Elecciones legislativas, no presidenciales
A mediados de octubre de 2022 publiqué en este medio un artículo -La empatía la dan los hechos- advirtiendo que la valoración social del Gobierno permanecía estancada en las encuestas, mientras que su política social era muy valorada por la sociedad, y lo sigue siendo. Esto ocurría no porque el Gobierno estuviera enfrascado en la acción de gobierno y descuidara la comunicación, sino que tenía mucha (quizás más que ningún gobierno anterior) pero mal orientada, porque arrinconaba al gobierno de coalición en una esquina del tablero social y político, cuando, paradójicamente, su política ha sido para mayorías sociales.
Ese es uno de los problemas de fondo, que sigue sin resolverse, y que ha vuelto a aflorar en las elecciones municipales, en las que el presidente del Gobierno se ha erigido en protagonista y ha asumido en primera persona la responsabilidad de la gran pérdida de poder institucional, consecuencia del retroceso, escaso, del PSOE, 400.000 votos, y sobre todo del ascenso del PP, casi dos millones de votos respecto a 2019. Hay quienes defienden que se puede superar esta situación, como ocurrió en 2008, cuando, después de haberse perdido las elecciones municipales de 2007 (no dos meses antes de las generales), el PSOE liderado por Zapatero alcanzó el mayor número de votos que hasta la fecha ha acumulado el partido, arrancando más de un millón de votos al PP liderado por Rajoy. Entonces el bipartidismo era una realidad (PSOE y PP sumaban el 92% de los diputados), en las municipales 2007 el PSOE ganó en concejales, y en marzo del 2008 hubo elecciones en Andalucía y el PSOE repitió mayoría absoluta. Ninguno de esos factores se produce ahora, por lo que es muy endeble la comparación.
El tiempo se puede aprovechar en este difícil escenario desmontando falsedades como la del no poder dormir, que no tenía nada que ver sobre incluir a Podemos en el Gobierno sino apartarlos de ministerios claves y de estado, como así ha sido y que reconoció hace pocas fechas el periodista que en Onda Cero entrevistó al presidente del Gobierno. Reconocer los errores con sinceridad ante una ciudadanía madura necesita la identificación correcta de los motivos de inquietud de parte de la ciudadanía española. Estos pueden no ser tanto la incorporación de los independentistas al debate democrático sino sus consecuencias, como que en la Ley de Memoria Democrática y a instancias de Bildu se haya incorporado la investigación sobre crímenes contra los derechos humanos hasta 1983, o que se hayan modificado los delitos de prevaricación y sedición, todo esto en 2022, y, en menor medida, los indultos, competencia democrática del gobierno.
En octubre pasado también remarcaba los graves problemas de percepción social de la alianza con Bildu y ERC y el ruido del gobierno de coalición, primero de la historia de nuestro país, como problemas más relevantes. Tanto unos como otro van a condicionar la autonomía de la narrativa para el 23J del presidente del Gobierno, pretendiendo definir un precio conjunto para la siguiente legislatura, referido a la autodeterminación con fechas, o disputando la propiedad de las políticas progresistas, reclamando su cuota parte en los avances sociales y su papel fundamental en los apoyos de los independentistas en la legislatura agonizante
Es evidente que el candidato a la presidencia del Gobierno juega un papel importante, pero eso no es óbice para recuperar el sentido original de estas elecciones, reforzando la campaña en las 54 circunscripciones territoriales, donde se eligen 350 diputadas o/y diputados, que serán los que elegirán al presidente del Gobierno. A ese nivel sí que se le pueden poner cara y ojos a los 10 millones de pensionistas, que hubiéramos tenido un recorte brutal de la pensión en 2022 si se hubiera aplicado el 0,25 de la reforma PP en relación con la inflación del 8,5% del 22, o a los más de dos millones de perceptores de un digno, por primera vez, salario mínimo. En los ámbitos cercanos al votante se embota el burdo derogar el sanchismo y queda en lo que es, un eslogan patético de verano azul, con respetos al inmortal Chanquete.
Esta misión en las provincias, con apoyo en los medios locales, la tienen que desarrollar los más de veinte mil concejales, más de 500 candidatos y cientos de dirigentes, no sustituibles por debates televisados, o por conversaciones enlatadas entre designador y designados. Puedo estar equivocado, pero veo que “el relato” y la orientación de la campaña del Partido Socialista va orientada a los creyentes (votantes fieles), que van a ser varios millones, porque el PSOE tiene una implantación espléndida, pero no a los dudosos (indecisos) e incrédulos, que son el quid de la cuestión para alcanzar una mayoría de gobierno y reforzar, en la proximidad física al elector, la defensa de la gestión y los retos que tenemos que afrontar puede ayudar a corregir esa situación.
El 23J no sólo se dirimen las mayorías legislativas para formar gobierno, sino algo más importante, como es la consolidación de una política laboral social y económica alternativa, más eficiente y humana, aplicada en esta crisis y opuesta a otras anteriores. Esto ha sido así por la acción de gobierno, pero sobre todo por la intervención decisiva del dialogo social entre sindicatos y patronal y por la sustitución de las reglas de austeridad por una política más racional y eficiente de la UE, que a partir de 2024 va a tener una revisión previsible y restrictiva.
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