Abrir las puertas. La cultura como herramienta de participación de los jóvenes en la democracia
Cuando hay una generación que se ha encontrado tantas puertas cerradas, observar una que esté entreabierta puede llegar a ser revolucionario. La acción política se olvida a menudo de los más de 2,6 millones de jóvenes españoles que esperan que los telediarios hablen de ellos sin estigmas, sin análisis de brocha gorda, que hablen de ellos con ellos. Incorporar la mirada joven a las instituciones es fundamental porque dentro de ellas puede coserse una gran alianza intergeneracional y la cultura puede ser el hilo que lo haga posible.
En verano de 2021, en un centro cultural de Madrid, una docena de trabajadoras culturales menores de 35 años se preguntaban cómo podrían transformar las grandes administraciones culturales. “Queremos encontrar puertas a las que llamar” dice una de las componentes de Galaxxia, la plataforma que organizó el encuentro. Alrededor de las mismas fechas, un grupo de jóvenes de la plataforma “El futuro es ahora” acudía al Congreso de los Diputados para reclamar medidas concretas de trabajo, vivienda, salud mental o medioambiente. Pero también demandaban espacios estables de diálogo intergeneracional para hacer oír su voz. Según una encuesta realizada por esta plataforma, el 87% de los jóvenes se siente poco o nada representado por los partidos políticos y el 92% considera que su opinión no importa a las personas que les gobiernan.
Mientras tanto, a lo largo y ancho del territorio, miles de jóvenes ocupan gran parte de su tiempo escuchando música, leyendo libros o cómics, dibujando, viendo películas y jugando a videojuegos. Estas expresiones artísticas funcionan para ellos como vehículos con los que elaborar sus ideas propias sobre la vida, generar vínculos emocionales y confeccionar una mirada crítica hacia el contexto social que nos rodea. En ocasiones, la cultura les permite también expresar su anhelo por una vida digna y su necesidad de una política empática, que sepa escuchar, observar y darles la oportunidad de decidir sobre su presente más inmediato. Es conocida la capacidad que tienen los artistas jóvenes para alentarnos a cambiar el mundo.
Somos muchos los que estamos preocupados porque algo les pasa a nuestros jóvenes. El Parlamento Europeo ha declarado 2022 como “Año Europeo de la Juventud”, y nos insta a fomentar con urgencia la participación de los jóvenes en las políticas públicas a todos los niveles. La Cultura es un gran punto de partida para esta labor porque sus valores, sus ideales y su lenguaje universal son elementos clave en la emancipación de una generación que está llamada a ser la vanguardia de nuestra sociedad.
Con este espíritu, el bono cultural de 400 euros anuales para personas que cumplan 18 años que ya ha sido anunciado por el Gobierno, está llamado a fomentar un acceso más universal de los jóvenes a la cultura, independientemente de su estrato social o de su lugar de residencia. Una medida que acompaña a otras como el bono de alquiler joven, el incremento de becas y ayudas a estudiantes o la reforma laboral que busca poner coto a la temporalidad en la contratación. Todos ellos son pasos de gigante hacia la resolución de algunos de los obstáculos estructurales que impiden la integración de un joven en la vida adulta y en la democracia.
Pero podemos hacer más. Podemos abrir las puertas de los espacios donde se toman las decisiones para que los jóvenes participen. Ya hay dos iniciativas pioneras en España que lo están haciendo. Por un lado, el Gobierno de La Rioja ha abierto una convocatoria para seleccionar a un equipo de 30 personas de entre 18 y 35 años que diseñen proyectos piloto para impulsar el desarrollo del entorno rural. Es el “#G30 Juventud La Rioja”. Y por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona tiene actualmente abierto un espacio de consulta pública conformado por 99 jóvenes de entre 16 y 29 años. El objetivo en ambos casos es definir las políticas municipales juveniles de los próximos años en consonancia con las problemáticas y preocupaciones de estos ciudadanos.
En el ámbito cultural, existen algunas iniciativas en Europa en las que se incluye a los jóvenes en la elaboración de políticas culturales. Los formatos son variados y van desde espacios permanentes de contraste y co-gobernanza a grupos de elaboración de recomendaciones y difusión transversal de las mismas entre las áreas gubernamentales implicadas. En España, podemos hablar del consejo asesor Teen Team que creamos en su día en el centro de creación contemporánea Matadero Madrid, donde doce personas de entre 14 y 20 años co-programaron durante cuatro años la parrilla de actividades del Festival de adolescentes Festeen. Una fórmula para que los jóvenes se sintieran más vinculados al centro y para que los participantes del consejo mejoraran sus competencias laborales. Se consiguieron ambos objetivos, pero también pasó algo inesperado y muy relevante, los componentes se organizaron políticamente para liderar el movimiento “Queremos entrar”; un proceso de incidencia política que culminó en la reforma de la ley que prohibía el acceso de menores a conciertos de salas de música en vivo de la Comunidad de Madrid.
Lo que queremos proponer desde aquí, inspirados por el lema nada sobre nosotras sin nosotras, es que abramos espacios de encuentro y reflexión entre las áreas de Juventud y de Cultura. También queremos instar a los Consejos de la Juventud, tanto nacionales como regionales, a que tengan más en cuenta la Cultura en sus estatutos y en sus acciones. Y queremos instar a que se promuevan más iniciativas legislativas y ejecutivas a lo largo y ancho del territorio que nos permitan abrir espacios de participación cultural joven dentro de nuestros gobiernos. En definitiva, que instituyamos como algo corriente abrir fórmulas de participación y consulta sobre los aspectos culturales que afectan directamente a la vida de los jóvenes.
Una juventud empoderada, con acceso a canales institucionales y con el acompañamiento de profesionales, puede generar los cambios necesarios para mejorar su vida y recuperar la confianza en las instituciones democráticas y en el Estado.
En tiempos de hiperventilación y brechas, la Cultura puede ser ese oasis donde todos quepamos, un puente que conecte pasado con futuro y que sea capaz siempre de crear algo nuevo. La tarea no es sencilla: abrir las puertas, atreverse a entrar, hacerse a un lado o trabajar desde la diferencia, son labores que requieren de generosidad y esfuerzo. Nosotros creemos que abriendo puertas a la gente joven solo podemos ganar y aprender de una generación que es nativa digital, con ideas frescas y creativas, con ilusión, capacidad de trabajo y más preparados que cualquiera de las generaciones anteriores. Aunque las ideas nuevas asusten, ninguna vieja idea ha cambiado el mundo.
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