A Todo Color
Este programa de Investigación, Acción Participación, que se recoge en la presente publicación parte de una línea de trabajo adecuada para afrontar uno de los problemas más importantes que hoy existen en nuestras sociedades abiertas y plurales: frente a tantos discursos de odio que proliferan en las redes y en los medios de comunicación contra migrantes y otros posibles diferente, los jóvenes que protagonizan A Todo Color plantean nuevas narrativas con propuestas para fomentar actitudes tolerantes contra los prejuicios y para una convivencia basada en la igualdad y el respeto que pongan limite a las ideas y proyectos de quienes promueven la discriminación y la exclusión.
¿Quiénes y cuántos son, cómo llegan a España, cuáles son sus derechos, y si son o no iguales a nosotros? Hay dos maneras de contestar a tales interrogantes: o condicionados por el miedo, la desconfianza, la ignorancia, la desinformación y los prejuicios y estereotipos que arman los comportamientos xenófobos, racistas y agresivos , o bien abiertos al contacto directo y la escucha con la población migrante, al conocimiento, a la información objetiva y no prejuiciosa de los hechos, a la convivencia cívica, a la tolerancia basada en la solidaridad, conforme a una visión ilustrada a partir de la mejor línea de pensamiento y conducta humanista. En suma, asumiendo la conquista de civilización que en realidad son los principios y mandatos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que nos sitúan a todos en el marco de una ciudadanía global que solamente será posible si somos capaces de transcender egoísmos sociales y económicos, nacionalismos cerrados, identitarismos culturales, religiosos y políticos, supremacismos nostálgicos y privilegios infundados.
Así, pues, hoy, nuestras sociedades y nuestros jóvenes se sitúan ante el desafío de escoger entre una no convivencia lastrada por el miedo, la agresividad que de él deriva, y la exclusión con que se justifica y la sostenibilidad de sociedades democráticas abiertas a la inclusión.
Son más que nunca necesarios sistemas de educación formal y no formal capaces de aportar a generaciones jóvenes y adultas, de autóctonos y migrantes, valores cívicos y de ética pública común y compartida; es decir, una educación para hacer posible una ciudadanía democrática y en derechos humanos que permita afrontar tan importantes derivas sociales y políticas negativas como las que hoy nos amenazan, entre las que se encuentran los discursos odio, la brutalización del diálogo social y político con retóricas desmesuradas que irresponsablemente ignoran sus consecuencias, las falsas noticias, y desigualdades divisorias. El éxito de líderes autoritarios y populistas que se han especializado en levantar largos y altos muros cercando su territorio contra el resto de los ciudadanos y las ciudadanas del mundo. Con las personas emigrantes y refugiadas como primeros visitantes indeseados porque puedan alterar la pureza de la identidad étnica y cultural de sus naciones.
Uno de los aspectos que se extraen de esta investigación es el gran desconocimiento que se tiene sobre las políticas migratorias y sus correlatos legislativos, más allá de las dificultades que generan los aparatos burocráticos. Esto es muy importante, porque en un Estado y sociedad democráticos los ciudadanos y las ciudadanas deben ser conscientes del poder que les proporcionan sus derechos y libertades democráticas. No solamente en el marco de su nación, sino también en el de la Unión Europea, que es el territorio real en el que se juega ya gran parte de nuestro destino, incluidas las políticas migratorias, algo que no se debe olvidar, porque Europa ha puesto de manifiesto importantes carencias, disfunciones y disparidades en su política migratoria, junto a grandes principios, valores e iniciativas como factores inspiradores de políticas que debieran ser generalizadas en el territorio de la Unión.
El Parlamento Europeo, en su Resolución del 19 de enero de 2016 sobre el papel del dialogo intercultural, la diversidad cultural y la educación en la promoción de los valores fundamentales de la Unión Europea, reconoce que Europa y el mundo se enfrentan a múltiples desafíos ligados a la globalización, las migraciones, los conflictos religiosos e interculturales y el auge del vandalismo. Por eso es necesario analizar muy a fondo a todas las formas de radicalización, incluyendo obviamente los discursos de odio. Para ello, se decía en la citada Resolución, todos los Estados miembros deben prever los extremismos, la xenofobia, el racismo y todas las formas de discriminación y marginación, con medidas de refuerzo de la cohesión comunitaria capaces de contrarrestar con éxito las desigualdades sociales y económicas, en las que participan un conjunto de agentes, como los planificadores/as urbanos, trabajadores/as sociales, educadores/as, que deben estar preparados para combatir el extremismo, garantizar la inclusión social, fomentar el respeto a la diversidad y promover la cohesión comunitaria.
Tareas a las que han contribuido los y las jóvenes, profesorado, investigadoras, familias y centros que han hecho posible el éxito de este programa que hemos denominado A Todo, Color Y en la medida en que esta acción forma parte de una política pública de inclusión financiada con fondos de la Unión Europea.
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