Mi nombre es… da igual mi nombre, pues en realidad podría ser muchos nombres. Y quiero contarles una historia, mi historia, que por desgracia dibuja y describe la situación de la Educación en España.
En el mes de diciembre del año 2000 adoptamos en Ucrania a la más pequeña de nuestros tres hijos, ella tenía 4 años entonces. Su nombre es Natalia. El día 8 de enero de 2001 se incorporó a la escuela en el colegio donde estudiaban sus hermanos, el Colegio Nuestra Señora de los Ángeles, en Madrid, concertado y dirigido por una orden religiosa, Los Padres Mercedarios Descalzos.
Desde que Natalia se incorporó, el colegio no contempló en ningún momento poner en marcha medida alguna para facilitar la acogida y la integración de la niña, presentando dificultades de idioma, de adaptación a las costumbres y disciplina, y de aprendizaje desde ese primer momento.
El colegio siempre nos transmitió que era cuestión de tiempo. ¿Dónde estaba en ese momento el Sistema? Ausente, ya que el colegio nunca comunicó el problema de integración de Natalia. ¿Y nosotros? Esperando, a ver si el tiempo terminaba de verdad con tantas dificultades. ¿Y la niña? Haciendo grandes esfuerzos para integrarse.
Fue pasando el tiempo, y los cursos. Cuando Natalia tenía 6 años y viendo que algo no iba bien sin que nadie nos dijera qué estaba pasando, decidimos acudir a una entidad privada para que hiciera una evaluación de la niña y determinara la causa de sus problemas de aprendizaje.
El resultado de esa evaluación estimaba que había un problema en el área del lenguaje tan grande, que hacía imposible poder valorar otras áreas por ser el lenguaje y la comprensión del mismo, imprescindibles para valorar el resto de áreas. Determinaba que Natalia necesitaba apoyos escolares para trabajar los problemas de comprensión y uso del lenguaje. El colegio nos comunicó que no tenía recursos por lo que contratamos los servicios de una profesional especialista en problemas de lenguaje.
Trabajó con ella seis años. A lo largo de este tiempo: ¿Dónde estaba el Sistema? Ausente. ¿El colegio? Esperando a que Natalia tuviera voluntad de resolver sus problemas (eso es lo que siempre nos transmitían: el problema se resolverá cuando ella quiera). ¿Natalia? Trabajando más que ningún otro escolar de su edad. Esforzándose. Dedicándole muchas horas sin obtener resultados satisfactorios en el colegio. ¿Y nosotros? Desesperados, sin comprender qué pasaba; por qué el Sistema no actuaba, no evaluaba y determinaba si necesitaba una adaptación.
Cuando finalizó la Educación Primaria, decidimos trasladar nuestro domicilio a El Escorial, principalmente por la situación que vivíamos con Natalia. Buscamos un centro público, desistiendo de la educación concertada: ya sabíamos que nunca la evaluarían puesto que ello implicaría la obligación de disponer de recursos de apoyo para Natalia y el colegio no estaba dispuesto.
Comenzó la E.S.O. en el I.E.S. El Escorial. Todos estábamos esperanzados en que se produjera un cambio positivo. Nos instaron a presentar un nuevo informe de evaluación de la niña y decidimos hacerlo con la misma entidad que hizo la primera, sobre todo para que dichos informes pudieran ser comparados. Las dificultades en el aprendizaje continuaban. ¿Dónde estaba el Sistema? Apareció por primera vez. Había intención de ayudar a Natalia aunque los recursos eran escasos.
La tutora que tuvo en 2º de la E.S.O. nos comunicó que Natalia no funcionaba con el sistema de exámenes que se llevaban a cabo en el instituto, ya que con su problema de lenguaje, no le era posible expresar todo el conocimiento adquirido. El orientador nos comunicó que no existía una adaptación en la forma de evaluar el conocimiento de un alumno, algo que nos dejó sorprendidos. Lo único que nos ofrecían era una adaptación curricular advirtiéndonos de que en ese caso, la niña no titularía. No era eso lo que necesitaba Natalia. ¿Cómo estaba Natalia? Desanimada, pero seguía esforzándose. Ella quería terminar sus estudios.
Cuando iba a pasar a 3º de la E.S.O., nos informaron de un recurso: Aulas de Diversificación, pero nos advirtieron de que era un recurso que aunque su diseño era para atender a alumnos con dificultades de aprendizaje, en la realidad era un recurso utilizado para alumnos con problemas de conducta, por lo que no nos recomendaban derivar a Natalia a este aula.
Es decir, existía un recurso, un buen recurso, pero como se utilizaba como parche para intentar resolver otros problemas, teníamos que renunciar a él.
Nos recomendaron sacar a Natalia del Sistema y derivarla a PCPI, sin llegar a titular en E.S.O., y capacitándola para una profesión que a ella no le interesaba para nada. Después de otro curso frustrado, y gracias al interés de la orientadora del Instituto y a nuestra insistencia, se formó un grupo de Diversificación con alumnos que presentaban un perfil parecido al de Natalia. Chicos que querían estudiar pero que tenían dificultades de aprendizaje.
