Este 11 de marzo, XX aniversario de los atentados de 2004, cae en lunes. Ni el Gobierno central, ni el autonómico, ni el municipal han tenido a bien considerarlo un día de luto oficial. Y eso que los asesinados por la yihad aquel día representan a una de cada dos víctimas mortales del terrorismo en Madrid y a una de cada cuatro o cinco, en España.
Hace poco, la Comunidad de Madrid estableció tres jornadas de duelo por el deceso natural de una monarca británica. El cosmopolitismo de la capital del Reino resulta ser cosmopaletismo falto de empatía con la gente más próxima. Y que, ante el dolor social, se muestra prepotente e indolente; sin atisbo de compasión. Invoca a quienes sufren el terrorismo, usándolos electoralmente, pero desentendiéndose de su suerte. Así se lo han reprochado no pocas víctimas de ETA, que los conspiranoicos del XXI reclaman como propias cuestionando la autoría yihadista del 11M.
Este 11 de marzo, a las 10:30, la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo celebrará, de nuevo, una suerte de vigilia laica que arranca en la estación de Atocha. Recuerda la que miles de ciudadanos oficiaron en ese mismo lugar en la madrugada de la jornada electoral de 2004, posterior a los atentados.
Antes de votar, aquella multitud había exigido saber quién había asesinado a casi 200 conciudadanos. Se autoconvocó con el SMS del “Pásalo”, el 13 de marzo ante la sede del Partido Popular. Y, después, marchó hacia el lugar del crimen. Mientras coreaba “Vuestras guerras, nuestros muertos”, se dirigió primero a la Puerta del Sol y, después, a Atocha. Hay imágenes de aquello (además, gratuitas), pero ninguna cadena televisiva las ha emitido.
Hace 19 años que los afectados del 11M sostienen lo mismo: que eran trabajadores, estudiantes y migrantes; que no murieron por España, ni “por la Constitución, ni por la derrota del terrorismo”. Eso rezaba la pancarta de la manifestación oficial que convocó Moncloa de forma unilateral el día 12, con una evidente intención electoralista.
Loa afectados del 11M tampoco entregaron sus vidas por la “civilización” occidental o la Cristiandad. Los mataron por estar desprotegidos antes, durante y después de una guerra ilegal e ilegítima como la de Irak. Existe una conexión innegable entre la participación española en aquel delirio bélico y la réplica del 11S que el 11M supuso. Justo un año antes, en marzo de 2003, había comenzado la invasión de Irak. En octubre, Al Qaeda ordenó atentar en España, antes de conocer la fecha de las Elecciones Generales de 2004. La masacre, por tanto, carecía de intención electoral. Y no habría sucedido sin el cúmulo de errores garrafales que impidieron prevenirla. Aquellos fallos de seguridad fueron tan graves que se encubrieron emponzoñando un debate público que ya venía envenenado. Las víctimas del yihadismo que así lo denunciaron siguen, desde entonces, revictimizadas.
Los responsables de haber evitado el 11-M lanzaron tres mentiras de enorme calado y un bulo atroz. Primero, José María Aznar mintió al alimón con George W. Bush y Tony Blair para que las Naciones Unidas asumiesen la existencia de unas ficticias armas de destrucción masiva en poder de Sadam Husein. El mismo 11 de marzo, el Gobierno español mintió de nuevo a la ONU, logrando que el Consejo de Seguridad condenase a ETA por los atentados en Madrid. Y, por último, el Gobierno de José María Aznar mantuvo ante los españoles la posibilidad de una autoría etarra.
Ningún conspiranoico ha realizado una mínima rendición de cuentas. Tampoco desagravio alguno. Ni una sola disculpa. Menos aún, un desmentido. Los más conspicuos reinciden hasta hoy en día. Sostienen el bulo más persistente jamás lanzado contra un gobierno democrático: que ganó las urnas atentando contra el electorado.
La Asociación de Afectados del 11-M rechazó en el anterior aniversario la petición de otras asociaciones oficialistas (respaldadas por PP, Vox y Ciudadanos) para que no prescribiese la causa del 11M. Recordemos que recibió sentencia firme de la Audiencia Nacional y que el Tribunal Supremo la ratificó hace 17 años. Desde entonces, no ha prosperado ningún intento de reabrir el caso.
