Entrevista exclusiva (y falsa) a Pablo Casado
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Pablo Casado (Palencia, 1981) me cita en una explotación ganadera de Badajoz. Lo encuentro acompañado de un fotógrafo. El líder del PP tiene un antebrazo metido en el recto de una vaca. Sonríe. Casado, no la vaca. Espero a que termine antes de acercarme.
Señor Casado, gracias por recibirme.
Perdone por la espera. Era un posado para Vanity Fair. La estaba inseminando, no sé si se ha fijado.
Ah, no. ¿Sabe usted inseminar vacas?
Sí, nos dieron un curso de formación en Génova hace tres años, cuando parecía que íbamos a acabar todos en la cárcel o en el campo.
Ya que saca el tema… ¿Pone usted la mano en el fuego porque su partido está libre de corrupción?
Tengo grandes planes para mi mano, así que prefiero ser conservador a ese respecto. Pero le aseguro que pondría sin miedo la mano de personas cercanas, como mi cuñado sin ir más lejos.
No estoy seguro de que me haya respondido.
Luego le paso el móvil de mi cuñado y lo aclara con él. ¿Le importa si seguimos en catalán?
Eh… Bien, como quiera.
¡Ya me gustaría! Pocas cosas me entristecen más que no hablar catalán. Pero lo que no puede ser es que mi hijo, que quiere ser radiólogo en Gandía, necesite catalán para ello.
¿Su hijo quiere ser radiólogo en Gandía?
Con vehemencia.
¿Pero su hijo no tiene cinco años?
Exacto. ¿Qué derecho tiene el señor Torra a mutilar sus aspiraciones? Si usted me pregunta: “Señor Casado, ¿está del lado de las ilusiones de los niños o del secesionismo que incendia las calles?”, yo le digo: “La inocencia, siempre”.
No quiero hacer de abogado del diablo, señor Casado, pero algunos catalanes le dirían que ellos solo quieren votar.
¿Cómo llegó Hitler al poder? ¡Porque le votaron! ¿Y qué nos enseña eso? Que votar puede acabar con millones de muertos.
Pero, por esa lógica…
Perdone que le interrumpa. ¿Tiene olla exprés?
¿Cómo? ¿Aquí?
¿Es idiota? En casa. ¿Tiene una olla exprés o no?
Bueno, no, pero mi madre tiene una.
Entonces sabrá que en veinte minutos te hace unas lentejas con todo. Con chorizo, con zanahoria, con lo que usted quiera, ¿correcto?
Supongo, sí.
Lo que pasa es que la olla exprés también puede explotar y causar tremendos daños humanos y materiales, se han dado casos. Bueno, pues eso mismo es la democracia. Te hace las lentejas en un tris, pero una incorrecta manipulación puede acabar con la vida de tu madre.
Hablemos de economía.
¡Genial! Esa es la especialidad del PP, ¿y sabe por qué? Porque la mitad del partido es rico y la otra mitad somos amigos de los ricos. Parece una tontería, pero piénselo: ¿Cómo va a gestionar un presupuesto de miles de millones una caterva de pobres? ¡No saben! ¡La gente de Podemos solo ha visto dinero cuando les tocó hacer de taquilleros en el Teatro del Barrio! ¿Cómo les vas a entregar las finanzas de todo un país? En mi equipo hay personas que se encienden los puros con billetes de quinientos. A nosotros el dinero nos da asco. Por eso lo gestionamos tan bien, porque nos quema en las manos. Mire, ¿ve este billete de 20 euros?
Sí.
Tome, quédeselo.
No puedo aceptarlo, señor Casado.
¡Que sí, coño, que a mí me da repelús! Si no lo quiere usted se lo doy a la vaca, ¿eh? Yo estoy en política por amor a España y a los españoles. ¡Venga, cójalo!
Vale, pues muchas gracias. Oiga, he leído que quiere bajar los impuestos. ¿De dónde piensa sacar el dinero para las pensiones?
Está todo previsto. Vamos a buscar el oro de Moscú. Y lo vamos a encontrar.
¿Lo dice en serio?
No he hablado más en serio en toda mi vida. Ya estamos en conversaciones con un colaborador de Iker Jiménez que cierra los ojos y encuentra cosas que están muy lejos. Se llama visión remota. Yo no creía mucho en eso, pero un día perdí las llaves del coche y él me dijo: “¿has mirado en el bolsillo pequeño de la mochila?” Y, chico, ahí estaban.
¿Va a dejar el futuro de las pensiones en manos de un vidente?
Cuando lo dice usted parece una locura.
Para terminar, señor Casado, me gustaría que me hablase de pactos. ¿Se plantea una gran coalición como las que ha habido en Alemania o en Gran Bretaña?
Mire, no todo lo que hacen los extranjeros es bueno. Los ingleses, por ejemplo, ponen moqueta en el baño, ¿lo sabía?
Sí.
Yo no voy a tolerar que alguien que se afeita encima de una moqueta, tirando todos los pelos por ahí, me dé lecciones de democracia. Nosotros tenemos nuestras propias costumbres. En España concebimos la democracia desde la desconfianza y la crispación, y siempre nos ha ido bien así. Salvo cuando la Guerra Civil, pero, fuera de eso, nos ha funcionado. No veo por qué deberíamos cambiar ahora. Dicho lo cual, le ruego que me devuelva el billete de 50 euros.
Era de 20.
No, era de 50, estoy seguro. Soy de derechas, sé de finanzas.