El Gobierno de coalición ha rebasado la mitad de la legislatura haciendo gala de una gran estabilidad, a pesar de haberse enfrentado a la gestión de las peores crisis económicas de las últimas décadas, consecuencia de una pandemia mundial y de una guerra en el corazón de Europa. Todo ello en medio del discurso catastrofista del bloque reaccionario formado por PP y VOX, que no ha dejado de intentar deslegitimar al Gobierno, demostrando que su compromiso con la democracia sólo existe cuando ganan, y de otras voces que definen como “ruido” los debates esperables entre dos formaciones políticas de trayectorias distintas.
Hemos abordado las crisis económicas construyendo dos escudos sociales que nos han permitido parar lo peor del golpe y proteger a la gente en los momentos más difíciles, realizando el mayor despliegue de protección social de la Historia de nuestro país. Esto ha demostrado algo muy importante frente al mantra neoliberal de la austeridad, que se puede gestionar una crisis económica poniendo a la gente a cubierto, al mismo tiempo que se hace evidente que hemos tomado las mejores decisiones desde el punto de vista económico. Las más de 20 millones de personas cotizando a la Seguridad Social, cifras que no se daban en España desde 2008, nos avalan.
Sin embargo, es posible que el Gobierno de coalición se enfrente ahora a su mayor reto, frenar la inflación y dejar de posponer las reformas estructurales que nuestro país lleva tanto tiempo esperando. Para ello es fundamental apostar por más Gobierno y más coalición, demostrar que queremos seguir gobernando juntos y fortalecer el bloque democrático de la investidura que es la única vía de gobernabilidad estable frente al PP y VOX.
Pienso que es urgente que el Gobierno despliegue todo su potencial político y fije las prioridades políticas para el final de la legislatura. Es hora de gobernar, gobernar y gobernar. Sólo así vamos a lograr que la ciudadanía se sienta orgullosa del país que estamos construyendo, como lo está cuando subimos el Salario Mínimo Interprofesional a 1000 euros, aprobamos una nueva ley del aborto que es vanguardia, la ley de eutanasia o la limitamos las subidas del alquiler. Y en ese camino, es evidente que las transformaciones feministas deben seguir ocupando un papel protagonista. Son, sin duda, las que con más claridad ponen la vida en el centro y generan los mayores consensos y los cambios más profundos.
Si el Gobierno despliega políticas valientes y ambiciosas y se muestra convencido del futuro que está dibujando, estoy segura de que la ciudadanía volverá a depositar su confianza en nosotros en las próximas elecciones. Por el contrario, si se sigue insistiendo en que la movilización del electorado progresista vendrá del miedo a VOX, volverá a pasar como en Andalucía. No podemos olvidar, ni dejar que nadie olvide, que por mucho que el PP hable más bajito y a veces no lleve corbata, sigue aplicando las mismas políticas fundamentalistas de recortes salvajes de lo público, de corrupción legal e ilegal y de privatizaciones que les llevaron a salir del Gobierno en 2018, a consecuencia de una moción de censura. Ni tampoco que VOX es poco más que una escisión del PP, una exaltación de sí mismos.
En Podemos tenemos claro que a la derecha se le frena ampliando el sentido común progresista, con la ley de familias, con un decreto anticrisis valiente y eficaz, con una política migratoria respetuosa con los derechos humanos, con una reforma fiscal ambiciosa que haga que de una vez por todas las grandes empresas y las grandes fortunas paguen lo que les corresponde o derogando, de una vez por todas, la ley mordaza. No sería tampoco mala idea tomarse en serio el impulso a una empresa pública de energía que gestione las renovables en las que España es líder o estudiar una renta garantizada que ponga fin a los problemas del Ingreso Mínimo Vital. Para ello, unos Presupuestos Generales del Estado que frenen la inflación y protejan a las familias deberían ser una prioridad absoluta del ejecutivo.
Además, es imprescindible cuidar el bloque de gobernabilidad progresista que hizo posible este Gobierno, atendiendo y escuchando las demandas que van a hacer posible un diálogo real y sincero con Cataluña y sus representantes. La alianza con todas las fuerzas progresistas del Estado es clave para que los derechos sociales y políticos avancen.
El 15M primero y el 8M después impulsaron en España un ciclo de cambio que ha dado frutos. En él, Podemos ha sido el principal motor de las conquistas más importantes de estos años, además del articulador de las alianzas estratégicas con otras fuerzas que las hacen posibles, pero tenemos que seguir trabajando para consolidar ese cambio, dejando atrás los parches y avanzando en la transformación profunda de nuestro país.