emocionalmente para evitar que pasen por los mismos problemas que tuvieron ellas de niñas, de jóvenes o de adultas”, explica. Una situación con la que Vasyl se siente identificado: “Cuando llegas a casa sabes que puedes hablar de todo”.

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