Capacitar a las personas, construir el futuro
En los cinco últimos años hemos logrado notables avances en la Europa social. La tasa de desempleo es la más baja jamás registrada, vivir y trabajar en el extranjero es más fácil y se hace en condiciones más justas y los padres de toda Europa podrán disfrutar de un permiso de paternidad remunerado. Además, las personas con discapacidad podrán disfrutar de productos y servicios más accesibles, lo que contribuirá a su participación igualitaria en la vida social y laboral. En muchos ámbitos, Europa ha aportado mejoras tangibles.
Pero ¿conseguiremos que siga siendo así en el futuro? Vivimos en un mundo cambiante: la tecnología está cambiando a un ritmo sin precedentes y la globalización avanza. En términos generales, los europeos se declaran felices y satisfechos de sus vidas. Sin embargo, cuando se les pregunta sobre el futuro, dicen estar preocupados por su trabajo, por su pensión y por el futuro de sus hijos. ¿Cuál es nuestra respuesta para tomar el control de nuestro futuro? El pilar europeo de derechos sociales. Con él, la Unión Europea fue la primera organización internacional en el mundo que definió su programa sobre el futuro del trabajo, lo que ha impulsado iniciativas nuevas y audaces.
Las capacidades constituyen uno de los factores que determinarán cada vez más el futuro de nuestras sociedades y economías. Por ejemplo, existen ya robots que hacen pizzas. Ahora bien, los robots no podrán sustituir totalmente a las personas, sino que estas deberán adquirir capacidades digitales para utilizarlos. También necesitaremos personas que diseñen, construyan y reparen los robots. Hemos puesto en marcha un programa para que las personas adquieran las capacidades necesarias en el mercado de trabajo y puedan llevar una vida gratificante. La posibilidad de adquirir nuevas capacidades es tan esencial en este ámbito como en otros, porque el futuro del trabajo no solo tiene que ver con el cambio digital. Tiene que ver también con la ecologización de nuestra economía, las cadenas de valor mundiales y el cambio demográfico, especialmente con el envejecimiento.
El nuevo mundo del trabajo trae consigo tipos de trabajo y carreras más diversos. Ahora, las personas ya no permanecen toda la vida en el mismo puesto de trabajo, sino que pueden tener hasta diez empleos a lo largo de su carrera profesional. En lugar de trabajar para un jefe en una oficina, trabajan para una aplicación o una plataforma de Internet con un horario flexible. Nuestras normas no se han diseñado para estos tipos de trabajo y deben actualizarse de tal manera que la flexibilidad genere crecimiento y empleo en lugar de inseguridad y precariedad. Millones de trabajadores en régimen de flexibilidad no saben si tienen un período de prueba cuando inician su contrato, o no reciben hasta el domingo su horario de trabajo para la semana siguiente. Hemos establecido nuevas normas para acabar con estas prácticas.
Además, ya no se da por supuesto que las personas que trabajan tengan acceso a la protección social y estén cubiertas en caso de enfermedad o accidente o durante la vejez. A modo de seguimiento del pilar, los países de la UE se han comprometido a garantizar que el mayor número posible de personas puedan tener cobertura y adquirir derechos a cambio de cotizaciones. Con medidas como estas hemos pasado de las palabras a los hechos. Cumpliendo las promesas incluidas en el pilar, la Unión Europea ofrece una protección contra los nuevos problemas sociales.
Mi mandato como comisaria expirará pronto y las elecciones al Parlamento Europeo determinarán quién dirigirá el buque europeo en el futuro. El pilar es una brújula con la que guiar su rumbo. Disponemos además de un sólido corpus de normas aplicables en toda Europa. Pero no todo el mundo conoce sus derechos, por ejemplo en caso de discriminación. Este es el motivo por el que ponemos en marcha una acción de sensibilización para recordar a las personas que la legislación de la UE las protege contra la discriminación en el trabajo por motivos de edad, sexo, discapacidad, origen étnico o racial, religión o creencias u orientación sexual.
Con el Acta Europea de Accesibilidad, ya hemos logrado que los productos y servicios clave en toda la UE sean más accesibles para las personas con discapacidad, pero en términos de empleo hay grandes diferencias entre los Estados miembros de la UE. En España, las medidas parecen centrarse principalmente en el empleo protegido, en lugar de apoyar la integración de las personas con discapacidad en el mercado laboral abierto. Los ajustes razonables son fundamentales para que las personas con discapacidad puedan trabajar, y la legislación de la UE establece obligaciones al respecto para los empleadores. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para que estas personas gocen de igualdad de oportunidades. Esta nueva acción de sensibilización está destinada también a mostrar que, a veces, soluciones técnicas y sociales sencillas, como una rampa o una aplicación para ampliar la pantalla, permiten a una persona con discapacidad entrar y permanecer en el mercado laboral.
Pasar de las palabras a los hechos significa también tomar medidas para crear una sociedad más justa basada en la igualdad de oportunidades. Europa, con toda su diversidad, tiene mucho que celebrar y tanto o más por lo que luchar.