Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Abriendo fronteras
El pasado día 15 de julio 260 personas partimos de diferentes lugares de nuestro país hacia Grecia. A pesar de ser época de descanso estival, y precisamente por eso, no íbamos de vacaciones. Éramos, y desgraciadamente seguimos siendo, 260 personas avergonzadas de las políticas españolas y europeas para con las personas que han tenido que abandonar sus países de origen, indignadas con la ilegalidad que están cometiendo los gobiernos europeos con las personas que buscan refugio incumpliendo sistemáticamente el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en otros países”.
Miles de kilómetros en autobús y durmiendo en polideportivos. Al cuarto día llegamos a Tesalónica dónde participamos en la acampada internacional organizada por el movimiento 'No Border', una red global de grupos e individuos que luchan en contra de las fronteras, por la supresión de controles fronterizos racistas y que creen en la libertad de movimiento para todo el mundo. En la actualidad, estamos asistiendo a la construcción de un mundo con libertad de circulación para las mercancías y el capital, pero no para las personas. Nuestros autobuses recorrieron cinco países en 10 días y las refugiadas que se encuentran en Grecia están allí atrapadas por no disponer de papeles. Estamos convencidas de que “ninguna persona es ilegal” y así lo coreamos en nuestros actos reivindicativos.
El viaje no fue fácil, pero ha merecido la pena. He merecido la pena constatar in situ lo que se está viviendo allí, ver en que situación de abandono y desesperanza están estas personas y poderlas transmitir directamente que esta Europa nos avergüenza y somos muchas las europeas y los europeos que estamos peleando para que se haga justicia con ellas, que es lo mismo que hacer justicia con nosotras. Nuestra forma de vida es responsable de sus huidas a causa del hambre, de las guerras y de la desesperanza en sus lugares de origen. Todas tenemos algo que ver con su necesidad de huir y no podemos conformarnos con cerrar la puerta de Europa y pagar a los países limítrofes para que hagan el trabajo sucio y nos libren del problema sin querer saber ni cómo lo hacen. Esta actitud, como no podía ser de otra manera, ya se esta volviendo contra nosotras ¿Qué podemos esperar de estas generaciones nacidas entre bombas, criadas entre ruinas, crecidas entre francotiradores, huidas entre ahogados y encerradas entre alambradas? ¿Que se puede esperar cuando siembras desolación, desesperanza, abandono y muerte?
Uno de los hechos que personalmente más me ha impactado es encontrarme con que en los campos de refugiados se están repartiendo unas hojas de una tal Oficina de Inmigración Europea (que nunca se oye nada de sus competencias) en las que en varios idiomas se recuerda a las personas que buscan refugio que dicha Oficina está dispuesta a ayudarles a regresar a su país y que para ello tienen derecho a una ayuda de 500 euros. ¿Puede imaginarse mayor atrocidad? ¡Personas que se han jugado la vida, que han perdido familiares huyendo de la muerte, de las bombas, de que el ISIS reclute a sus hijos e hijas o a ellos mismos o del hambre… y les ayudan a volver a la misma situación de la que partieron!
Conocimos los Centros de Internamiento de Extranjeros (como los que hay en nuestro país) que nos dejaron sobrecogidos. En el CIE de Paranesti nos permitieron entrar a unas 20 personas durante una hora bajo presencia policial. Pudimos observar como alrededor de 300 hombres, con una edad media de 25-30 años aproximadamente y de nacionalidades muy diversas (paquistaníes, bangladesíes, marroquíes, argelinos…) estaban enjaulados, repartidos en siete jaulas del tamaño de unos tres autobuses como los nuestros cada una, con un barracón metálico y una pequeña huerta de tomates en cada jaula. En esta explanada, en mitad de la nada y a 35 grados en verano, pueden llegar a estar hasta seis meses encerrados sin tener nada que hacer salvo el cultivo de las pequeñas huertas. Ellos creen que están esperando sus papeles pero al cabo de los meses los llevan a otro CIE o los deportan. Su único 'delito' fue salir de su país. Lo que más me impactó fue su mirada de desolación total. Ellos nos pidieron que contásemos lo que vimos y eso es lo que hacemos al regreso.
Otro objetivo de la caravana ha sido denunciar explícitamente la situación de las mujeres y niñas refugiadas que sufren una doble violencia por refugiadas y por mujeres víctimas de abusos sexuales, y de los niños y niñas que migran solos y desaparecen alcanzando unas cifras desorbitantes y que inexplicablemente no causan ningún escándalo.
Pedimos ser recibidas en la embajada española en Atenas y el cónsul español, Juan Sáenz de Heredia, recibió a una pequeña delegación compuesta por cinco personas pertenecientes a la Caravana ¡en la calle! No permitió ni siquiera que registráramos nuestras peticiones, negándonos, una vez más, nuestros derechos. Esta situación se denunció públicamente y seguiremos haciéndolo.
Como consecuencia de esta experiencia vivida y cumpliendo con los objetivos que nos planteamos al iniciar la Caravana a Grecia queremos seguir denunciando las políticas migratorias criminales europeas, siendo urgente rescindir el acuerdo de la UE con Turquía de marzo de este año. Queremos denunciar igualmente la pasividad del Gobierno español que se comprometió a acoger a 16.000 refugiados y a día de hoy no han llegado ni 200. Y queremos denunciar también la pasividad de los ayuntamientos y gobiernos autonómicos, incluido el Gobierno de Cantabria, que excusándose en el incumplimiento del Gobierno de Rajoy no hacen nada para que los refugiados puedan llegar a nuestro país.
El único 'delito' de los migrantes es haber salido de su país, porque no tenían otra opción para garantizar su supervivencia bien sea por catástrofes medioambientales, por violencia de género, por conflictos raciales o étnicos generados para vender las armas que fabricamos los países que les negamos el asilo, por violencia por su condición sexual o para salvar a sus hijos e hijas de que las reclute el ISIS o las maras.
No sabemos cuál sera la solución a los flujos migratorios, pero lo que si sabemos es que esta situación es insostenible y hay que actuar. No podemos permitir que el Mediterráneo siga llenándose de cadáveres y Europa de vergüenza y desesperanza.
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