Cataluña, decisiva
El gran triunfo de la normalidad es darla por descontada, aunque alcanzarla, en el caso de Cataluña, ha requerido mucho esfuerzo, decisiones valientes y altas dosis de inteligencia. Hoy los catalanes y las catalanas hemos recuperado cosas que habíamos perdido en los últimos años: convivencia, tranquilidad y confianza en el futuro. Gracias a la política puesta en marcha por el gobierno de Pedro Sánchez hemos dejado atrás el tiempo de la confrontación agónica, el callejón sin salida de la irresponsabilidad, los días oscuros sin esperanza. Que nuestros debates vuelvan a centrarse en las cosas que importan, en lo que mejora la vida de la ciudadanía, como la sanidad, la educación o las infraestructuras es un gran triunfo, el triunfo de la política útil. España hoy está mejor porque Cataluña está mejor.
La política sirve justamente para superar los conflictos, para trazar un camino donde antes no lo había, para enfocar y proyectar en grande las aspiraciones de los ciudadanos de vivir una vida mejor. Y a lo largo de estos años de gobierno de Pedro Sánchez esa ha sido la prioridad en relación con Cataluña, desde la absoluta convicción de que lo que es bueno para Cataluña es bueno para España. Se ha abierto un diálogo leal y sincero con el govern de la Generalitat, después de más de siete años de bloqueo durante los gobiernos del Partido Popular. Se ha apostado por la economía catalana como motor de la economía española, invirtiendo un 42,4% más que en los últimos cinco años de Rajoy (34.657 millones de euros más). Se ha potenciado el liderazgo de Cataluña en innovación y desarrollo tecnológico, con la implantación de un nuevo supercomputador, que será el más potente de España y uno de los tres más potentes de Europa, o la instalación de centros de empresa tecnológicas como CISCO o INTEL.
Todo esto está en juego el próximo domingo. Para las derechas Cataluña sólo tiene un valor: ganar votos a costa de ella, pero fuera de Cataluña. El PP lo ha hecho sistemáticamente a lo largo de los años: alentar el conflicto con Cataluña para fortalecer sus posiciones electorales en otros territorios de España. Vimos las mesas petitorias contra el Estatut, hemos sufrido la crítica impenitente a la normalización lingüística del catalán, padecimos las consecuencias de la inacción y la irresponsabilidad de la renuncia a hacer política para evitar la quiebra de la convivencia entre catalanes y ahora, de la mano de VOX, pretenden volver a los años de la confrontación y el enfrentamiento, alentándolos sin tapujos.
No podemos permitir que se abra ese escenario de involución. Nos ha costado mucho llegar a donde hemos llegado y volver atrás no es una opción ni para la gran mayoría de catalanes y catalanas ni tampoco para la gran mayoría de españoles. El PSC representa el espacio central de la convivencia, de la voluntad mayoritaria de la ciudadanía de prosperar, de tener una sociedad mejor articulada, en la vanguardia de España y más integrada en Europa. Esta es la opción que defendemos en las elecciones del próximo domingo y, con los hechos como aval, esta es la opción que permitirá que Cataluña siga avanzando los próximos cuatro años.
Un famosísimo cuento de Augusto Monterroso, El dinosaurio, dice “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Este domingo nos jugamos conservar la normalidad de la convivencia y seguir progresando, o que estos cinco años hayan sido un sueño y que nos despertemos con el dinosaurio del conflicto y las oportunidades perdidas, de nuevo, delante de nosotros. Cataluña decide. Y estamos absolutamente convencidos de que Cataluña será decisiva.
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