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Cuando el antigitanismo mata: justicia para Eleazar

Eleazar, junto a sus familiares, el día en que murió.

Patricia Caro

El 8 de septiembre Eleazar G.H., un chico romaní de 30 años con un 75% de discapacidad, acudía con su familia a ver un partido de fútbol entre España y las Islas Feroe en el estadio El Molinón (Gijón), como hace cualquier hijo de vecino. Salió un momento de las gradas, y sus familiares se quedaron dentro con su entrada, como también le puede pasar a cualquier hijo de vecino. Cuando intentó volver a entrar, el personal de seguridad se lo impidió. Eleazar estaba nervioso, como cualquier niño, hijo de vecino, perdido en un recinto grande. Sin embargo, en lugar de ayudarlo a encontrar a su familia decidieron que la mejor solución pasaba por la violencia. Según relatan dos testigos, 15 personas lo inmovilizaron y le dieron patadas mientras él balbuceaba hasta que se desvaneció. Los testigos creen que este trato fue injusto, sin motivo alguno y abusador hasta tal punto que incluso pensaron en avisar al personal de seguridad. Finalmente, la víctima sufrió un infarto y partió de este mundo. Cuando su familia consiguió llegar al centro de salud donde lo tenían, seguían sin saber nada.

Eleazar era muy conocido en Gijón porque su carácter afable, sensible y cariñoso era palpable, igual que su diversidad funcional, igual que su piel morena y sus ojos oscuros, igual que la entrada aportada para entrar al recinto y que le regalaron en el colegio especial al que acudía para ver el partido que tanto le ilusionaba. La familia entró en el estadio llena de emoción, pero lo abandonaron sin Eleazar, sin saber dónde estaba ni qué le había ocurrido exactamente. Ni siquiera dejaron que su padre entrara a verlo una vez que ya había fallecido en el Centro de Salud. No puedo dejar de preguntarme si esto le habría pasado esto a cualquier hijo de vecino. ¿Por qué los “profesionales de seguridad” fueron incapaces de garantizar la seguridad de Eleazar? ¿Era necesaria la violencia? ¿De verdad pensaron que un chico con una diversidad funcional visible del 75% puede amenazar él solo, tan peligrosamente, la seguridad de un estadio como para llevarlo hasta el infarto? ¿Tan complejo era decirle “tranquilo, no te preocupes, vamos a encontrar a tu familia”? A este calvario hay que sumar el tratamiento inicial que dieron los medios de comunicación sobre este trágico suceso. Se dijo que Eleazar no tenía entrada, pero sí la tenía. Dijeron que provocó un altercado, pero lo que ocurrió es que un chico con un 75% de discapacidad se angustió por no poder reencontrarse con su familia. ¿Habría recibido este trato cualquier hijo de vecino clarito de piel, con mejillas rosadas y con la edad mental de Eleazar?

La Resolución aprobada en el Parlamento Europeo “Sobre los aspectos de la integración de los gitanos en la Unión relacionados con los derechos fundamentales: combatir el antigitanismo” (2017) reconoce claramente la alarmante debilidad que caracteriza los procedimientos destinados a rendir justicia a las víctimas romaníes, especialmente cuando los delitos han sido cometidos por las fuerzas de seguridad. Así mismo, denuncia el uso excesivo de la fuerza contra las personas romaníes durante las detenciones donde las amenazas, humillaciones y abusos físicos están a la orden del día. Todo esto revierte en una criminalización desproporcionada de las personas romaníes, que las convierte en objeto de un excesivo control por parte de las fuerzas de seguridad, así como el uso de perfiles basados en el origen étnico. Además, el informe establece que las actuaciones policiales suelen ser insuficientes en los delitos cometidos contra las personas romaníes, ofreciendo una asistencia, protección e investigación insuficientes en la mayoría de los casos.

El principio de Igualdad de Trato como un pilar fundamental de nuestra democracia, también debe aplicarse cuando hablamos de las personas romaníes. España estará un poco más cerca de garantizar la igualdad de acceso a la justicia y la igualdad ante la ley de la población general, si se hace Justicia con Eleazar. Una Justicia que nazca de la verdad en los tribunales respecto a su caso, pero que impregne también a otros que están en proceso e impregne todos los poderes del Estado. Estaremos más cerca de alcanzar la seguridad para las personas romaníes cuando se garantice una actuación de las fuerzas de seguridad que sea adecuada y, en los caso de abusos, se apliquen las sanciones oportunas. Cuando reciban de manera obligatoria formación de calidad en materia de derechos fundamentales y antigitanismo, para que esto no vuelva a ocurrirle a nadie jamás.

La familia de Eleazar reclama Justicia y Verdad con una firmeza tan sosegada como dolorosa. Por ello convocaron una manifestación frente al estadio y una marcha silenciosa por toda la ciudad a la que acudió más de medio millar de personas. Todas las comunidades romaníes en España nos hemos unido instantáneamente en una sola voz para compartir el dolor de esta familia y sumar fuerzas para que se haga justicia. Sin embargo, la familia no ha tenido noticias de la Selección Española, ni de los responsables de estadio, ni siquiera de quienes gobiernan en el Ayuntamiento. Nosotras y nosotros estamos a la altura de este reto, no vamos a parar hasta conseguir justicia para Eleazar ¿Lo estarán también los tribunales y la democracia española?

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