“No somos víctimas, somos supervivientes y la mejor prueba de que del maltrato se sale”
No les gusta que se refieran a ellas como víctimas, prefieren ser consideradas supervivientes. Prefieren que se resalte su capacidad de superación, de resilencia, que son mujeres valientes, fuertes y con coraje. El hecho de poner el foco en estas fortalezas y no en la violencia a la que fueron sometidas es, a su juicio, una de las mejores estrategias para debilitar y deslegitimar al maltratador. Al mismo tiempo les convierte en un referente para las mujeres maltratadas. No pretenden ocultar esos episodios dramáticos de su vida pero sí resaltar la segunda parte de su historia, esa que comenzó cuando dieron el primer paso para poder salir del círculo de la violencia. “A la gente le cuesta entender porque no denunciamos, porque incluso volvemos a casa a pesar de que no han dejado de maltratarnos. Y esto es fruto de la ignorancia y del desconocimiento, algo que padecemos también nosotras y que no nos permite ver ese círculo de la violencia en el que estamos atrapadas y del que es tan difícil escapar. Nosotras tampoco lo vemos hasta que nos los explican”, relata Conchi Villareal, una de las impulsoras de Bizirik, asociación recientemente constituida en Vitoria-Gasteiz por mujeres que fueron maltratadas para contribuir a la igualdad efectiva entre hombres y mujeres y trabajar en la prevención y erradicación de la violencia sexista.
Esta mujer consiguió dejar atrás esa etapa tan dura de su vida hace años. Pero quiere ayudar y considera que desde su experiencia puede aportar algo diferente a lo que ofrecen los servicios sociales y recursos institucionales para combatir la violencia machista. Considera que esas reticencias de ciertas mujeres a desvelar sus padecimientos las superarán con más facilidad al toparse cara a cara con una interlocutora que haya soportado su mismo sufrimiento.“Hay magníficas profesionales a las que no pretendemos ni podemos sustituir. Ellas me ayudaron a mi. Su intervención es vital pero nosotras pretendemos prestar una acompañamiento y una escucha diferente, y consideramos que tenemos más fácil el acercamiento a las víctimas solo por el hecho de haberlo sido antes”, explica Villareal, que hace hincapié en la importancia del trabajo para rescatar a esas mujeres. “A mi el trabajo me curó. Fue maravilloso poder incorporarme a la vida laboral y creo que es de mucha ayuda para muchas mujeres. Por esto quiero indagar en las posibilidades que empresas e instituciones ofertan de cara a facilitar el regreso al mercado laboral a estas mujeres y promover acciones en este sentido”, desvela.
De hecho, desde la red de asociaciones, fundaciones y entidades sociales de mujeres supervivientes de violencia de género consideran a estas mujeres como las candidatas ideales para ejercer una actividad con compromiso y responsabilidad. “Son mujeres muy fuertes, mujeres comprometidas, acostumbradas a trabajar bajo presión, mujeres que saben reinventarse cada día para salir adelante, mujeres que se reponen rápidamente a la frustración, que tienen una gran tolerancia al fracaso, que son perseverantes y siguen intentándolo a pesar de las dificultades. Estas cualidades, si las enfocamos en el mundo laboral, hacen de estas mujeres, mujeres trabajadoras muy eficaces y comprometidas con el desarrollo económico y social de la empresa”.
Agentes de cambio social
Estas mujeres pueden ser al mismo tiempo, si se forman en igualdad, agentes de cambio social en sus entornos y agentes de transformación en sus hogares “para ayudar a romper la cadena generacional de violencia, educando a sus hijos e hijas para que mantengan relaciones igualitarias en su edad adulta”. Desde este convencimiento trabajan en las asociaciones de mujeres supervivientes de violencia de género.
En Euskadi hay varias en funcionamiento. Mujeres que aman demasiado en Bilbao o Haize Berria Elkartea también en la capital vizcaína tienen unos años de recorrido. Ahora desde Vitoria Bizirik, compuesta por unas 15 integrantes, se suma al reto. Solicitan para emprender su misión, colaboración y mayor implicación y apoyo de la ciudadanía hacia las mujeres agredidas. “No permanezcan impasibles ante los gritos en su vecindario, no permanezcan impasibles cuando son testigos de estos sucesos. Actúen. No piensen que no van con ustedes. Les pedimos que salgan en defensa de estas mujeres, que las apoyen abiertamente, que no sientan que se involucran en asuntos ajenos porque son asuntos de todos y todas. Esas mujeres se sienten culpables. Hay que señalar y denunciar al maltratador y no guardar silencio y mirar hacia otro lado porque estos comportamientos agrandan la culpabilidad de la víctima. Es como si el maltratador tuviera cómplices que son los que callan”, reclama Villareal que quiere contigiar a las víctimas de esperanza. “Todo lo que viene después de alejarte de la violencia va a ser mejor. Es un duro camino de obstáculos, claro estás, pero siempre para progresar”, asegura.