Resulta innegable que la situación del colectivo de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales (LGTB) en España es mucho mejor que hace apenas unas décadas. Es más, España se encuentra a la cabeza de Europa y del Mundo en cuanto a la aceptación de las personas LGTB. De hecho, podemos presumir de haber sido uno de los países pioneros en la aprobación de -casi- plenos derechos para las personas LGTB.
A pesar de todo lo positivo, aún nos queda un arduo camino que recorrer para conseguir la igualdad real. El pasado mes de enero, solo en Madrid se llegaron a registrar siete agresiones homofóbicas y transfóbicas. Una realidad que, si ya de por sí resulta estremecedora, debemos contemplar a la luz de un contexto marcado además por la invisibilidad de las agresiones. Según los datos extraídos por la Federación Estatal de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales (FELGTB), de todas las personas LGTB agredidas, tan solo un 10% llegan a denunciar la agresión, lo que nos indica que quizás solo hemos alcanzado a ver la punta del iceberg de este problema. Sin duda nos encontramos ante un nuevo escenario en el que actúan viejos conocidos: la invisibilidad y la LGTBfobia, y con ellos un nuevo reto que enfrentar, acabar con los delitos de odio hacia personas LGTB.
Para alcanzar este nuevo horizonte, el movimiento LGTB afronta la tarea de abrazar (más si cabe) la diversidad que hay dentro de él y trazar una nueva hoja de ruta. El colectivo trans sigue altamente desprotegido y es el más vulnerable e invisible en relación tanto a los delitos de odio o experiencias de discriminación como al reconocimiento de su realidad. A esto debemos sumar la necesidad de incluir a los menores trans en nuestras reivindicaciones para que nunca más se llegue a producir un asesinato social como el de Alan, el adolescente transexual que se quitó la vida ante la intensidad del acoso al que estaba sometido en el interior del sistema educativo.
En este proceso de avance en las políticas relacionadas con la diversidad sexual y de género, también las personas bisexuales nos hemos quedado con frecuencia a la zaga. Si bien compartimos, en parte, realidades similares y hemos entendido como propias las reivindicaciones gais y lésbicas, a través de las cuales hemos conseguido importantes avances, también es cierto que somos más conscientes que nunca de la invisibilidad, el descrédito y los prejuicios que pesan sobre nuestra identidad bisexual hoy día.
Pregunten a una persona bisexual, que se reconozca como tal cuántas veces le han preguntado si ya se ha decidido en su orientación, cuántas le han invitado a aceptar su “verdadera” homosexualidad, cuántas le han insinuado que es una persona promiscua, o inmadura, cuántas veces le han garantizado que “se le pasará” o que es solo una moda pasajera, o que las personas bisexuales “tienen más donde elegir” o que son “más infieles”… Pregúntenle cuántos de esos prejuicios han marcado su vida.
Hace poco leía un artículo cuyo titular rezaba: “La bisexualidad está de moda”, como si pudiéramos quitarnos y ponernos la orientación de forma tan sencilla, como quien selecciona de su armario unos pantalones pitillo o de campana. Este tipo de artículos han aparecido como consecuencia de que el pasado miércoles 20 de enero, nos acostábamos con la noticia de que Paco León, con una sinceridad abrumante y sin tapujos, delante de 4 millones de espectadores, salía del armario como bisexual. Unas cuantas recibíamos la noticia con una sonrisa de complicidad, ya que desde la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales) hemos bautizado este 2016 como el Año de la Visibilidad Bisexual en la Diversidad. Paco León nos ha inaugurado el año de la forma más valiente y bonita, convirtiéndose en un referente positivo para todas y todos.
La conciencia del colectivo LGTB de la invisibilidad, el rechazo y los prejuicios que pesan sobre las personas bisexuales nos ha hecho plantearnos impulsar todo un año temático que aúne estrategias, esfuerzos, sinergias para conseguir nuestros objetivos. Por un lado, lo primero es dar a conocer a la sociedad qué es realmente la bisexualidad, visibilizarla, alejándonos de todos los mitos que la envuelven y que configuran una imagen negativa. Una de las claves para que esa visibilidad sea posible es, precisamente que personas con la relevancia social de un Paco León den el paso, hablen de su bisexualidad abiertamente y contribuyan así a abrir camino a las futuras generaciones para que vivan plenamente y sin temores su orientación sexual. Por otro lado, es necesario tomar conciencia de que la bifobia es real y diferente a la homofobia, y que está presente en toda la sociedad, incluso entre nuestros compañeros gais, lesbianas, y trans.
Pero con este año temático dedicado a la bisexualidad aspiramos a una ambición mayor, deseamos remover conciencias a golpe de visibilidad. Conseguir transformar el imaginario social, haciendo desaparecer la dicotomía heterosexual-homosexual, y diluyendo las fronteras del género que no dejan resquicio a la realidad bisexual. Haciendo de esta una sociedad donde todas las personas puedan manifestar su orientación sexual o identidad de género libres de prejuicios.
Todo este empeño va empujar en la misma dirección de conseguir la Igualdad Real, todos y todas juntas, más en este año tan complejo legislativamente hablando, donde es un reto para todo el colectivo LGTB conseguir una Ley Integral Trans, Una Ley de igualdad social para las personas LGTBI, un pacto de estado contra el VIH y un pacto por una educación inclusiva y libre de acoso.
Resumiendo, trabajar por la visibilidad bisexual en la diversidad no es más que poner un granito más para la consecución de la Igualdad real.