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¿A qué espera, señora ministra? ¿Y usted, señor Sánchez?

Una mujer fuma sentada en la mesa de una terraza en Barcelona
15 de febrero de 2023 06:02 h

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Preguntado el Sr. Rodríguez Zapatero por sus motivos para forzar la aprobación de la ley sobre tabaquismo pasivo de 2011 y por sus recomendaciones para los gobiernos, sostenía que hay que distinguir prioridades sobre lo que es factible y beneficioso para la población; establecer una visión a largo plazo sobre los efectos de las políticas; mantener la confianza en el progreso; considerar los efectos globales de una política; y, basarse en la evaluación y en las pruebas científicas. Decimos que forzó la aprobación, porque necesitó tres consejos de ministros y al final tuvo que usar su autoridad. Varios ministros y ministras no estaban de acuerdo, pues opinaban que la nueva ley podría aparecer como una amenaza a la libertad y poner a España en posición de ser etiquetada como un país prohibicionista. Supongo que les suena ese tipo de motivos, es el mismo argumento que la industria del tabaco estaba usando para impedir la legislación en muchos países. El lobby tabaquero sabe trabajar y captar voluntades sutilmente, lo ha hecho constantemente en el ámbito de la salud en España, al igual que lo hacen los lobbies del alcohol, de las bebidas azucaradas o de los alimentos ultra procesados. Afortunadamente, la ministra Trinidad Jiménez tuvo una gran maestría para sortearlo, haciendo que la propuesta de la ley saliese del propio Congreso.

Lo anterior viene a cuento porque el Plan Integral de Control del Tabaco lleva tiempo listo y, al parecer, Carolina Darias no encuentra el momento de lanzarlo para frustración tanto de funcionarios y cargos del Ministerio como de toda la comunidad de salud pública española. Nuestro chasco no tendría importancia, si no fuese porque nos jugamos evitar innumerables tragedias humanas, sociales y económicas. Ya llegamos muy tarde, tras más de 10 años de la anterior ley, pues son muchos casos de cáncer diarios, muchas muertes cardiovasculares y pulmonares, mucho sufrimiento que se podrían haber evitado. La inacción del Ministerio perjudica gravemente la salud de la población y la sostenibilidad de la sanidad. Pensemos que solo con la disminución del 1% en la prevalencia del tabaquismo se consiguen resultados extraordinarios en términos de salud, bienestar y sostenibilidad del sistema de salud, ahora tan amenazado. 

Está en juego ahora mismo si las terrazas van a seguir siendo libres de tabaco en algunas comunidades autónomas tras la pandemia. Ximo Puig ha contestado a los periodistas que le preguntaban sobre el asunto, que el tabaco mata. Eso anima, a ver si mantiene la política e incluso la extiende. Pues, aunque el gobierno estatal permanezca inmóvil, las comunidades autónomas y los ayuntamientos pueden tomar medidas. Qué poco se aplica a veces la capacidad de tomar decisiones. La inacción es con frecuencia la norma cuando se trata de proteger la salud. Por eso es triste que nos olvidemos de que una forma de contribuir a sostener nuestro sistema de salud es evitar el cáncer y otras enfermedades graves cuyos tratamientos tienen precios que crecen exponencialmente -ese es otro asunto que merece artículo aparte-. 

Aunque algunos asesores recomienden la inacción cuando hay expectativas políticas, no suele ser un buen equipaje para lances electorales. Acaso la inacción no deja de ser una acción premeditada para preservar expectativas electorales, como bien podría ser el caso de Carolina Darias en su comunidad natal, comunidad tocada con el don especial de las tabaqueras. Le invitamos reflexionar sobre el asunto, Sra. Darias. Su predecesor, Salvador Illa, dejó un legado de gestión por el que se le añora, y que es un buen equipaje para su futuro político. Nada más diferente que irse de candidata a Las Palmas sin dejar nada. Y a las puertas de que España asuma la presidencia del Consejo de la Unión Europea.

La falta de acción para progresar decididamente en el control del tabaco, incluso hacia estrategias más ambiciosas pero factibles como las generaciones sin tabaco, refleja una falta de compromiso con la salud y el bienestar. Ya sabemos que hay actores e intereses económicos y partidistas que afrontar, pero eso es una constante en la acción política de progreso. Esta inacción ha impulsado, sin embargo, un amplio debate científico y social sobre la necesidad acuciante de avanzar, como ya sucedió hace más de una década cuando se debatió sobre la oportunidad de la primera reforma de ley del tabaco. Ahora, la comunidad científica y salubrista, las organizaciones de pacientes y consumidores e, importante, la ciudadanía, claman por mejorar las medidas legislativas para un más amplio y mejorado control del tabaco en nuestro país. Sánchez, estaría bien que en este caso siguiese la senda de políticas que contribuyen al bienestar, como ha hecho en otras áreas y emulase a Rodríguez Zapatero que tuvo el coraje de enfrentarse a intereses ajenos al bien público para implantar políticas sensatas.

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