Una niña pequeña y su madre están en la cocina. De pronto la niña le suelta, sin aviso previo: “Mamá, ¿qué es ser virgen?”. La madre, que no se lo esperaba, traga saliva y empieza a contestar como puede: “Verás, cariño, ¿recuerdas la conversación sobre sexo, cuando papá y mamá se quieren mucho y se juntan en la cama? Pues las personas que nunca han hecho eso son vírgenes, significa que no han tenido sexo todavía. ¿Lo entiendes?”. La niña se queda un momento reflexionando y vuelve a preguntar: “Entonces, ¿qué significa virgen extra?”. Estaba mirando una botella de aceite virgen extra, de ahí su pregunta.
Con esta anécdota ilustra la sexóloga, psicóloga y madre Rebeca López la necesidad de establecer conversaciones sobre sexualidad con niños y niñas, y de hacerlo de manera adecuada a su edad. En muchas ocasiones, cuando los menores escuchan alguna palabra que no entienden pero que les llama la atención, preguntan a bocajarro a sus madres o padres, y estos no saben muy bien cómo reaccionar. “¿Qué significa follar? ¿Qué es hacerse una paja? ¿Qué es el porno?”. Ahí quedan las preguntas, y ahora viene lo difícil: responder.
Para Rebeca López, un truco básico consiste en devolver la pregunta a los niños para ganar tiempo y poder situarnos mejor (algo que habría evitado el error del aceite de oliva): “Si les contestamos que a qué se refieren exactamente o en qué contexto lo han escuchado, podremos ajustamos más a la respuesta, averiguar hasta dónde saben ellos sobre el tema y tomarnos un tiempo para resolver la duda”, explica la sexóloga. Si a los padres y madres les cuesta hablar de sexualidad, López les invita a reconocer esa dificultad: “Muchas veces nosotros no hemos tenido una educación sexual, o nunca nos han resuelto dudas cuando éramos pequeños, así que no tenemos un ejemplo. Podemos explicarles a nuestras criaturas que nos cuesta contestar y así entienden que no es que no queramos responder o que sean preguntas prohibidas, sino que vamos a intentar hacerlo aunque nos cueste”, dice.
Responder siempre y ajustarse a la edad
A la pregunta de qué hacer cuando nuestros hijos e hijas lanzan este tipo de cuestiones, la enfermera y sexóloga Silvia García Ruiz de Angulo responde sin dudarlo: “¡Contestar siempre!”. Y hacerlo “lo mejor que sepamos y lo más positivamente posible”. Para esta experta, que está especializada en educación sexual infantil, no hace falta que las respuestas sean muy elaboradas ni saber demasiado sobre el tema: “Muchas veces un ‘No sé mucho sobre esto, pero podemos buscar más información’ es suficiente. Hay que tener en cuenta que no se puede no comunicar. Los silencios incómodos, los ‘eso son cosas de mayores’ o cambiar radicalmente de tema también están enviando un mensaje: que es algo malo, que da vergüenza o que no es una conversación bienvenida, y por lo tanto perpetúa el tabú”, asegura.
La respuesta a las preguntas y el grado de detalle dependerá de la edad del niño o niña y de su capacidad de comprensión. “Siempre hay que adecuar la respuesta a su vocabulario, pero hay que tener en cuenta que, cuando preguntan, suelen estar preparados para entender la respuesta”, explica Rebeca López. Para Silvia García Ruiz de Angulo debemos asumir que quizás queden dudas sin resolver: “Puede que no entiendan todo lo que les estamos contando, pero no pasa nada, porque con el paso del tiempo integrarán la información y sabrán que pueden volver a preguntar. Esto va mucho más de crear espacios seguros que de saberse todas las respuestas”, asegura. Las dos expertas recomiendan utilizar recursos de apoyo como libros, cuentos, series, juegos o dibujos animados para abrir diálogos.
Una conversación continua desde pequeños
¿Qué pasa si los niños y niñas no preguntan? ¿Tenemos que establecer un momento de inicio para la educación sexual, la famosa “charla”, o es mejor que se hable del tema desde el principio, desde que son pequeños? Tanto López como García prefieren las conversaciones abiertas sin un momento iniciático, sin esperar a que lleguen las dudas. “Esto es algo que solo pasa con la educación sexual, que a veces estamos esperando a que los niños pregunten para responderles. Con otros temas, como la educación vial, no esperamos a que nos pregunten lo que es un semáforo para explicárselo, porque es importante que lo sepan desde pequeños”, ejemplifica Rebeca López. Si las cuestiones no surgen de ellos, “siempre podemos inventarnos las circunstancias”, explica López: “Utilizar como excusa una noticia que hemos leído, una conversación con nuestra pareja o cualquier cosa que se nos ocurra para establecer conversación es siempre una buena idea”, añade.
Para Silvia García Ruiz de Angulo, “no hace falta sentarse a hablar de sexo”. “Se pueden abordar los temas según vayan surgiendo, explorar conceptos en el día a día, como las partes del cuerpo y las zonas privadas a la hora del baño o el consentimiento al cambiarse de ropa. La mejor educación sexual es crear un clima de confianza, curiosidad y libertad en torno a los temas de sexualidad, mantener una actitud positiva y referirse a las cosas con naturalidad y por su nombre. El reto es ser capaces de transmitir que la sexualidad es una esfera importantísima de nuestra vida y que se puede vivir desde el placer, la curiosidad y el respeto”, concluye la sexóloga.