Una Agencia para afrontar las futuras crisis sanitarias
Hace unos días, el Consejo de Ministros aprobaba el Anteproyecto de Ley por la que se propone crear la Agencia Estatal de Salud Pública (AESAP). Un organismo previsto en la Ley General de Salud Pública de 2011, y que seguramente seguiríamos esperando, quizá otra década si no hubiéramos padecido la pandemia. Un ejemplo más del atraso secular de nuestro país en materia de salud pública, pues países de nuestro entorno ya cuentan con instituciones de este tipo, algunas de referencia, como las que existen en Reino Unido o Alemania desde hace décadas. Es más, muchas de estas agencias, incluyendo la europea (ECDC), están en periodo de reconfiguración fruto de las lecciones aprendidas y considerando las amenazas verosímiles a las que nos podemos enfrentar. Una oportunidad que debemos aprovechar para construir de nueva planta nuestra Agencia.
Honestamente, después de lo vivido, podemos afirmar que, posiblemente, de haber dispuesto de la AESAP antes de la pandemia se hubieran podido evitar algunos errores. Por ejemplo, habríamos contado posiblemente con información más fiable, inmediata y comparable desde el inicio de la crisis para guiar la toma de decisiones. Se habrían seguido los pasos establecidos en los planes de vigilancia, preparación y respuesta diseñados con anterioridad, que además habrían considerado tener reservas estratégicas de materiales imprescindibles. También la comunicación con los medios y la sociedad se hubiera podido estructurar con mayor transparencia y mejores capacidades, y contar con diversidad de actores ajustándose a las necesidades de información en cada momento y para cada población diana.
Pero ya habrá tiempo de conocer las conclusiones de las evaluaciones que se están llevando a cabo, y de conocer aciertos y errores habidos durante la pandemia. Tampoco somos tan diferentes, errores ha habido en todos los países, tal y como acaba de reconocer la agencia norteamericana (CDC), señalando fallos de comunicación con la población. Pero podemos avanzar como hipótesis que el coste de no tener una Agencia ha sido superior al coste de haberla tenido.
Ahora bien, como recientemente ha recomendado la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), la creación de la Agencia no puede esperar más. Los problemas de salud se suceden y es urgente tenerla funcionando cuanto antes. La epidemia de la viruela de mono, declarada por la OMS como una emergencia internacional, o los casos de poliomielitis detectados en Nueva York, que parece alejar su erradicación global, son algunos ejemplos. Pero también lo son las crisis humanitarias fruto de los movimientos migratorios que no cesan. Siria, Afganistán y ahora Ucrania, todas ellas generan demandas sanitarias, además de vivienda, empleo y educación, que no eran esperadas, y que hay que atender de manera urgente.
Pero estas crisis no son comparables a la que comenzamos a vislumbrar relacionada con la crisis climática y energética. Más en un entorno de final de la abundancia, como se nos anuncia, y vemos que se avecina. De hecho, ya nos está afectando. El incremento de la mortalidad por las olas de calor es un hecho, y nos tememos que le seguirán las que se producirán este invierno por las olas de frio, y de nuevo en las personas más vulnerables. Estas crisis afectarán además a la economía y a la política, que acabarán afectando a la salud. Sin olvidar, por supuesto, los retos sanitarios a los que hemos de enfrentarnos de manera continua, como por ejemplo la desigual distribución de las enfermedades por razones de género, clase social o grupo étnico, y que afectan de manera transversal a todos los problemas de salud, incluidas las enfermedades crónicas que se incrementan a la vez que envejece la población.
Prepararnos para los desafíos, presentes y futuros, debe ser la misión esencial de la AESAP. No hay Estrategia de Seguridad Nacional si no hay seguridad sanitaria. La preparación de los hospitales y de la atención primaria debe incluir también sus respuestas a estas crisis. Las situaciones de caos que se vivieron en las primeras semanas y meses de la pandemia de la COVID-19 no deben volver a repetirse.
Para ello, la AESAP debe disponer de autonomía y recursos suficientes para liderar las respuestas a estos desafíos sobre la base de su competencia técnica y profesional. Lo que exige tener información a tiempo, fiable y comparable a compartir con los otros actores implicados: economía, interior, trabajo, seguridad social, educación, etc. Tener operativa una Agencia especializada en salud pública, que mire los problemas colectivamente y dé prioridad a la prevención, ayudará en la búsqueda de soluciones a la altura de la complejidad de los problemas a los que nos enfrentamos. Una buena noticia que hay que celebrar, esperemos que pronto, por la vía de urgencia y con el apoyo unánime de los grupos parlamentarios. Los firmantes de este artículo estamos disponibles para contribuir con nuestro conocimiento científico y experiencia en todo lo que asegure la configuración de una Agencia que verdaderamente contribuya a mejorar la protección de la salud de nuestra población.
0