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Alerta de violencia machista para frenar el “efecto acumulación” de asesinatos de mujeres

Las seis mujeres asesinadas por violencia machista en un lapso de cuatro días, entre el 19 y el 22 de febrero pasado, responden a un patrón que se repite como una de las características de los feminicidios cometidos en España en la última década. No conocemos las causas de por qué existen “picos” de crímenes machistas en el marco de la pareja o expareja pero hay un indicador que nos hace saltar todas las alarmas: la acumulación de casos en un periodo corto de tiempo. Desde que en Feminicidio.net comenzamos a documentar los feminicidios en España, en 2010, observamos que existe un número de casos que se acumulan: 1) cuando se cometen feminicidios íntimos (de pareja o expareja) en días consecutivos; y 2) cuando se cometen dos o más casos durante un mismo día.

De los 466 casos registrados entre 2010 y 2017 (414 oficiales y 52 no oficiales), 222 (47,64% del total) se cometieron agrupados en días consecutivos –de dos a cuatro días consecutivos– y acumulados en dos y tres feminicidios íntimos cometidos un mismo día. Y si observamos el gráfico de “Casos no acumulados y casos acumulados” por años, si bien en el 2010 los primeros representaban a casi el 60% del total, experimentaron un declive importante en 2011 y 2012 hasta 2013, año en el que llegó a disminuir hasta el 33,33% para luego volver a subir en el 2014 casi a los niveles del 2010, el 57,63% del total. Volvió a bajar ese porcentaje en 2015 (47,62%) y 2016 (34,48%).

Un dato muy preocupante: de los 17 feminicidios íntimos contabilizados en 2017 en nuestra base de datos (15 oficiales y dos no oficiales), casi el 60% de los casos producidos son acumulados alcanzando porcentajes similares al 2010.

Lo alarmante que nos deja la lectura de la serie que podemos observar en el gráfico de feminicidios íntimos cometidos en días consecutivos o en el mismo día, es que en este febrero negro de 2017 se registró el mayor número de casos en un periodo de cuatro días: seis mujeres asesinadas, una cifra acumulada de casos nunca registrada hasta ahora desde 2010.

La acumulación no comenzó el 20 de febrero con el crimen ocurrido en Pontevedra y en investigación por parte de la Delegación de Gobierno para la Violencia de Género, sino el día 19 con el crimen de una mujer de 79 años, Margaret Stenning, asesinada por su marido en una residencia de Alicante. El 20 se confirmaba un caso que tuvo gran despliegue mediático: un hombre mataba a su pareja en Redondela, Pontevedra, con el mismo modus operandi que el de cualquier terrorista que actúa como un “lobo solitario (del machismo)”. Causó una explosión que provocó la muerte de su mujer, María José Mateo, de 52 años, de la que estaba en fase de separación y su propia muerte.

El 21 de enero conocíamos las noticias de tres mujeres asesinadas en un solo día: Gloria Amparo Vásquez (48 años), Dolores Correa (47 años) y Leydi Yuliana Díaz Alvarado (34 años); los crímenes se cometieron en Valencia, Gandía y Barcelona respectivamente. En dos de ellos, Gandía y Barcelona, los feminicidas quebrantaron las órdenes de alejamiento en vigor y en el de Valencia, el asesino tenía antecedentes por violencia machista. Tres casos acumulados en los que falló la protección policial y la justicia. Los crímenes machistas le salen barato al Estado español que no contempló en la aplicación de la Ley Integral de Violencia de Género la reparación de las víctimas. Nadie responderá por estos feminicidios cometidos en el marco de la Ley. El 22 de febrero moría en un hospital de Badajoz, una anciana de 91 años que había sido apuñalada por su marido cuatro días antes, el 19 de febrero.

El gráfico de casos acumulados y no acumulados por días del mes permite explorar un análisis más detallado que no desarrollamos en este artículo pero lanzamos una propuesta de acción y consideramos que debe ser ampliada por expertas y expertos para frenar lo que llamamos el “efecto acumulación” de casos.

No podemos enfrentarnos a la violencia machista subestimando su consecuencia más letal, el feminicidio. Si existen alertas que se activan en catástrofes como terremotos, tsunamis y sin ir tan lejos, ante altas temperaturas u olas de frío, para evitar la muerte de personas: ¿por qué no crear una alerta de violencia machista focalizada en parar los crímenes machistas? Es una cuestión de salud pública, derechos humanos y democracia. Y también un reclamo que el movimiento feminista demanda desde el siglo pasado.

Tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para frenar los crímenes machistas y si una de las estrategias es activar una alerta cada vez que una mujer es asesinada, hagámoslo de una vez. Contagiemos a nuestro entorno del firme empeño de acabar con la violencia machista. Nos tenemos que hacer cargo de esa alerta desde la sociedad civil organizada. Y presionar a medios de comunicación, ámbitos educativos, sanitarios y de la justicia y la administración pública a nivel municipal, autonómico y estatal.

El límite de nuestra implicación no puede estar en decir al vacío: “Llama al 016”.

El reto es llegar donde no llega el Estado. Donde no llegan los jueces ni la policía. Donde no llegan el parte médico de lesiones ni las órdenes de alejamiento en vigor, ni las ayudas sociales ni la asistencia psicológica. Donde no llegan las campañas de prevención ni la Ley Integral.

No podemos resignarnos a soportar el goteo trágico de feminicidios como una cuestión inexorable.

El reto es que la soledad de la mujer que sufre el aislamiento y la violencia machista, se convierta en un problema compartido y que la solución sea comunitaria. Tuya y mía, una cuestión personal con anclaje social.

El lema #NosQueremosVivas no solo tiene que ser una Cuestión de Estado sino una urgencia de la sociedad civil organizada. Una alerta de violencia machista impulsada por la sociedad civil que se active cada vez que una mujer es asesinada puede convertirse en una potente herramienta no solo para frenar “el efecto acumulación” de casos sino también para erradicar los feminicidios en España.