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En primera persona

Por qué no cogí mis 16 semanas completas de permiso de maternidad

Una madre con su bebé.
15 de diciembre de 2022 23:15 h

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Escucho a la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, responder sobre su baja maternal y viajo en el tiempo. Tengo un hijo de 13 años. Y memoria. Estuve trabajando hasta la última semana antes de parir y volví a trabajar al mes y medio porque me ofrecieron el contrato que quería en la editorial que quería y en la que luego desarrollé mi carrera profesional durante 15 años. Recuerdo la última entrevista que hice cinco días antes de romper aguas (fue a Pedro Duque antes de que se le ocurriera la excentricidad de ser ministro), y también mi primer día de vuelta, más que nada por tener que sacarme la leche en el baño de la oficina sin poder cerrar la puerta porque el único enchufe estaba al lado del lavabo. 

He pensado mucho en aquella decisión que tomé: volver a trabajar con un bebé de seis semanas porque era bueno para mi carrera. Los derechos es lo que tienen, están ahí aunque no quieras ejercerlos o ejercerlos te perjudique. A ratos me arrepiento, a ratos me consuelo y a ratos miro a mi hijo, al que este conflicto existencial le da lo mismo, y me digo, mientras muevo la cabeza de derecha a izquierda: menos mal que no renunciaste a tu carrera por este pequeño mostrenco. 

Muevo la cabeza también cuando escucho a Belarra. Rememoro lo mío mientras veo a la ministra responder a la eterna pregunta de siempre, a veces pertinente y a veces no, la pregunta que solo se hace a las mujeres y solo se hacen las mujeres. Pero qué es usted, madre o ministra. Decídase, señora, que no está el país para medias jornadas. Y recuerdo también otros casos: las críticas a Soraya Sáenz de Santamaría, Susanna Griso o Pilar Rubio, mujeres, madres y profesionales que tampoco agotaron la baja maternal. El último caso fue especialmente significativo porque el padre de la criatura, Sergio Ramos, se reincorporó a los entrenamientos de la selección española apenas unas horas después de tener a su hijo. Nadie le criticó, todo lo contrario, se vio como una muestra de compromiso con su trabajo.  

Escucho responder a Belarra, me pongo en su lugar y me recuerdo a mí misma, y dejo que me invada ese sentimiento familiar de rabia y culpa que solemos tener las madres trabajadoras. Bienvenida, ministra, al colectivo de feministas que defienden una baja maternal lo más extensa posible y que, una vez conseguida como derecho, no hacen uso de ella o lo hacen a tiempo parcial, y vuelven a trabajar sin darse cuenta de que no están dando ejemplo, o de que están dando el ejemplo equivocado o de que no son ejemplo de nada. Lo bueno, lo importante, es que el derecho existe y es gracias a nosotras. 

Yo volví a trabajar con un bebé de seis semanas porque lo necesitaba yo y era bueno para mí y para mi carrera profesional, y lo hice por encima de la necesidad, que también sentía, de cuidar y criar a mi hijo. A mi pareja y padre de la criatura, que volvió al trabajo a la semana de tener a nuestro hijo sin ningún conflicto interno o externo, mis dudas le parecían surrealistas y solo le preocupaba el aspecto práctico de la situación: quién se queda con el niño y cuánto dinero nos va a costar. Pero las mujeres, a las que parece corresponder la crianza y los cuidados, no tienen tan fácil la elección. Elijamos lo que elijamos, no nos sentimos del todo libres y sabemos que alguien nos juzgará. Existirían fórmulas si la sociedad quisiera aplicarlas, flexibilidad, teletrabajo, delegar lo delegable, salir de trabajar antes de anochecer, en fin, la verdadera conciliación entre maternidad y ambición profesional. 

Tomé aquella decisión hablando con mi madre. Hizo un sitio en la nevera para que yo dejara los envases de leche y otro más grande para su nieto y mi culpabilidad. Era 2009 y ella fue la única que me enseñó a ser madre y trabajadora y a no tener que elegir ni dar explicaciones. ¿Hay que volver atrás?

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