Más variados, originales y cortos: así se han popularizado 1.200 nombres en 25 años
La elección del nombre del futuro hijo o hija es una de las decisiones importantes que se toman durante el embarazo. ¿Es mejor escoger el nombre de un pariente o uno que no comparta con nadie de la familia? ¿Un nombre común o uno que apenas lleven otras personas?
“A mí me gustaba Leia”, cuenta Fernando, padre de una niña de cinco años. La madre se decantaba por Lola, así que escogieron Leia Lola. En toda España hay mil mujeres llamadas Leia, como la princesa de la saga La guerra de las galaxias. La mayoría de ellas son niñas de menos de siete años. También hay más de 20.000 mujeres llamadas Lola, casi todas nacidas en este siglo. El nombre compuesto quizás solo lo lleva la hija de Fernando. Sin embargo, el padre explica que “no buscaba un nombre único” ni tampoco tiene “fervor por el personaje”, sino que le parecía un nombre “melódico y bonito”.
Como Fernando, cada vez son más los padres que se inspiran en nombres de pila fuera de lo común para sus hijos e hijas. Así lo reflejan los datos. A finales de los 90 se registraban menos de 200 nombres distintos por cada 100.000 nacimientos. Esta cifra ha ido aumentando y en 2021 ya eran casi 300 los nombres de pila únicos por cada 100.000 bebés nacidos al año. Hay mucha más diversidad.
Es una de las tendencias que se observan en la evolución de los nombres de los recién nacidos desde 1996. El análisis realizado por elDiario.es se basa en las frecuencias anuales de cada nombre de pila entre los nacidos en los últimos veinticinco años, facilitadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Ver metodología.
Durante estas más de dos décadas no es solo que haya aumentado la diversidad y que haya menos tocayos, sino que se usan mucho más nombres que comparten un porcentaje muy bajo de los recién nacidos. A casi la mitad de los bebés les pusieron en 2021 un nombre que tienen menos de uno de cada mil nacidos el mismo año. En 1996, este grupo no llegaba a un tercio de los recién nacidos.
Los nuevos nombres de moda
“Nosotros le pusimos Martín a nuestro hijo porque nos sonaba bien”, cuenta Antonio, periodista andaluz. Aunque el motivo que decantó la decisión fuera el mismo que el de Fernando para escoger Leia Lola, la elección de Antonio coincidió con el nombre que es en estos momentos el más frecuente entre los niños.
Cinco años atrás, cuando nació Martín, sin embargo, el nombre no era tan habitual en Andalucía como en el norte de España. El padre cuenta que no querían “un nombre clásico” pero tampoco buscaban “hacer una gran innovación”. Aun así, Antonio es consciente que las tendencias generales influyen en estas decisiones, pero no le preocupó. “Cuando algo te suena bien significa que también eres un poco víctima de la moda”, reflexiona.
A Martín le acompaña Lucía como nombre más frecuente entre las niñas que nacieron en 2021. ¿Pero qué ha pasado con otros nombres que eran populares años atrás? ¿Qué nombres han aumentado más en las últimas décadas? ¿Hay algunos que hayan aparecido por primera vez en los registros durante los últimos años?
Para ver con más detalle qué ha pasado con los nombres propios en los últimos 25 años, el siguiente buscador muestra la evolución de cada uno de los más de 1.200 nombres de pila registrados para niñas y niños nacidos entre 1996 y 2021. No se muestra ningún valor aquellos años en que se registraron menos de 50 criaturas con el mismo nombre.
El gráfico permite ver, además, cómo los nombres más populares en la actualidad llegan a porcentajes mucho menores de los recién nacidos que años atrás. Por ejemplo, Lucía llego al primer puesto en 2004, cuando 21 de cada mil bebés se llamaron así. Ahora sigue siendo el nombre más frecuente, pero ya lo llevan poco más de 10 de cada mil bebés nacidos al año.
De la tradición al individualismo
El filólogo de la Universitat de Lleida (UdL), Albert Turull, especialista en onomástica, explica que se ha notado un cambio en la forma de elegir los nombres. Décadas atrás “se buscaba la recurrencia, no se quería destacar, mientras que a partir de los años 60 y 70 empieza la búsqueda de la originalidad”, dice Turull.
