El día que sentimos las mordazas
La noche del pasado 15 de febrero de 2014, miembros de la Policía asaltaron y registraron sin orden judicial la sede del Partido Comunista de España (PCE) en Alcalá de Henares, hirieron a cinco personas y detuvieron a dos jóvenes activistas, Elena y Jesús, que se enfrentan ahora a una posible condena de prisión.
El hecho debería haber tenido repercusión nacional e incluso internacional. Ese día se irrumpe por primera vez –que nosotros sepamos– sin ningún tipo de autorización legal en la sede de un Partido legalizado.
Lo cierto es que el contexto en el que suceden estos hechos no deja duda sobre lo oportuno de esta actuación. 2014 fue un año de recortes, de continuos casos de corrupción, de ataques constantes a los derechos de las trabajadoras, fue también el año en el que se lanzó la conocida Ley Mordaza. Pero también fue un año de lucha, el año en el que más de un millón de personas ocupaba Madrid exigiendo “Pan, trabajo, techo y dignidad”, un año de avances en la lucha por la vivienda, con un fuerte movimiento estudiantil dispuesto a parar los ataques a la pública y con un potente y revitalizado movimiento feminista en las calles.
Es en este contexto de ebullición social en el que asaltan el Centro Social 13 Rosas, situado en Alcalá de Henares, que no solo era la sede de la Agrupación del PCE en la localidad, sino también un espacio de encuentro de múltiples movimientos sociales. El asalto se produjo en febrero de 2014 tras un acto, precisamente, antirrepresivo que se había organizado en el local y que tenía como objetivo explicar las consecuencias de la Ley Mordaza y recaudar fondos para otros casos represivos.
Fue ya en la madrugada cuando miembros de la Policía Local de Alcalá de Henares se personaron en el Centro tras, según dicen, recibir una llamada de un vecino en protesta por el alto volumen de la música. A pesar de que no hay vecinos colindantes a la sede (pues se halla en una galería comercial), la situación hasta ese momento parecía normal. La historia cambia cuando los agentes solicitan acceder al interior del local que, recordemos, es la sede de un partido político. Ante la negativa por parte de los jóvenes que se encontraban aquella noche, el tono de los agentes fue volviéndose más agresivo pese a que no alegaban ningún motivo por el que tuvieran que acceder y eludían constantemente el mostrar la pertinente orden judicial que, efectivamente, no tenían.
Fue también en este contexto cuando surge un famoso programa en televisión: Policías en Acción, de La Sexta. Una cámara de dicho programa se personó en el Centro Social junto a miembros de la Policía Nacional (el total de agentes rozaba ya la veintena, algo desproporcionado para la escasa cantidad de jóvenes que se encontraban en el local). Todo hacía sospechar que la presencia de la policía aquella noche no se debía a un simple problema de ruido, pero la aparición del programa sensacionalista Policías en Acción lo corroboraba. Un programa así no acude por una simple queja. Habría, por cierto, que preguntarse quién da permiso a una empresa como La Sexta a grabar actuaciones de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y quién posibilitó que, esa noche, La Sexta acudiera a grabar el asalto ilegal a la sede de un partido político.
Los miembros de la Policía Nacional se unieron en la petición de acceder al local. En esta ocasión tampoco tenían ni motivos, ni orden judicial. En el momento en que Jesús, de 21 años, accede a la sede a coger su DNI para entregárselo a la policía, uno de los agentes arremete contra la puerta del local e irrumpe junto al resto de policías.
En ese momento comenzó una discusión entre los agentes (con una actitud muy agresiva, como puede comprobarse en las grabaciones que se realizaron aquella noche) y los jóvenes del Centro Social, que exigían explicaciones.
Jesús, al solicitar reiteradamente la orden judicial, fue esposado y llevado a un coche patrulla. En ese momento, la policía comienza a cargar en el interior de la sede, hiriendo a varias compañeras que sufrieron arañazos, golpes y ataques de ansiedad; cinco de ellas tuvieron que ser atendidas en el Hospital Príncipe de Asturias. En el momento de la carga es cuando detienen a Elena, de 20 años, quien también estaba exigiendo explicaciones a los agentes.
Mientras a Elena y a Jesús se les desplaza a la Comisaría de Alcalá de Henares, donde pasan la noche, la cámara de televisión (que hasta entonces se había mantenido fuera del local, casualmente sin grabar ni las cargas policiales, ni la primera detención) accede y deja constancia del registro ilegal de la sede del partido que los agentes realizaron en ese momento.
Los motivos del registro (cuando según la versión policial habían acudido por una queja por ruido) aún no los han facilitado, ni lo hicieron aquella noche. Los motivos por los que intentaron incluso acceder al ordenador del Partido tampoco. Evidentemente la Policía no encontró nada fuera de lo normal en la sede. Fue en ese momento cuando un compañero preguntó por los motivos reales de la entrada policial y fue respondido por un agente: "Esto os pasa por vuestra ideología”. Todo esto también ha quedado grabado (de hecho se escucha perfectamente) en la cámara de La Sexta, la cinta ya está en disposición judicial.
Elena y Jesús se enfrentan a penas que pueden llegar a los cuatro años de prisión para cada uno. Además tienen la obligación de presentarse en el Juzgado los días 1 y 15, a pesar de que no existen ni antecedentes, ni riesgo de fuga (de hecho, deben acudir el doble de veces que otros investigados con un mayor riesgo de fuga como Rodrigo Rato).
Estos hechos deberían ser de suficiente entidad como para exigir responsabilidades al Ministerio de Interior, pero son sólo una muestra de la realidad que sufren aquellas que intentan rebelarse contra los recortes y la precariedad. Hay muchos Elena y Jesús que actualmente se enfrentan a penas de cárcel o elevadas multas. La Ley Mordaza no es sino una vuelta de tuerca más en la escala represiva en la que los Gobiernos se han embarcado desde el inicio de la crisis, con el claro objetivo de allanar el camino a todos los ataques que estamos sufriendo las trabajadoras y, especialmente, la juventud.
Sin embargo no nos resignamos. Debemos visibilizar este tipo de situaciones, sacarlas a la opinión pública, buscar su solidaridad. Debemos arroparnos entre nosotras, para que aquellas que sufren la represión sientan que no están solas ante la Policía, ni ante un juicio injusto fruto de un montaje que ha socavado las propias normas de su Estado de Derecho. Aun si Elena y Jesús llegaran a entrar en prisión (algo que debemos evitar a toda costa), debemos continuar denunciando, luchando y apoyando porque la lucha es larga y no podemos dejar a nadie en el camino.