Foto: Asamblea en Gamonal. Fuente: Asamblea Logroño 15M. Asamblea Logroño 15M
Nadie esperaba que la lucha vecinal del Parque Gezi de Estambul que empezó en 2012 fuese a transformarse en una de las mayores revueltas de la historia turca. Pocos intuían que la movilidad urbana encendería las protestas de Brasil de 2013. Mucho menos, que las peticiones del Passe Livre brasileño abrirían el abanico a otras cuestiones urbanas en Fortaleza (Parque Cocó) o Río de Janeiro (desalojos). El estallido del barrio obrero de Gamonal en Burgos contra un boulevar creó una sorprendente ola de solidaridad e información expandida.
¿Existe algún tipo de conexión entre los movimientos urbanos que estallaron en el mundo tras la batalla del Parque Gezi? ¿Qué tiene que ver la lucha contra la especulación inmobiliaria del Parque Augusta (São Paulo) con las protestas contra una reforma urbana “de arriba-abajo” en Hamburgo? ¿Alguna semejanza entre las luchas de la Plataforma de Afectados de la Hipoteca (PAH) de España y los Comités Populares de la Copa de Brasil?
El informe “World Protest 2006-20013”, de la Friedrich Ebert Stiftung, que estudia las 843 grandes revueltas del periodo, destaca la importancia de las ocupaciones, asambleas urbanas, desobediencia o acciones directas (366, de las 843). Sin embargo, lo urbano se considera medio y no causa o fin. Pero precisamente las revueltas de Turquía, Brasil o Gamonal muestran una radical novedad. En todas ellas, lo urbano es simultáneamente causa y espacio de lucha, objetivo y interfaz de participación política. ¿Podría aplicarse a Gamonal el concepto de Global Street que la socióloga holandesa Saskia Sassen acuñó tras las revueltas de los países árabes? ¿O encaja mejor la tesis de las “ciudades rebeldes” contra el “urbanismo parasitario” de David Harvey?
Saskia Sassen conceptualiza la idea de “calle global” a partir de las ocupaciones de los centros urbanos de las revoluciones árabes. La calle global es una respuesta autocrítica a su idea de Global City, la urbe de la economía globalizada. Calle global: espacio público “duro” donde los que no tienen poder producen “situaciones complejas” y consiguen “hacer la política”. La calle global no es sólo un espacio físico, sino un espacio semántico. En ella ocurren discusiones que de otra manera no sucederían. La calle global existe cuando se activa un bloqueo físico al poder: vehículos militares en El Cairo, máquinas de construcción en Estambul o Burgos. Además, Sassen introduce un matiz interesante al término street (que implica acción), para diferenciarlo de boulevard o piazza.
Vídeo: Anonymous - Todos somos Gamonal - #ConGamonal #Gamonal
La viralidad de la calle global
El 14 de enero apareció una pintada en Estambul, #DirenGamonal, relacionando Gamonal con Gezi Park (#DirenGezi). “Diren” significa “resistencia” en turco. Curiosamente, en España ya se usaba el hashtag #GamonalResiste. Y la información fluía en turco desde múltiples cuentas y etiquetas. El influyente colectivo turco RedHack entendía el día 13 a Gamonal como una mutación de la lucha de Gezi. Por otro lado, IMECE (“Movimiento por el urbanismo de la gente”) envió el día 16 un mensaje a Hamburgo y Gamonal: “Abrazamos el camino iluminado por las barricadas de Hamburgo y Gamonal. ¡Resistiremos! ¡Resiste Hamburgo! ¡Resiste Gamonal!”.
¿La conexión de Estambul con Gamonal es emocional? ¿Comparten causas, imaginario y algunos métodos? ¿O algo más? ¿Cómo llegó #Gamonal a ser viral global el día 14? En la era red, cualquier intento de linealidad o de causalidad directa es insuficiente. La secuencia violencia policial + indignación + empoderamiento existió en el proceso 15M, como prueba el estudio “Emociones 15M”. Y la misma secuencia de violencia policial y desprecio del establishment generó una revuelta de causas / malestares ensamblados en Turquía y Brasil, lo que marca ya claras diferencias con el caso Gamonal, como apunta Juan Luis Sánchez.