Esto muestra, por un lado, el cambio de tradiciones familiares. “Antes a los primogénitos en muchas casas se les ponía el nombre del padre o del abuelo”, explica el filólogo, “por lo que un nombre se repetía cada generación o cada dos”. Durante la segunda mitad del siglo XX entran en juego nombres menos comunes en esa búsqueda de la originalidad. Lo ejemplifica con el nombre David, que entre 1970 y 1989 fue el más frecuente entre los niños, rompiendo con los tradicionales José, Antonio y Manuel, que llevaban años siendo los más populares. “Los primeros David fueron muy originales, pero cuando el nombre alcanzó la popularidad, dejó de serlo y los padres recurrieron a otros nombres”, explica el filólogo.
Según la sociodemógrafa de la UNED, Marta Seiz, especializada en sociología de la familia, este aumento de la variedad en los nombres propios puede estar relacionado con el cambio cultural que se ha dado en las últimas décadas. Acorde con la teoría de la segunda transición demográfica, que se dio en España durante los años setenta, actualmente “se prima más el individualismo, la autorrealización y las decisiones personales”, explica Seiz, mientras que antiguamente se daba más importancia a “la identidad familiar y colectiva”.
Otros factores, según Turull, podrían ser el aumento de la diversidad etnolingüística entre la población, que ha llevado más variedad en las referencias culturales y, sobretodo, las modas, muy influyentes a la hora de escoger el nombre del bebé.
Este cambio de tendencia se aprecia con los nombres más populares de cada década. Hasta los años 70, más de la mitad de los bebés llevaban uno de los 50 nombres más frecuentes entre los nacidos en la misma década. Este porcentaje fue bajando en los años posteriores, aunque con un repunte en los 2000. Desde 2020 son un 40% los bebés con uno de los 50 nombres más populares entre recién nacidos de la época. La conclusión extraída por el periodista Jesús Escudero en un análisis publicado en su boletín va en la misma línea: los diez nombres más habituales entre recién nacidos los llevaban un 15% de los bebés en 2002, mientras que en 2020 el porcentaje había bajado hasta el 9%.
La diversificación de los nombres ha hecho disminuir la presencia entre los más jóvenes de los nombres más habituales de la población española. Es el caso de Antonio y María Carmen, los nombres más comunes entre la población general. Los nacidos en 2021 llamados Antonio no llegaron al 4 por 1.000 y las María Carmen en ese año quedaron por debajo de 1 de cada 1.000. Entre los 25 nombres más comunes en España, solo Lucía, Carmen y Manuel han visto un incremento en las últimas dos décadas. Otros, como Josefa, Francisca, María Pilar, María Teresa, María Ángeles o María Luisa, han desaparecido. Menos de 50 niñas fueron nombradas así en el año 2021.
De hecho, se han reducido mucho los nombres compuestos, muy presentes entre la población general. Más de uno de cada cuatro españoles tiene un nombre compuesto. Este porcentaje ya había bajado en los años 90, cuando solo se ponía nombres compuestos a un 8,4% de los bebés. En 2021 la cifra bajó hasta el mínimo. Menos de un 1% de los recién nacidos llevaban un nombre compuesto.
Francesc Calafell, autor de un estudio sobre los nombres de los catalanes en el siglo XXI, añade que el tiempo que dura un nombre de moda es cada vez más corto, seguramente porque “la información circula mucho más rápido” y conocemos antes cuáles son los nombres de pila más puestos y las nuevas tendencias.
El triunfo de los nombres cortos
Hugo, Emma, Leo, Mia... Diez de los 30 nombres más frecuentes entre los bebés en 2021 tenían menos de cinco letras. En las últimas décadas, los nombres de los bebés se han ido acortando. En los 90, los nombres de los recién nacidos superaban, de media, las ocho letras. En 2021 ya se habían reducido a una media de entre seis y siete letras.
En los años 90 se ponían nombres de cuatro o menos letras a alrededor del 10% de los recién nacidos. En 2021 este porcentaje supera el 20%. En el caso de los niños, este cambio es a costa de los nombres de seis o más letras. En las niñas, los nombres que más se han reducido son los de cinco, seis u ocho o más letras. En cambio, los de siete o más letras han aumentado, con la popularidad de Martina, Valeria o Daniela.
La aceptación de los nombres hipocorísticos sería una explicación de este fenómeno, coinciden Turull y Calafell. Estos son los diminutivos o apelativos cariñosos, que son, en general, más cortos que el nombre original. Con la Ley de Identidad de Género de 2007 pasaron a ser definitivamente legales en los registros civiles, sin tener que depender de la decisión de cada juez. Así, por ejemplo, Dolores ya podía ser oficialmente Lola o José, Pepe.
También ha influido la moda, ahora suenan mejor los nombres más cortos. Se ve en el caso de Lara, mucho más popular ahora que Laura, o de Jan, que ya se pone a muchos más niños en comparación con Joan.
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