Un buen acuerdo salarial, pero más que un acuerdo salarial
El V Acuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) ha sido suscrito por las organizaciones más representativas del mundo del trabajo, CCOO y UGT, y las organizaciones empresariales, CEOE y CEPYME.
Este acuerdo consiste en una serie de compromisos mutuos que las partes nos comprometemos a llevar y acordar en las mesas de negociación de los convenios colectivos. En este año 2023 son más de 1.300 los convenios a renovar. Cuando este acuerdo general cristalice en la firma de todos o buena parte de los mismos, se habrá dado un gran paso en la recuperación salarial que la clase trabajadora española, y por extensión el propio país, necesita.
El acuerdo salarial es el que ha copado los titulares, pero el AENC es más que un acuerdo salarial. Es lógico que después de vivir el periodo de inflación que aún atravesamos, todo pivote en torno a la cuestión de los sueldos. El año 2022 supuso el mayor incremento de precios vivido en las últimas décadas y conllevó un importante empobrecimiento de buena parte de las personas trabajadoras de nuestro país. Tocaba subir salarios y este acuerdo debe ser un punto de inflexión en este aspecto.
El acuerdo es muy relevante. Conlleva el compromiso de trasladar a los convenios subidas de los sueldos del 4% para este año, y de un 3% para cada uno de los dos años siguientes. Además incorpora una cláusula de revisión salarial ligada a la evolución de la inflación de hasta un punto por año. Este aspecto, el de las cláusulas de revisión ligadas a la evolución de los precios, era tajantemente rechazado por las organizaciones empresariales, pero finalmente se ha incorporado a los acuerdos. Respecto al año 2022, no ha habido posibilidad de concretar una cifra acordada, por lo que habrá que resolver en los convenios las subidas salariales sin que haya renuncia alguna de los sindicatos en ese terreno.
Si estos compromisos se plasman literalmente en los convenios colectivos, supondrían una subida de los salarios desde ahora mismo hasta el año 2025 (es decir, en el plazo de 20 meses) de entre el 10,3% y el 13,6%, en función de la evolución de la inflación.
Pero decíamos que el AENC va bastante más allá de las referencias salariales. Cabe indicar que es un importante aval al proceso de reformas legislativas emprendidas en los últimos años, empezando por la reforma laboral. Se mandata a los negociadores de convenios a fijar los criterios que concretan las múltiples materias que las reformas derivan a la negociación colectiva.
Quiero destacar la importancia de avanzar en el proceso de estabilización de la contratación. Para CCOO el resultado hasta ahora obtenido tras la reforma laboral debe y puede reforzarse con la incorporación a los convenios colectivos de compromisos sobre el empleo estable y los mecanismos que sustituyan el viejo recurso al despido por alternativas en la adecuación del tiempo de trabajo (ERTE o mecanismos RED).
Las cifras son contundentes. En el año que va desde el último trimestre del año 2021 al último del año 2022, con un récord sin precedentes de cotizantes a la Seguridad Social, hay 1,6 millones de personas trabajadoras más con un contrato indefinido, y 1,2 menos con un contrato temporal. De esos contratos indefinidos, el 75% responden a contratos indefinidos ordinarios y únicamente un 25% se explican por la sustitución de trabajos con contrato temporal por trabajos con contratos fijos-discontinuos. Pero es que esto último, lejos de ser inocuo o mucho menos un maquillaje estadístico, es una buena noticia para la clase trabajadora empleada en sectores marcados por la estacionalidad. La permanencia media de las personas con un contrato fijo-discontinuo en una empresa multiplica por tres la que tienen las personas con contrato temporal. De 22 meses a casi 60.
Por si estos datos facilitados por el Banco de España fueran poco, el porcentaje de ingresos destinados al consumo de una persona con un contrato temporal es del 72,1%, mientras que quienes cuentan con un contrato indefinido dedican al consumo el 81% de cada euro que perciben. El proceso de conversión de contratación temporal en indefinida es una de las explicaciones del mejor comportamiento de la economía española respecto a las previsiones existentes. La negociación colectiva tiene que profundizar en esta línea que otorga seguridades, garantías y certezas a las personas trabajadoras.
Este AENC debe desatascar la negociación colectiva. Es fundamental para promover un mejor reparto de la riqueza que se produce y reducir desigualdades. Distintos acuerdos con sello sindical e impulsados por CCOO han protegido rentas de más de 10 millones de pensionistas, más de 2,3 millones de perceptoras/es del SMI, y en una u otra medida los empleados públicos, además de una parte de la clase trabajadora más organizada cuyos incrementos salariales se situaron en 2022 en torno al 5%. Ahora toca mejorar los salarios de millones de personas, hogares y familias que han visto mermada su capacidad de compra por efecto de la inflación y que en no pocos casos tiene serios problemas para llegar a fin de mes y afrontar el incremento del coste de la cesta de la compra o el de las hipotecas.
El otro gran valor que creemos que tiene este AENC será el impulso a la modernización de los contenidos de los convenios colectivos en un momento de fuertes transformaciones productivas, y que por tanto afectan seriamente a las relaciones y derechos laborales.
España tiene una magnífica oportunidad de afrontar la transición digital y energética, sin estar en la periferia de los cambios por venir. Y ello requiere de un impulso a las cualificaciones y competencias requeridas para los nuevos puestos de trabajo facilitando transiciones justas. La negociación colectiva es un ámbito imprescindible para afrontar estos cambios y que no nos pasen por encima a las personas trabajadoras. Un convenio colectivo en el siglo XXI no se puede limitar a negociar salarios, jornadas, permisos y las cuestiones clásicas del trabajo en la empresa clásica. Debe abordar los riesgos y oportunidades de la digitalización aplicada a los procesos de producción o distribución de bienes y servicios, al gobierno del tiempo de trabajo y su distribución. Los algoritmos y la inteligencia artificial o el uso de los datos, son cualquier cosa menos neutra. El poder organizado de la clase trabajadora debe tratar de intervenir y condicionar todas estas cuestiones, que en otro caso serán utilizadas de forma unilateral por el empresariado en función de sus intereses. El AENC pretende también situar estas cuestiones en las agendas negociadoras de los convenios colectivos.
Más allá de todas estos contenidos, el AENC cierra el círculo de una forma concertada y distinta de afrontar la secuencia de crisis que hemos sufrido tras la irrupción dramática de la pandemia en marzo de 2020. Hemos pasado de procesos de devaluación interna, destrucción de una parte del tejido productivo, deterioro de los servicios públicos y minimización del papel del Estado, a un sostenimiento de millones de rentas, salvaguarda del empleo, potencial impulso a la modernización y transformación del tejido productivo, y un renaciente protagonismo de lo público que debe recuperar el papel de las políticas sectoriales y del desarrollo industrial. No es ya España, es la Unión Europea la que se enfrenta a un momento crucial.
Para acometer todos estos procesos, la negociación colectiva y la acción sindical son una instancia fundamental. Las brechas de desigualdad y empobrecimiento que siguen existiendo de forma dramática en nuestra sociedad deben ser corregidas. Y eso no depende en exclusiva de los salarios (también es necesaria la fiscalidad, el desarrollo de un Estado protector de nuevas necesidades sociales como los cuidados, además de la sanidad, la educación, la vejez, etc.), pero sí depende en gran parte de los salarios. Y este AENC puede y debe suponer un punto de inflexión en la recuperación salarial.
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