Problemas y soluciones
La historia dirá que el Tenerife 19-20 descendió a Segunda División B el 17 de noviembre de 2019, cuando destituyó a López Garai en contra del criterio del director deportivo, de la opinión de la plantilla y hasta de la realidad de unos resultados mejorables, pero que no invitaban a dinamitar un proyecto planteado a medio plazo. Obligado a elegir entre la incertidumbre deportiva y la seguridad institucional, Miguel Concepción hizo cuentas, priorizó el número de acciones sobre el número de puntos y aceptó la exigencia del empresario Amid Achi, accionista enfrentado públicamente al técnico vasco. Y desde entonces, en el pecado lleva la penitencia.
A partir de ahí, lo que pudo ser un error –grave, si se quiere– se tradujo, por una pésima gestión, en una crisis de la que aún se desconoce su alcance, aunque el descenso parece una inmediata consecuencias. Destituido López Garai y asegurado el apoyo accionarial mayoritario en la Junta General del próximo día 27, Concepción no ha convertido esa conquista de estabilidad institucional en tranquilidad deportiva. Todo lo contrario. Las dudas provocadas por dos semanas de incertidumbre y la posterior elección de Baraja, técnico alejado de la idea de su predecesor, han llevado al equipo a la confusión. Y lo han alejado de la victoria.
Porque más allá de los evidentes errores presidenciales, el principal problema del Tenerife 19-20 está en el césped y en su dificultad –cercana a la imposibilidad– para ganar partidos. Y la razón es sencilla: no tiene jugadores capacitados para obtener triunfos con el concepto que desea implantar Baraja, que exige contar con elementos de gran calidad defensiva y capaces de jugar con máxima concentración durante todo el partido, amén de tipos que en la fase ofensiva aprovechen los errores del adversario o tengan físico y talento suficiente para llegar al gol tras transiciones de setenta metros. Y la plantilla, a día de hoy, no tiene esos futbolistas.
La realidad es otra. El Tenerife 19-20 está plagado de jugadores honestos, pero con una preocupante tendencia a cometer errores de concentración –incluso en un córner adverso en el minuto 94– y fallos individuales de valor gol. Y en un caso así, da lo mismo jugar replegado y alinear cuatro, cinco o seis defensas. De hecho, igual es mejor jugar abierto y tener el balón lejos del área propia. Y si no hay talento ni físico para desarrollar largas y certeras transiciones ofensivas a gran velocidad, quizás también convendría apostar por un estilo combinativo, acompañado de una presión alta que permita recuperar balones cerca de la portería rival.
Detectados los problemas, llega la hora de buscar soluciones. La más obvia es eliminar el origen del problema. Y da placer a las vísceras. Aunque antes habría que delimitar si el gran culpable es Víctor Moreno por confeccíonar una plantilla con deficiencias y escasa adaptabilidad a otras alternativas de juego o si señalamos a Miguel Concepción, responsable además de contratar a Moreno, por su pésima gestión de la crisis. En todo caso, no creo que, a estas alturas del curso, prescindir del director deportivo o del presidente –preferiblemente, de forma legal y no por asalto, por asedio o fusilándolo al amanecer– ayude al Tenerife a ganar.
Y como creo que la marcha de Moreno o Concepción no ayudará de forma inmediata al Tenerife a sumar victorias, me ahorraré ese ejercicio de melancolía, aunque admito que escribir “Concepción, dimisión” queda muy guay y hasta da un barniz de “periodista íntegro e independiente, al servicio del pueblo, de la verdad y de blá, blá, blá, blá”. Además, de eso ya se encargan periodistas (o no) subvencionados y a sueldo del candidato Clavijo y no les voy a quitar el pan de la boca. Lo que sí cabe exigir a Concepción y a Moreno no es que se vayan, sino que acierten en sus decisiones. O al menos, que no se equivoquen de forma tan grave.
¿Y como pueden acertar? El presidente, generando recursos económicos para fichar en el mercado de invierno; y el director deportivo, con ojo clínico –más allá de algoritmos y estadísticas– para resolver las necesidades de un equipo con un estilo diferente al que fabricó en verano. ¿Otras soluciones? También las hay. Por ejemplo, si el Tenerife pierde dentro de dos semanas en el Heliodoro ante el Albacete, imitar lo hecho, entre otros, por el Villarreal 18-19 y recuperar a López Garai... una vez transcurrida la Junta General del día 27. Aunque eso pueda enfadar a Amid Achi y estoy seguro que nadie ha pensado en ello. ¿O sí?
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