Hay muchos mitos que están en el visionario colectivo con respecto al Comercio Justo. Por eso precisamente hoy, Día Mundial del Comercio Justo, me gustaría desmontar algunas “leyendas urbanas” aportando una serie de reflexiones en este sentido.
Nuestra intención no es convencer a nadie, sino aportar alguna claridad basándonos en datos objetivos que no se conocen.
Y esto no quiere decir, que como movimiento y como organizaciones individuales no debamos hacer autocrítica con el único afán de mejorar y ser capaces de construir un mundo más justo y sostenible donde nadie se quede excluido, donde no dejemos a ningún ser humano por el camino.
¿Es más caro el Comercio Justo?
Normalmente el mito de que es más caro que otros productos lo suelen proclamar usualmente personas que no se han acercado a las tiendas de Comercio Justo y que no han podido apreciar de cerca la gran variedad de oferta en precios existente.
El precio está asociado al valor del producto, y a nadie se nos ocurriría comparar un seat con un ferrari. Pero los detractores del Comercio Justo aluden al precio sin haber contemplado las características técnicas del producto: calidad, ingredientes, propiedades organolépticas …..
En primer lugar, es clave decir que los artículos de Comercio Justo son de altísima calidad. Y no sólo me refiero a calidad técnica del producto sino a calidad social y medioambiental.
El Comercio Justo siempre es respetuoso con el medio ambiente, de ahí que la mayoría de los productos se cultiven bajo los principios de la agricultura ecológica. Su calidad es comparable a la de productos de alta gama. Si los comparamos, por tanto, con otros de estas características del mercado convencional, habrían de compararse con productos de gama similar y, en ese caso, el precio resulta más barato. Es cierto que si comparamos los productos de Comercio Justo con los de una gama media o baja, los de Comercio Justo pueden resultar más caros. Pero, como decía, la calidad de unos y otros no es la misma. No son los mismos artículos en definitiva.
Además, no podemos medir los productos sólo por su valor económico sino que debemos tener en cuenta también su valor social y medioambiental.
El Comercio Justo permite a las y los consumidores sumar un valor añadido: el compromiso social y con el entorno, la garantía de que detrás de esos productos no hay violación de Derechos Humanos ni laborales, ni degradación del medio ambiente.
Aterrizando en datos concretos, me gustaría comentar algunos precios de productos de Comercio Justo para que cada persona valore si le resulta caro o no. Por ejemplo, un paquete de café de Comercio Justo de 250 gramos se encuentra en el mercado desde 2’50 euros. Claro que también en Comercio Justo tenemos otros, de variedades muy especiales, que pueden alcanzar los 6,19€.
Pues bien, con un café mono-origen 100% arábica y tueste natural, el precio por taza si lo comparamos con otro café similar que no sea de Comercio Justo, no incrementaría más de 0,10€. ¿Cuánto cuestan los derechos humanos? ¿Es demasiado diez céntimos?
Porque cuando el café de cápsula incrementa el precio por taza más de un 100% y algunos consumidores no se quejan de que sea caro…. nos cuestionamos qué valor se le da al precio.
Una tableta de chocolate de Comercio Justo cuesta una media de 2€. Podéis encontrar un pañuelo, tipo foulard de tejido ecológico y artesanal a partir de 12€, o una crema hidratante facial elaborada con ingredientes naturales a partir de 13€.
Para no hacer aquí un listado interminable os invito a acercaros a una tienda de Comercio Justo y valorarlo por vosotros/as mismos/as. A menudo encontramos a muchas personas que, al ver los precios, se sorprenden porque no son lo que se esperaban.
Por otro lado, el Comercio Justo como el comercio convencional debe asumir una serie de costes fijos (transporte, logística, aduanas,…). Como en cualquier economía de escala, cuanto mayor sea la demanda, estos costes se reducen y el precio final desciende. Así que, de alguna manera, en la medida en que las y los consumidores demanden Comercio Justo, su precio se reducirá.
¿Son menos ecológicos por importarse de países del Sur?
Otro de los mitos que a menudo se asocia con el Comercio Justo es el de la huella ecológica, el impacto ambiental de estos productos dado que proceden de países de América Latina, África o Asia. Al hilo de este tema, las organizaciones de Comercio Justo planteamos que el transporte es uno de los factores que influye en la huella ecológica pero no es el único ni determinante. La producción es clave para determinar el impacto medioambiental, y los de Comercio Justo, como decíamos, no dañan el entorno natural.
Diversos estudios señalan que el transporte es responsable de una parte del total de emisiones de dióxido de carbono en alimentos. Por ejemplo, en el Reino Unido, el transporte supone un 10% del total de emisiones contaminantes en los productos alimenticios. En Estados Unidos, el transporte constituye el 4% de la huella ecológica de los productos de alimentación. Además en Comercio Justo se prioriza el transporte por barco precisamente para minimizar este impacto.
También hay que tener en cuenta que no siempre lo producido localmente tiene poco impacto medioambiental. La mayoría de los productos que se fabrican en nuestro entorno no han sido generados de forma ecológica, por lo que provocan un gran impacto en el entorno (mucho más que el transporte).
Un reciente estudio encargado por la cadena suiza de supermercados Migros comparaba el impacto ambiental de cuatro tipos de azúcar vendidos por esta cadena (la de remolacha convencional de Suiza, la de remolacha ecológica de Suiza, la de caña convencional de Colombia y la de caña de Comercio Justo de Paraguay). El estudio analiza la emisión de gases de efecto invernadero de 1 kg de azúcar durante todo el ciclo de vida del producto. El mejor resultado lo obtuvo el azúcar de caña de Comercio Justo de Paraguay, con un impacto un 33% menor respecto a los otros tipos de azúcar.
¿Son productos alejados de las tendencias?
Otra de las ideas que suele rondar en torno al Comercio Justo es que se trata de productos pasados de moda, o demasiado tradicionales y étnicos. Las organizaciones importadoras y comercializadoras trabajamos con las organizaciones productoras para adaptar los productos a la demanda y los gustos de nuestra sociedad, sin perder el estilo y sus técnicas de producción artesanal. De ahí que en los últimos años se haya incorporado una nueva gama de productos muy variada y actual.
Al igual que con el tema de los precios yo os invito a entrar en una tienda y ver los productos. Estoy segura que os sorprenderá muy gratamente (y si decidís comprar, segura que repetiréis).
¿Se venden solo en muy pocas tiendas?
Por último otra de las ideas que suelen repetirse es la dificultad para encontrar establecimientos con estos productos. En este sentido muchas organizaciones, además de nuestras tiendas físicas, hemos abierto tiendas online para facilitar a los consumidores y consumidoras su acceso a los productos. Además, cada vez más establecimientos convencionales, desde herbolarios a grandes superficies, incluyen en sus estanterías productos de Comercio Justo.
Estos son algunos de los mitos relacionados con el Comercio Justo. Romperlos es el primer paso para unirse a este movimiento económico y social, basado en principios y valores radicalmente diferentes de los del modelo imperante actual.