Un perito señala que los trazos de las piezas romanas “excepcionales” de Iruña-Veleia coinciden con dibujos hechos por Eliseo Gil
Un experto calígrafo, Gregorio Rodríguez, ha asegurado este jueves en el juicio por daños al patrimonio en 476 piezas “excepcionales” aparentemente falsificadas procedentes del yacimiento romano de Iruña-Veleia, a 10 kilómetros de Vitoria, que los trazos de los dibujos aparecidos en algunas de ellas coinciden con otros realizados por el principal acusado, Eliseo Gil, responsable del yacimiento hasta su destitución cuando empezaron a crecer las sospechas del fraude arqueológico. Aunque el abogado de Gil, Javier Martínez de San Vicente, ha cuestionado con vehemencia el informe que en su día elaboró este profesional, éste ha insistido en que hay rasgos personales únicos tanto en la escritura como en los “trazos” que permiten extraer esa conclusión. Eso o, como ha ironizado, que “quizás haya dos personas, una en el siglo III y otra en el siglo XXI, que tenían la misma forma de escibir”.
Este testimonio avala la tesis de Fiscalía y Diputación de Álava -titular del yacimiento- de que las piezas fueron falsificadas. La sección de investigación de delitos contra el patrimonio de la Ertzaintza, tras su investigación, llegó a considerar este caso como “una de las mayores falsificaciones arqueológicas del mundo romano”. Sin embargo, dos peritos grafísticos de este mismo cuerpo evitaron valorar los grabados de los supuestos hallazgos excepcionales al considerar que el dictamen no podría ser concluyente al estar hechos en soportes diferentes al papel como huesos o, sobre todo, cerámicas. Admitiendo esas limitaciones, la experta Alicia Martínez Carrasco sí remarco los “parecidos muy importantes” entre la pieza de comparación -la reproducción de una gran letrina romana en la que Gil admitió haber grabado frases y dibujos- y las supuestas joyas de Iruña-Veleia, que abarcarían las primeras piezas del cristianismo, las inscripciones más antiguas en euskara o incluso una 'Última cena' muy anterior a la obra cumbre de Leonardo Da Vinci.
Rodríguez -aunque no lo ha explicado en su declaración judicial- había dejado por escrito en su informe que de 139 piezas analizadas en 75 de ellas había “común autoría con los patrones de la letrina”. En cuatro más, además, hay “alta probabilidad” de la autoría también sea la misma. Ello incluye algunos de los hallazgos más significativos, como un cerdo con la leyenda “Júpiter”. El perito superpuso los trazos de los grafitos de la letrina -una persona y un pene alado- y apreció que las curvas eran similares. “Se repite una línea compleja. Está exactamente igual en otro dibujo. ¿Qué posibilidades hay de que eso sea casualidad? [Se puede] Pensar muy seriamente que la mano es la misma”, ha incidido.
La defensa de Gil le ha preguntado en no menos de media docena de ocasiones si había manipulado los dibujos de referencia de la letrina hasta que encajaran y el perito, otras tantas veces, ha indicado que simplemente ha ajustado con Photoshop las escalas para hacer comparables los dibujos, sin deformar las imágenes en ningún momento. “Hay que igualar los tamaños para ver si coinciden las trayectorias”, ha apostillado.
-¿Es como el Tetris? ¿Lo iba moviendo hasta que le encajaba?
-No he jugado nunca al Tetris, lo siento. Es igualar los tamaños para ver si coinciden las trayectorias. Se lo he dicho unas cuantas veces.
El letrado también ha cuestionado las conclusiones del informe porque, según ha indicado, incluso en El Prado tardan siglos en detectar la autoría de un cuadro. El momento cumbre del interrogatorio ha sido cuando el abogado ha retado al experto a que dibujara en una pieza con cincel para probar sus afirmaciones. El defensor había acudido a la sala con los útiles para el grabado. La juez, Isabel María Díez Pardo, ha sido tajante y no se lo ha permitido a la defensa de Gil.