Efectivamente comprobamos que era un buen recurso para nuestra hija. Aprender aglutinando materias por áreas de conocimiento es la manera en la que tendrían que aprender todos los alumnos pero para chicos con dificultades como las de Natalia era además, la salvación. ¿Dónde estaba el Sistema? Presente, con limitaciones pero dando resultados cuando los recursos que se tienen son utilizados correctamente y sobre todo, teniendo éxito cuando los alumnos importan. ¿Y el Instituto? Actuando. ¿Y nosotros? Esperanzados, haciendo nuestro papel, apoyando y animando a nuestra hija cuando ella flaqueaba.
Y terminó la E.S.O. y tituló. Y volvió el problema. A pesar de haber comprobado con qué metodología de aprendizaje Natalia era capaz, los recursos se acaban en la Educación Secundaria. ¿Dónde está el Sistema? Vuelve a estar ausente. ¿El Instituto? Sin capacidad de respuesta. ¿Y Natalia? Al borde de un abismo. ¿Y nosotros? Buscando… buscando como siempre.
Después de mucho buscar sin orientación alguna, dimos con un centro, el Colegio Nuevo Velazquez, para estudiar Bachiller con un proyecto parecido al de Diversificación: grupos muy reducidos, contenidos extractados y muy trabajados por el profesorado, control, mucho control y apoyo a los alumnos. ¿Dónde está Natalia? Vuelve a estar eperanzada y dispuesta a seguir trabajando. ¿Y nosotros? Dispuestos a pagar. Agradecidos de poder hacerlo y acordándonos de quien no puede.
Cursó el Bachiller y aprobó. Tituló con mucho esfuerzo, eso sí. Hasta aquí nos costaba analizar si Natalia estaba realmente rescatada. Pero ahí llega la prueba que nos va a dar la respuesta. Se examina de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). Ahora se va a medir con el resto de alumnos de España. Hasta ese momento cabría pensar que le podrían haber regalado el título de Bachiller. ¿Dónde está el Sistema? Ni sabemos… ¿Su colegio? Confiando en ella. ¿Sus antiguos colegios? Imaginando a Natalia tirada en alguna cuneta de las que ha creado el maldito Sistema. ¿Y Natalia? Esforzándose. Estudiando día y noche. ¿Y nosotros? Esperanzados.
Y aprueba. Aprueba la PAU. Resulta que sí había sido rescatada. ¿Por el Sistema? ¿Por sus colegios? ¿Por nosotros? NO Por ella. Porque ella es una joya que algunos nunca vieron brillar, no fueron capaces de reconocer su valía. Otros sí lo vimos, pero tanto sufrimiento nos hacía dudar. El Colegio Nuevo Velazquez sí supo lo que tenía entre manos y la hicieron brillar. Y brilló… Ahora está entusiasmada con su proyecto de futuro. Quiere estudiar Terapia Ocupacional.
Quiero dedicarle unas palabras a los responsables de esta historia. Al Sistema. spero que se aborde una reforma educativa sin marketing y rentabilidad política. Una reforma para que no existan cunetas, para que no sea necesario el rescate de ningún alumno porque todo aquél que quiera estudiar, disponga de los recursos necesarios para mantenerse siempre a flote.
Al Colegio Nuestra Señora de los Ángeles. Siempre me dijeron que la Religión tenía unos principios y unos fines muy por encima de los de la Política. Pero al menos a este colegio, a esta Orden religiosa que lo dirige, se les debieron perder los principios y también los fines, por el camino. Un 100% de aprobados en la PAU no es un valor positivo de forma absoluta. No es así, si por el camino se ha invitado a abandonar el colegio a estudiantes que presentan dificultades y que puedan afectar a ese maravilloso resultado que se utiliza para vender las excelencias del colegio.
A pesar de todo, Gracias. Gracias porque sé que después de leer esta historia, no podrán dejar perderse a ninguna Natalia. Al I.E.S. El Escorial. Sé que sus recursos son insuficientes pero gracias por haber sido capaces de hacer los cambios oportunos para que muchas Natalias puedan beneficiarse de las Aulas de Diversificación y puedan demostrarse a sí mismas que con otros métodos, ellas también pueden. Al Colegio Nuevo Velázquez. Gracias, mil gracias por haber puesto las manos para que Natalia tomara impulso hacia arriba. Por demostrarnos que lo que les importaba no era la cuota que pagábamos (imprescindible para mantener tantos recursos en grupos tan pequeños). Que lo que de verdad les importó fue nuestra hija. Gracias por mirar más allá de sus estudios, porque la miraron a los ojos y supieron atenderla en todo. Y a Natalia. GRACIAS, GRACIAS POR LA LECCIÓN.