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El PNV se reivindica ante el protagonismo de EH Bildu en Madrid: “¿A qué está jugando el Gobierno?”

El presidente del Euzkadi Buru Batzar del PNV, Andoni Ortuzar

Iker Rioja Andueza

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“No sabemos a qué está jugando el Gobierno español”, se preguntan en Sabin Etxea, el cuartel general del PNV. Esta semana, EH Bildu ha acaparado los focos al pactar a cambio de una abstención a la prórroga del estado de alarma la derogación de la reforma laboral con el PSOE y con Unidas Podemos, un acuerdo con muchas matizaciones y cuyo alcance real sigue siendo una incógnita. Mientras, el PNV daba un 'sí' sin que aparentemente llenara su zurrón de contrapartidas para Euskadi, como acostumbra.

Aitor Esteban destacó en la tribuna del Congreso que se había profundizado en la “cogobernanza”, es decir, en las mayores capacidades de las comunidades autónomas para diseñar las diferentes fases de la desescalada de la pandemia. También citó la mención en el nuevo texto aprobado por las Cortes Generales a la posibilidad de regular desde Euskadi el regreso a las aulas a partir del 25 de mayo después de que el Gobierno vasco tuviera que dar marcha atrás con su plan para hacerlo el 18 y que no tenía paraguas jurídico.

Pero la sensación es que el PNV no había arrancado a Pedro Sánchez todo el botín que pretendía. Durante la tarde del martes, se especuló con un gran acuerdo en torno al nuevo Ingreso Mínimo Vital. Euskadi –que tiene un modelo de renta básica muy avanzado desde 2008, aunque ha sufrido algunos recortes– quiere que el Estado aporte los fondos como a cualquier otra comunidad autónoma y complementar con recursos propios las prestaciones hasta cubrir los umbrales actuales de garantía de ingresos, desde los 697 euros en adelante. El Servicio Vasco de Empleo (Lanbide) gestionaría todos los pagos, según expuso la consejera de Empleo y Políticas Sociales, la peneuvista Beatriz Artolazabal. Sin embargo, nada de eso salió de las negociaciones de esta semana.

Aunque la reacción fue medida y no en caliente, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, dejó patente su inquietud en una entrevista en ETB 48 horas después del pleno del Congreso: “El depósito de confianza del PNV en el Gobierno y en Pedro Sánchez ya tiene la luz de reserva encendida”. En la izquierda abertzale –que ha tenido una semana políticamente complicada por sus contradicciones en torno a los ataques de la disidencia a sedes políticas y a la vivienda de la socialista Idoia Mendia– se ha tratado de explotar la imagen de un PNV celoso ahora que hay otro “grupo vasco” con influencia en Madrid.

Pero en las filas nacionalistas desechan esa teoría. El PNV no apoyó la reforma laboral y asegura no tener nada en contra del fondo del acuerdo más allá de dudas de su verdadero alcance, también en lo relativo a los puntos sobre financiación local. Pero sí remarcan que EH Bildu no ha hecho nada excepcional, nada que la media docena de diputados 'jeltzales' no hayan venido haciendo “durante 40 años”. De hecho, solamente el PSOE (1910) tiene más historia en la trayectoria en la carrera de San Jerónimo que el PNV (llegó en 1918). En un argumento recurrente en él, Ortuzar ha vuelto a dar esta semana la “bienvenida al club” a EH Bildu cuando antes señalaba a su partido acusándole de “venderse por un plato de lentejas”. Son unas declaraciones idénticas a unas del inicio del estado de alarma.

Lo que sí irrita al PNV es la “dulzura” con la que, a su entender, hacen política en Madrid y la hostilidad que aprecian hacia el Gobierno de Iñigo Urkullu en Vitoria. EH Bildu, en estas semanas previas a las elecciones vascas del 12 de julio, se está postulando como única alternativa posible, aunque ninguna encuesta ha abierto esa posibilidad hasta el momento. Pero, en realidad, las miradas de Andoni Ortuzar, Iñigo Urkullu y Aitor Esteban se posan más sobre Sánchez.

Apuntan en el PNV que “la geometría variable sin coherencia” es más bien un “circo” en cada votación. O Ciudadanos o ERC. O PNV o EH Bildu. Todo a la vez y mezclado parece imposible. Y eso que los 'jeltzales', en la primavera de 2018, gobernaban en Euskadi con el PSE-EE, sostenían al Gobierno de Mariano Rajoy y acordaban con EH Bildu una reforma del Estatuto con acento soberanista. Otra de las metáforas de Ortuzar es que es tremendamente arriesgado cambiar de caballo en medio del río. La petición es clara: el PSOE tiene que regresar a la base “sólida” de la investidura y recuperar la confianza de sus socios originales.

En Sabin Etxea llevan anotados varios encontronazos con el Gobierno de Sánchez durante la pandemia. Le han acusado de abusar del mando único para centralizar competencias. De hecho, el PNV arañó en la anterior prórroga un mayor margen de cogobernanza para las comunidades autónomas y ese modelo se ha extendido en la actual fase de desescalada de la pandemia. Pero también hay resquemor en la dirección opuesta. Dirigentes socialistas vascos, en privado, cuestionan abiertamente la gestión de la crisis del coronavirus en Euskadi y, particulamente, el papel de la consejera de Salud, Nekane Murga.

“Pero el coche en la reserva puede seguir en marcha todavía”, añaden fuentes del PNV, que resaltan que hay margen para resintonizar y que la relación con los socialistas sigue siendo sólida en el Gobierno vasco, en las tres diputaciones y en los Ayuntamientos de Vitoria, Bilbao y Donostia. En otros momentos, el PNV ha reconocido que la alternativa a un Ejecutivo del PSOE –ahora con Unidas Podemos– es mucho peor y en Sabin Etxea se da mucha importancia a que haya un compromiso de ejecutar todas las transferencias pendientes del Estatuto de 1979 salvo la gestión del régimen económico de la Seguridad Social, aunque también se “estudiará” y se negociará. Y eso que el calendario está maldito y quedó en papel mojado en 2019 por la doble cita electoral y en 2020 por la pandemia. ¿Tiene un as en la manga el PNV para las próximas semanas? “De momento no podemos responder a esa pregunta”.

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