Pese a lo contundente del testimonio, los seguidores del arqueólogo que le acompañan todos los días en el Palacio de Justicia han celebrado como una victoria la comparecencia por la pregunta final de la magistrada a Rodríguez. El llamado a ser el calvario más antiguo del mundo presenta un “RIP” a simple vista, una expresión impropia del siglo III. Al mencionar la juez que, visto con un microscopio, podría no tener esa inscripción sino simplemente tres palos, justamente la tesis de Gil para defender su autenticidad, el público lo ha tomado como un triunfo. Mientras, los fiscales y el abogado de la Diputación han protestado por la “valoración” de la magistrada sobre un elemento en discusión.
¿Un “burdo” plagio para justificar los hallazgos?
Uno de los elementos clave que Gil empleó en su día para autentificar los polémicos tesoros de Iruña-Veleia fueron los informes del coacusado, Rubén Cerdán, cuyo coste (unos 12.000 euros) fue imputado a las arcas públicas. En su caso, se cuestiona su titulación como físico nuclear y, además, que el contenido de los supuestos análisis técnicos de las piezas era en realidad un plagio de un material de ejemplo ofrecido en un 'software' de una empres alemana. “Una burda copia”, según la compañía. En el documento se aprecian mediciones de 1990 aunque los hallazgos de Iruña-Veleia fueron de 2005 y 2006.
Para contrarrestarlo, la abogada de Cerdán ha citado al juicio a una ingeniera informática llamada Ainoa Celaya. La perito ha asegurado que recibió los informes bajo sospecha por correo electrónico para compararlos con los que estaban subidos a un servidor en el extranjero, el de la empresa de Alemania. Ha centrado su intervención en explicar que los ‘hash’ —una especie de firma electrónica que hace único a cada documento— de unos y otros eran diferentes, de lo que se deduce que los archivos también lo son.
Pero la acusación ejercida por la Diputación alavesa ha convocado a otro perito que ha cuestionado el método que condujo a esas conclusiones. A preguntas del abogado foral, Francisco Javier Villarrubia, ha criticado que la comparación se limitase a analizar los ‘hash’, sin entrar en el contenido de los archivos. Villarrubia, durante la sesión, ha repetido una analogía con el ‘Quijote’. Si a un archivo digital con el texto de la obra se le añadiese una mera coma, o un espacio, su firma ‘hash’ ya no sería la misma. “Pese a que una persona que los leyese llegaría a la conclusión de que está leyendo exactamente lo mismo, desde el punto de vista del ‘hash’ son efectivamente dos archivos diferentes”, ha zanjado.
Este perito también se ha mostrado sorprendido por la elección del algoritmo para el análisis de las firmas ‘hash’ en el informe. “Me sorprende que, citando incluso en el informe la existencia de una herramienta mucho más válida y fiable, se optase por una que es vulnerable y está mundialmente desaconsejada”, ha señalado. Esa ‘herramienta’ a la que el perito apunta como preferible es la SHA-256, publicada en 2001; en cambio, para realizar la comparativa se optó por la SHA-1, de 1995.
También ha prestado declaración este miércoles María Teresa Izquierdo, técnico de patrimonio cultural del Gobierno vasco. Lo ha hecho en calidad de testigo, no como perito, porque no llegó a firmar ningún informe. Sí que escribió, sin embargo, “unos párrafos” que luego servirían para llevar a cabo una valoración económica orientativa de los daños de las piezas. Cuestionada por la Fiscalía, ha estimado que los daños superaban “ampliamente” los 600 euros por pieza, si bien considera necesario valorarlos como parte de un conjunto.
“En el contexto del País Vasco, por el yacimiento del que proceden, las piezas tienen un valor enorme”, ha señalado. A preguntas del abogado de la Diputación, ha hecho hincapié en que Iruña-Veleia es un bien de protección especial. “Es el yacimiento romano más extenso y monumental del País Vasco, y eso es un plus a tener en cuenta. Los materiales, por sí mismos, tienen valor científico y patrimonial, porque cumplen una función social y cultural. Pueden ser objeto de exposición en la vitrina de un museo”, ha apuntado. Si se dan por acreditados los daños patrimoniales, la cuantificación económica de las piezas será fundamental para estimar la multa que deberían afrontar, en su caso, los acusados.
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