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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Hablemos del exdirector del CNI

3 de marzo de 2021 22:08 h

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Hay personajes que en muchas tramas aparecen como secundarios cuando en realidad merecerían ser protagonistas. En algunos casos lo acaban consiguiendo en formato de spin-off. Los hay magníficos como 'The Good Fight', que incluso mejora la serie original, 'The Good Wife', o 'Better Call Saul', que no iguala a 'Breaking Bad' pero casi. También fuera de las pantallas hay nombres a los que deberíamos prestar mayor atención si no fuese porque quedan tapados por otros o porque interesa rebajar su protagonismo. El exdirector del CNI, Félix Sanz Roldán, es indiscutiblemente uno de ellos. Esta semana ha aparecido como un apéndice de las infantas Elena y Cristina que, demostrando una vez más que todos los españoles son iguales menos algunos, aprovecharon una visita a Abu Dabi para vacunarse y ver al rey emérito (o al revés aunque en la práctica es lo mismo). 

Sanz Roldán tiene 76 años y no le correspondía todavía recibir la vacuna, dado que de momento en España se está vacunando a los mayores de 80, y tampoco forma parte de ninguno de los otros grupos que se han priorizado. En esta serie protagonizada por Juan Carlos I, el exjefe del espionaje español había tenido ya momentos estelares. Le introdujeron Corinna Larsen y el comisario Villarejo (que se ha ganado por méritos evidentes tener su propio spin-off). Villarejo se refería a él como “el generalísimo”.

Cuando en la entrevista que concedió a Jordi Évole este le preguntó si tenía pruebas para demostrar que el exdirector del CNI había amenazado a la amante del emérito, el comisario más famoso de la cloaca respondió que lo decía porque ella se lo había contado. Palabra de Villarejo y de Corinna, que sirve para lo que sirve aunque algunas de las cosas que han afirmado se han demostrado ciertas. La más reciente es la vinculación de Álvaro de Orleans con las finanzas del emérito. “Su banco es su primo”, aseguró Corinna. Si es verdad que los 4’4 millones que ha pagado ahora a Hacienda proceden de préstamos y donaciones de amigos sería más exacto decir que su primo era solo uno de sus bancos.     

Larsen sostiene que Juan Carlos I le pidió que se reuniese con el entonces jefe de los espías españoles en un hotel de Londres. Según su versión, en la habitación donde ella se hospedaba, Sanz Roldán le comunicó que no podía garantizar su seguridad y la de su hijo. “Eso me aterrorizó”, declaró la examante del rey en sede judicial. La cosa acabó en los tribunales. El exdirector del CNI se querelló por injurias contra Villarejo por haberle atribuido esas amenazas, pero perdió porque la justicia absolvió al comisario.  

Sanz Roldán reaparece en los titulares tras haber sido uno de los cargos más influyentes y a la vez discretos durante más de una década. Fue nombrado jefe de los espías españoles en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero. Siguió en el cargo con Mariano Rajoy y después con Pedro Sánchez, hasta que se jubiló. Ahora es asesor del presidente de Iberdrola y tiene pendiente la querella que le presentaron el presidente del Parlament, Roger Torrent, y el también dirigente de ERC, Ernest Maragall, por “espionaje político”. La causa aún está abierta, pendiente de comisiones rogatorias, y deberá dilucidar si el CNI, siendo él el máximo responsable del organismo, adquirió o utilizó el programa Pegasus que fue el que permitió espiar a través de sus respectivos teléfonos móviles a ambos políticos. 

No sabemos cuál es la excusa de Sanz Roldán para haberse vacunado cuando no le tocaba. Tal vez sea la misma que la de las infantas Elena y Cristina y es decir que se le ofreció y accedió. Un argumento lamentable, que demuestra una evidente desconexión de la realidad y que se da de bruces con la mínima ejemplaridad que se presupone que les inculcaron. Habrá pensado que como estábamos entretenidos con las infantas lo suyo pasaría desapercibido.

Cuando se despidió del CNI, en julio del 2019, acabó su discurso con la frase “Vida, nada me debes”, en referencia al poema de Amado Nervo. Faltaba la segunda parte del título del autor mexicano: “Vida, estamos en paz”. Puede que Sanz Roldán considere que está en paz, pero deberá aceptar que muchos de los españoles que están esperando su turno para ser vacunados no piensen lo mismo.