Las nuevas tecnologías y la economía digital están difuminando la frontera entre la vida profesional y la personal. La precariedad y temporalidad del empleo está provocando un aumento del temor de los trabajadores y las trabajadoras a perder su trabajo y, por tanto, es un caldo de cultivo para que muchas empresas abusen en materia de jornada y de descansos.
La frontera entre la vida laboral y la vida privada debe estar clara y es por esto que creemos que es fundamental que se regule de alguna manera el “derecho a la desconexión” cuando se termina la jornada laboral o en los períodos necesarios de descanso.
Desde la Unión General de Trabajadores reclamamos incluir este derecho tanto en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, como un derecho más de los trabajadores y trabajadoras, como en el Estatuto de los Trabajadores, que regula la ordenación del tiempo de trabajo. Entendemos que el derecho a desconectar y, con él, a preservar la salud de los trabajadores y trabajadoras de este país, debe ser responsabilidad de todos, Gobierno, empresas y sindicatos.
Llevamos tiempo reclamando un debate en profundidad sobre los tiempos de trabajo para impedir que las empresas abusen de los avances tecnológicos para explotar a los trabajadores. El tiempo a disposición del empresario está contemplado como tiempo de trabajo y debe ser remunerado. La digitalización, la tecnología, tiene que permitir redistribuir el tiempo de trabajo y crear empleo.
Y en este sentido, valoramos el paso adelante que ha dado Francia, al reconocer este derecho y remitir a una regulación entre empresarios y sindicatos. A pesar de ello, creemos que hay que ir más allá y regularlo por Ley, porque la mayoría de las empresas en nuestro país son pymes, sin representación sindical y es difícil vencer la desprotección del trabajador.
La conectividad no debe ser, en ningún caso, sinónimo de disponibilidad permanente para las empresas. Una disponibilidad que aumenta los riesgos psicosociales y los niveles de estrés. Los riesgos psicosociales se han convertido en los últimos años en una importante fuente de siniestralidad laboral tanto en España como en Europa y, con el desarrollo de la economía digital, se puede agravar. Y, en este sentido, ya se habla de nuevas patologías, que son una fuente importante de siniestralidad laboral en España y en Europa, el tecnoestrés laboral, la “nomofobia” y otras adicciones derivadas del uso continuado y no racionalizado de las nuevas tecnologías.
Todos tenemos derecho a conocer exactamente cuál es nuestra jornada de trabajo, nuestro horario y el tiempo a disposición de la empresa, y también nuestro descanso diario, semanal o mensual porque todo lo que exceda de ello, llamadas al móvil, mensajes de WhatsApp o correos electrónicos, por ejemplo, pueden vulnerar un derecho fundamental.
Si termina la jornada laboral, termina. Las nuevas tecnologías deben contribuir redistribuir los tiempos de trabajo y a crear más empleo. No a explotar de forma indecente al trabajador.