Si lo del martes fueran solo unas elecciones a la Comunidad de Madrid, probablemente no estaría escribiendo estas líneas. El martes es la primera batalla entre dos modelos de gestionar la mayor crisis sanitaria, económica y social a la que hemos tenido que hacer frente.
Por un lado, el modelo de Ayuso, el modelo de la privatización y la confrontación feroz. Es un modelo basado en el egoísmo y que, si hiciera falta, podría pactar con el mismísimo Ku Klux Klan con tal de mantenerse en el poder. Eso sí, con mucha “libertad”. Por otro lado está el modelo de Mónica García y Más Madrid, un modelo que pone a las personas y a los servicios públicos en el centro, un modelo como el valenciano, el Botánico. Porque existe otra manera de gestionar esta crisis y en València lo hemos demostrado y lo demostramos día a día.
Lo demostramos cuando, mientras la señora Ayuso repartía en pleno confinamiento pizza y Coca Cola a los niños con beca comedor, en el País Valenciano se daban vales de 60 euros por alumno becado para que pudieran adquirir productos de alimentación e higiene en una cooperativa de supermercados valenciana.
Lo demostramos porque, aunque la incidencia de la Covid-19 ha bajado muchísimo, se ha mantenido la plantilla de profesorado que se contrató como refuerzo para bajar las ratios y hacer desdoblamientos de aulas en los centros educativos. Como se puede intuir, en el caso madrileño, dicho profesorado ya ha sido despedido.
¿Y qué podemos decir del modelo Ayuso para la hostelería? Pese a sus continuas consignas vacías, al más puro estilo Donald Trump, decidió abandonar al sector siendo la única autonomía que no destina ni un solo euro en ayudas directas. En sentido opuesto, tenemos de nuevo al gobierno valenciano, el que más ayudas directas ha otorgado a la hostelería con más de 280 millones de euros.
Más ejemplos: en el territorio valenciano se actuó con firmeza y fueron decisiones duras, pero se cerró cuando las cifras y los expertos lo indicaban, ahora mismo se está llevando a cabo una desescalada racional. No hace falta recordar qué ha hecho el Gobierno de Ayuso, los números de cada autonomía hablan por sí solos: el País Valenciano es ahora mismo una de las zonas de Europa con una incidencia acumulada más baja.
Por todas estas razones, considero que estas elecciones van de modelos y de cómo se afronta la crisis sanitaria, económica y social que estamos viviendo. Muchos están intentando que se hable de otras cosas y a todos nos hierve la sangre cuando la extrema derecha provoca o directamente amenaza, pero no podemos dejar que ellos nos digan de qué tenemos que hablar. Aquí todos venimos antifascistas de casa porque el fascismo es odio y violencia, pero no olvidemos que esto no va de quién la dice más gorda contra Vox, quién polariza, gesticula o se pone más chulo, esto va de hacer políticas para mejorar la vida diaria de la ciudadanía.
No permitamos que la extrema derecha consiga, con amenazas, bulos y provocaciones, que no se conozca lo que pasará en Madrid los próximos dos años, no permitamos que la política de gestos gane a la política de proyectos y derechos.
Madrid necesita urgentemente que florezca su propio Gobierno del Botánico.
Madrid necesita urgentemente a su Mónica, Mónica García.