Sin embargo, en 2023 los conspiranoicos aún exigían conocer el “autor intelectual”: una quimera que les sirve para criminalizar a sus adversarios políticos. También pedían desclasificar unos supuestos “documentos secretos”. La no prescripción afectaría también al asesinato de Miguel Ángel Blanco, del que tampoco existen dudas por resolver. Se trataba, una vez más, de fundir a la yihad y ETA para confundir a la opinión pública. Así “los etarras”, disueltos hace más de una década, son combatidos en una guerra “eterna” que les concede una omnipresencia a todas luces desmesurada.
¿Qué hicieron los afectados del 11M para merecer una revictimización que se traduce en indiferencia o acoso mediático y político; agresiones verbales y físicas, amenazas a su integridad… Pues para empezar, eran muchos, pobres y anónimos. Arrastraban la mala suerte, derivada de su clase social o su condición de migrantes y expatriados.
Esa mala suerte devino en una mala muerte. Las víctimas ni siquiera merecían una identidad pública que denunciase a sus verdugos. Los afectados díscolos fueron revictimizados en guerras electorales que, si cabe, se han recrudecido. Se convirtieron en bocas a tapar, objetivos a batir y víctimas colaterales que debían ocultarse. Fueron, además, estigmatizados por su coherencia y compromiso democrático. Su mera presencia denuncia la impotencia y la dejación de funciones de tantos otros, que aún conservan muchísimo poder.
Los miembros de la Asociación 11-M expresaron un pacifismo internacionalista insobornable. Desde el primer momento, denunciaron la guerra de Irak como detonante de los atentados y mostraron su solidaridad con las poblaciones árabes afectadas. Rehuyeron la islamofobia y, de paso, desenmascararon el racismo de quienes negaban “a los moritos de Lavapiés” la autoría del 11M.
Los afectados del 11M mantienen un apartidismo radical, que no está en venta. Pero entienden las causas políticas, económicas, ideológicas y sociales de los distintos terrorismos. Precisamente, para combatirlos desde la raíz. No solo con represión, cárcel y censura. Además, reconocen el derecho a la participación política de los exterroristas, tras abandonar las armas y cumplir condena.
La Asociación del 11-M ha defendido el estado de Derecho. Al contrario que los conspiranoicos, acató unas sentencias bastante benévolas por la ausencia de precedentes y de una legislación que contemplase el yihadismo. Defendió y premió a los policías que aportaron pruebas concluyentes, a los peritos que las avalaron en el sumario, a la fiscal y a los jueces y magistrados que dictaron sentencia. Todos ellos fueron hostigados por pseudoperiodistas mercenarios, al servicio de políticos mendaces. Y viceversa. Hoy son y gritan sus embustes más que nunca.
En lugar de acaparar favores y privilegios, los afectados del 11M han exigido el reconocimiento de la condición de víctima a las parejas de hecho y al margen de figurar en el padrón municipal. No aceptan las exclusiones basadas en credos, uniones matrimoniales y pasaportes. Son gentes laicas, como la Constitución española. No obedecen a otra ideología que la Carta de los Derechos Humanos.
Este 11 de marzo a las 10:30 los y las afectadas del 11-M realizarán un vía crucis particular, sin palios ni sacerdotes. Serán silenciados por los medios e ignorados por los representantes públicos. Pero ellos y ellas partirán de Atocha y se trasladarán a la calle Téllez, que carecía de monumento hasta el año pasado, hasta que lo reclamaron con determinación. Por la tarde, este ritual de memoria democrática se repetirá en las “estaciones” de Santa Eugenia y aquí en el Pozo. Donde cayeron muertos, malheridos y mutilados más viajeros como nosotros.
Recordad: “Todos íbamos en esos trenes”. Son nuestros muertos. Todos nosotros, los afectados. Imaginad que este 11 de marzo, 20 años después, volvemos a Atocha. Y que el mensaje de convocatoria dice algo así como: “Lo llaman el XX aniversario, ¿y los afectados del 11-M están solos? Este lunes 11 a las 10:30 en Atocha. Sin partidos y en silencio. Acude a abrazarlos. ¡Pásalo!”. ¿Quieren compartir esto en sus redes?