La conexión –no lineal, no causal– de Turquía y Brasil aparece en la visualización de redes de Interagentes sobre la movilización del 6 de junio de São Paulo, con la destacada presencia de dos cuentas turcas (Recep Tayyip ErdoÄan y Diren Gezi Parkı). A falta de un estudio global riguroso, existen evidencias de fato (causas, formatos, consignas) que relacionan las luchas. Y una fuerte matriz urbana común. En Fortaleza, el movimiento Salve o Cocó gritaba en junio “el parque Cocó es nuestro parque Gezi”. En Belo Horizonte, el contacto de colectivos turcos con brasileños creó incluso un acto llamado Turquía libre. En Río de Janeiro, donde el capitalismo urbanístico fuerza el desalojo de miles de familias, uno de los gritos fue “acabó la buena vida, Río va a convertirse en otra Turquía”). “Taksim es nuestro”, coreaban en la plaza de Taksim en noviembre de 2012. “La calle es nuestra”, lucía en una pancarta de Gamonal. “No es por un parque”, gritaban en Estambul tras la violencia policial. “No es por un Bulevar”, afirmaban en Gamonal.
¿Casualidad o contagio? ¿Qué habría sido de las luchas vecinales de los años setenta con la existencia de Internet? ¿Hasta qué punto han influido las redes –analógicas, digitales, locales, internacionales– previas al estallido burgalés? El sistema red de asociaciones vecinales y el ensamblaje humano de la comunidad Gamonal fueron importantes, como lo fue la red de mezquitas en las revueltas de El Cairo, según Sassen. Pero también es bastante visible cómo el sistema red 15M, tal como se define en el estudio “Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas”, ha sido clave en la viralización del #EfectoGamonal. Un sistema red que forzó a los medios a hablar de Gamonal, expandió globalmente la información y conectó luchas. La calle global es calle glocal. Y está hecha de adoquines y píxeles.
Movimiento por un urbanismo de la genteSin que existan respuestas categóricas, podríamos afirmar que la cuestión urbana gana protagonismo. Causa-objetivo, motivo-proceso. Revueltas urbanas en genealogía y espacialidad que podría confirmar la era de las 'Ciudades Rebeldes' preconizada por David Harvey. Las revueltas de Gezi, de hecho, rescataron el “derecho a la ciudad” del que hablaba Henry Lefebvre en 1967. Un derecho que implica la capacidad de controlar, dirigir y guiar el desarrollo urbano por parte de la gente. De hecho, desde el estallido de las revoluciones árabes algunas tesis urbanas refuerzan su sentido. La PostMetrópolis de Edward J. Soja, basada en la segregación espacial y los templos de consumo, es el paisaje de las últimas revueltas. Antonio Negri y Michael Hardt, en sus aclamados Multitud y Commonwealth, afirman que la ciudad es para la multitud lo que la fábrica fue para la clase obrera. “Demasiado tiempo sin derecho a la ciudad”, escribe Ángel Luis Lara en Gamonal Mixtape.
¿Se puede aplicar el concepto de Global Street de Sassen a las revueltas de Hamburgo o Gamonal? ¿Hasta qué punto los riots de Londres de 2011 tienen que ver con las protestas de la periferia de Estocolmo de 2013? ¿Se conectarán las diferentes luchas locales? Tal vez. La conexión por la movilidad urbana están íntimamente conectadas. Las campañas de #tarifazero y #passelivre de Brasil dialogan directamente con el #posmesalto mexicano, con el colectivo sueco Planka o las acciones #Stoppujadestransport España. Son luchas, movimientos, acciones y/o tácticas comunes. Son bloqueos de la multitud contra el neoliberalismo autoritario reflejado en los vídeos de los planes urbanísticos de Burgos, Estambul o Belo Horizonte. Y las consignas de la calle global desembocan en un deseo de participación política. Saltar el torniquete en México, como sugiere este vídeo, es luchar por “una democracia más participativa”. ¡Es la política de lo común, estúpido!
Gamonal abre un camino de empoderamiento organizativo, simbólico, transterritorial. El imaginario proletario del siglo XIX y XX se expandía a lo largo de los años, forjando un internacionalismo de clase. Las consignas de la multitud conectada explotan en la otra punta del planeta con apenas horas de diferencia. Estallan resignificadas, pero conectadas de alguna forma. Gezi, Hamburgo y Gamonal, como parte de la constitución de la calle global, son laboratorios del conflicto de la ciudad genérica contemporánea.
Con una urbanidad dominada por caciques locales y las gangs del capitalismo financiero, la calle global alumbra la invención de nuevas formas de instituciones urbanas. Nuevas funciones legislativas, ejecutivas y judiciales que permitan un modelo basado en la defensa de lo común. La consecuencia de esta conexión urbana, subjetiva y transnacional todavía es un misterio. Pero algo, de Estambul a Burgos, de Hamburgo a Río de Janeiro, se cocina en las ciudades rebeldes, en la incipiente calle glocal. La respuesta podría surgir de una remezcla de una frase del Derecho a la Ciudad de Henry Lefebvre, tan influyente en mayo del 68, tan citado en la era de las revueltas conectadas: “La ciudad no es un libro acabado, sino el lenguaje de la gente”.