¿España sin chabolas? Se puede y se debe
“He visitado lugares que sospecho que muchos españoles no reconocerían como parte de su país”, declaró el año pasado el Relator de Naciones Unidas para la Extrema Pobreza, Philip Alston, tras visitar algunos asentamientos y barrios en situación de alta vulnerabilidad.
Los asentamientos chabolistas forman parte del paisaje de muchas de nuestras ciudades y sus alrededores, pero no los reconocemos como tal; incluso es triste ver cómo, ante esta realidad, se mira para otro lado. Esos asentamientos van desde pequeños núcleos segregados donde malviven tres o cuatro familias a espacios habitados por cientos de personas durante generaciones reproduciendo el ciclo de pobreza, exclusión y marginación.
El chabolismo es un fenómeno que afecta de manera desproporcionada a la población gitana, aunque también a personas migrantes y temporeros. Se trata de un problema estructural, persistente, complejo, pero, sobre todo, de una vulneración en cascada de derechos fundamentales que nos hace peores como sociedad.
El problema no es solo la chabola, vivir bajo una construcción de materiales de desecho que en la mayoría de los casos no dispone de saneamiento o suministros básicos como el agua potable o la electricidad, ni las mínimas condiciones de habitabilidad; el problema es la vivienda y su entorno. Los asentamientos chabolistas se encuentran segregados de los núcleos urbanos próximos, limitando así el acceso a los recursos y servicios públicos básicos (servicios sociales, educativos, sanitarios, de transporte, etc.) e impidiendo la relación normalizada con el resto de la ciudadanía. Vivir en un asentamiento chabolista limita cualquier oportunidad de avance social; impide cualquier tipo de desarrollo personal, social, laboral, educativo... Pero, además, vivir en un asentamiento chabolista estigmatiza. La persistencia de asentamientos chabolistas es una forma de discriminación institucional.
Si bien es cierto que la dimensión de la población gitana que vive en chabolas ha ido disminuyendo en los últimos años en España (desde el 10% en 1991, al 3,9% en 2007 y al 2,17% en 2015), esta exclusión residencial severa persiste y parece haberse estancado. A pesar de los avances, en España tenemos identificados, al menos, 270 núcleos chabolistas, donde viven más de 2.000 familias gitanas, unas 11.000 personas, de las que una buena parte son niños y niñas. No son grandes cifras, pero son suficientes para entender que no nos lo podemos permitir como sociedad. Su existencia está amenazando la garantía de los derechos humanos de las familias gitanas, teniendo un impacto mucho más grave cuando se trata de niños y niñas, con el riesgo de que su desarrollo se vea afectado de por vida. Vivir en un asentamiento chabolista es la forma más extrema de pobreza infantil.
En España tenemos un histórico de actuaciones de realojo que han fracasado porque no han servido para apoyar los procesos de inclusión de las personas y han reproducido la segregación; iniciativas programadas solo a corto plazo que han carecido además de un enfoque integrado en el abordaje de los procesos de realojo. No incluir medidas de tipo sociolaboral, educativo, formativo, etc. junto con la dotación de infraestructuras residenciales adecuadas en entornos inclusivos ha llevado no solo a fracasos en términos de impacto en la inclusión social de las familias gitanas, sino que han sido un desaprovechamiento de recursos públicos. Ante un problema estructural y complejo, no cabe ofrecer respuestas paliativas y parciales; por eso muchos asentamientos perviven enquistados durante generaciones.
Pero también tenemos una experiencia cada vez más extensa de programas que han aprendido de los fracasos y han tenido buenos resultados. Algunas CCAA han conseguido erradicar los asentamientos chabolistas.
No es un problema de falta de recursos. Estamos en un momento de oportunidades, contamos con los marcos políticos y los mecanismos de financiación adecuados para erradicar el chabolismo de nuestro país en 2030.
El nuevo Marco Estratégico de la UE para la igualdad, la inclusión y la participación de la población gitana 2021-2030 establece el compromiso común de los Estados miembros de aumentar el acceso igualitario efectivo a una vivienda adecuada, digna e inclusiva, y a los servicios esenciales a fin de garantizar que para 2030 la mayoría de la población gitana resida en viviendas normalizadas y no segregadas, sus hogares no sufran hacinamiento y dispongan de todos los suministros básicos esenciales como el agua, el saneamiento y la energía.En consonancia, uno de los compromisos políticos de nuestra Estrategia Nacional es la erradicación del chabolismo.
Un objetivo que puede financiarse a través de los fondos europeos. En el marco del Plan de rehabilitación de vivienda y regeneración urbana (Componente 2 del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia) y con recursos de los fondos Next Generation; pero sobre todo a través de los Fondos de Cohesión, donde hay objetivos y medidas específicas para la integración de la población gitana y la erradicación del chabolismo. En concreto, a través del FEDER pueden financiarse medidas relacionadas con las infraestructuras, y a través del FSE+ las intervenciones de acompañamiento social a las familias.
Pero también contamos con financiación estatal. El actual Plan Estatal de Acceso a la Vivienda 2022-2025 contempla la posibilidad de invertir en este ámbito con un programa específico para la erradicación del chabolismo (Programa Nº14), una línea de financiación ya abierta en el anterior Plan Estatal de Vivienda 2018-2021 y que, sin embargo, ha estado infrautilizada.
Hay recursos suficientes; falta voluntad política y un mandato institucional para alcanzar el objetivo de Chabolismo Cero en nuestro país en 2030.
Por eso, desde la Fundación Secretariado Gitano hemos lanzado la campaña Chabolista.es. Queremos visibilizar y denunciar la persistencia de asentamientos chabolistas en nuestro país, cuarta economía europea. Basada en anuncios en medios digitales y redes sociales difundiendo un nuevo portal inmobiliario, Chabolista.es utiliza un tono irónico para mostrar una realidad que no queremos ver. Buscamos movilizar al conjunto de la sociedad sobre esta situación vergonzante para influir en los poderes públicos sobre la necesidad urgente de erradicar el chabolismo y garantizar el derecho a una vivienda digna. Y para ello proponemos un Plan Nacional para la erradicación del chabolismo, en línea con el futuro Plan de Acción de la Unión Europea contra los asentamientos chabolistas de la población gitana. Un mandato del Parlamento Europeo a la Comisión que se acaba de aprobar el pasado 5 de octubre en la reciente Resolución sobre la situación de las comunidades gitanas marginadas que viven en asentamientos chabolistas en la Unión Europea.
Por otra parte, el anteproyecto de Ley por el Derecho a la Vivienda, actualmente en fase de tramitación parlamentaria, es una oportunidad no solo para reconocer el chabolismo como una forma más de exclusión residencial, sino para reforzar el mandato institucional y el compromiso político para erradicar el chabolismo.
En definitiva, tenemos un marco de oportunidades que no podemos dejar pasar. Es obligación de los poderes públicos, y responsabilidad de todos, acabar con una lacra que nos debe avergonzar como país. Una democracia avanzada como la nuestra debe dar una respuesta firme a esta lamentable realidad. Nos encontramos ante una gran oportunidad.
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