Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La ciénaga del “oasis vasco”
Quienes alguna vez hemos transitado por alguna de las denominadas ‘ciencias sociales’ sabemos que es más fácil interpretar lo ocurrido que acertar lo que va a ocurrir. En estas elecciones autonómicas al Parlamento Vasco, el conjunto de variables hacen que el resultado no esté nada claro. Todo hacía indicar que la fortaleza electoral del PNV era inexpugnable: Ni el escándalo de la OPE de Osakidetza -con dimisión del consejero incluida-, ni las sentencias de los casos De Miguel y Bravo por corrupción parecían hacerle mella en los estudios demoscópicos.
Es más, podía decirse que el único miedo del PNV estaba relacionado con un eventual “contagio” catalán. De ahí que haya puesto tanto empeño el autoconsiderado partido “de la gestión” y “de la estabilidad” en aclarar que el soberanismo de Catalunya es un proceso alejado de la ‘pax’ vasca, y que es el partido de Andoni Ortuzar el garante del autonomismo friendly que representa el lehendakari.
El objetivo de adelantar las elecciones unos meses ha sido buscar la mayoría absoluta de la coalición en el gobierno, para evitar el siempre engorroso trabajo de negociar con los grupos parlamentarios. No corren malos tiempos para el PSE, que, seguramente, tiene imposible empeorar sus anteriores resultados electorales. Todo ello, incluso con el consejero Arriola de candidato.
Los socialistas compiten con el espacio político de Podemos, formación que, en un solo lustro, ha pasado de ser un esperanzador partido revelación a un claro caso de progeria, ese síndrome tan raro de envejecimiento infantil prematuro -llamado Hutchinson-Gilford-, manifestado en un cuadro de achaques, amoratamientos y problemas internos característicos de los más viejos partidos.
Los mismos estudios demoscópicos señalaban que EH Bildu no iba a poder perturbar los sueños del “oasis vasco” del PNV. Ahora que sabemos que EH Bildu no sólo se consolida, sino que avanza, podría abrirse, al fin, un nuevo escenario liderado por una alternativa social y progresista ante la derecha. Aunque para ello, necesitará algo más que los aplausos de exconsejero Madrazo.
Para completar el escenario preelectoral, asistimos a los estertores del PP, formación en absoluta descomposición como fruto de su propia incapacidad para adaptarse a la realidad y a la actualidad. Prueba de ello es la recuperación para su primera línea de nombres como los de Carlos Urquijo, Carmelo Barrio o el del propio candidato a lehendakari, Carlos Iturgaiz, cuya pirómana actividad en Twitter evidencia que tiene ‘actualizaciones críticas pendientes’ de realizar para poder ser un actor a tener en cuenta en el siglo XXI.
Al calor de la descomposición de los ‘populares’, parece que puede germinar la primera representación parlamentaria de Vox, según los datos del EiTB Focus de este mes de marzo.
Con todos estos elementos, parecía que el adelanto electoral era una jugada maestra del PNV para reforzar su posición, midiendo bien los tiempos y los plazos. Eso es algo que habitualmente ha conseguido hacer con éxito la formación de Ortuzar, a pesar de tener un candidato caracterizado por su falta de empatía y expresividad.
Y hete aquí, que todo ha cambiado cuando de repente el vertedero de Zaldibar se derrumba y deja al aire muchas cosas. Entre ellas, el cuestionamiento cada vez más compartido de esa presunta ‘capacidad de gestión’ de la que presumen los jeltzales. Se me antoja que en esto hay algo de “justicia poética”, sabiendo que, precisamente, ha sido la gestión de los residuos en Gipuzkoa uno de los elementos electorales de confrontación más utilizados por el PNV para volver a la Diputación Foral este territorio histórico. Tenemos aún muy reciente la faceta de instigador de la “desobediencia civil activa” a la que animaba el PNV, en contra de las ordenanzas que obligaban a reciclar.
Así, justo ahora, después de pasarse los últimos años gritando a los cuatro vientos poco menos que habían solucionado el “problema de la basura” a pesar de EH Bildu, sucede en Zaldibar una tragedia humana impulsada por toneladas de residuos sin control que deja al descubierto un nuevo caso de gestión nefasta del bien común –y de la empatía- por parte del PNV.
Es difícil calibrar el efecto electoral que puede tener Zaldibar en las elecciones. No es menos difícil para el PNV solucionar o dar la impresión de que tiene la situación controlada, porque lo que ha hecho el Gobierno Vasco hasta la fecha sobre esta cuestión es mucho más grave que un mero error de comunicación. Ha fallado la planificación, el control y las garantías que debe ofrecer la administración pública a la ciudadanía.
Algo huele mal en el vertedero de Zaldibar y no sólo son gases contaminantes. Del desaguisado de licencias, inspecciones y falta de controles emana una hedionda nube que señala la responsabilidad del Gobierno Vasco (y de los partidos que lo sustentan), por haberse comportado con dudoso rigor con algunos a la hora de hacer cumplir los estándares mínimos de seguridad. Es una laxitud que no debería existir en ningún caso, pero que en este ‘oasis vasco’ puede suceder siempre que seas ‘amigo’ del partido.
Zaldibar ha cambiado la agenda electoral y va a eclipsar una legislatura penosa en materia legislativa. Lo ocurrido centrará gran parte del debate y, aunque el argumentarlo del PNV se empeñe en responsabilizar de lo ocurrido a “otros” -incluido el azar-, tendrá su efecto en el resultado del 5 de abril. Queda por ver cómo afecta la gestión de este asunto a los grupos de la oposición.
No anda ni fino ni acertado el Gobierno Vasco últimamente. Ni con la tragedia de Zaldibar, donde siguen desaparecidas dos personas semanas después; ni con el coronavirus, uno de cuyos principales focos en el País Vasco afecta a uno de los hospitales de referencia de Osakidetza para esta enfermedad y a parte de su personal, tan solo dos días después de que la consejera afirmara que “nuestro sistema está preparado”.
El Gobierno Vasco se olvida de que decir que ‘se controla’ no es suficiente; hay que hacerlo y demostrarlo con datos. Decir altivamente que estás en Zaldibar sin acudir allí, tampoco basta. Decir que no hay contaminación en el aire del entorno de Zaldibar y tomar medidas restrictivas después, es desastre de gestión. Decir que el sistema sanitario está preparado y, cuando llega la mala noticia, no dar la cara ni explicación alguna ante trabajadores y personas usuarias de Osakidetza es muy poco edificante.
En cualquier caso, los acontecimientos y las variables que condicionan el voto discurren a tal velocidad que está por ver aún qué es lo que verdaderamente determinará el voto. El PNV y EH Bildu tienen el viento a favor –y no parece que las ganancias de uno tengan repercusión en el otro-, pero habrá que ver cuál de los dos es capaz de aprovechar el contexto para dar la campanada el 5 de abril.
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