'Hannibal ad portas' era la frase que expresaba el pánico romano ante la derrota de su ejército en la batalla de Cannas. Aníbal no atacó Roma, siendo después aplastado en Zama, territorio cartaginés, por Escipión el Africano. Este inicio se debe a que quedé bastante perplejo por el discurso del presidente del Gobierno, por extraño al contenido previsible del Comité Federal del PSOE. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que refleja su conciencia por la grave situación del partido del Gobierno y del propio Gobierno, y de la certeza de que Feijóo no se va a quedar a las puertas del triunfo electoral dentro de año y medio, después de su abultado triunfo en Andalucía (su Cannas político). Y el asentimiento, sin fisuras ni protestas, del Comité Federal es el reflejo de la honda preocupación, rayana en el pánico, que el resultado en Andalucía y lo que indican las encuestas ha provocado entre los dirigentes del partido. Por esta razón no ha habido ni resistencia a los cambios de la ejecutiva ni a la forma de consumarlos, a menos de un año del congreso. “No hay que distraerse en clave interna…”, afirmó en relación con el Comité Federal García-Page.
A este estado de conciencia y honda preocupación por el declive electoral responde el presidente con una propuesta política en el plano organizativo y con un eje claro de acción de Gobierno, borroso hasta la fecha entre la insistencia en cuántas, muchas, iniciativas legislativas, aprobadas sin evaluaciones posteriores, o de cifras –a veces mareantes– de euros a invertir, estrategia poco eficaz para resaltar el escudo social y el contraste con los duros ajustes de la anterior crisis comandada por el PP, que siguió sin rechistar las ominosas directrices de la Comisión Europea para imponer sacrificios brutales a los trabajadores, pensionistas y las capas mas vulnerables de la sociedad.
El eje de la acción de gobierno va a ser, según el presidente, el cambio climático, de trágica actualidad por la oleada de incendios en España y Europa, una clara posición de solidaridad pero no de sumisión con la UE –de ahí la negativa a la reducción voluntaria del gas, para realzar la defensa de los intereses nacionales ante la opinión pública– e iniciativas de redistribución de las cargas de la crisis con decisiones, aún por precisar, para que la gran banca y las grandes energéticas y eléctricas aporten en la financiación de las ayudas a los mas vulnerables mas de lo que han hecho hasta la fecha.
Sin duda, estas iniciativas van a polarizar el debate social y político, y particularmente el impuesto a la banca puede generar una dinámica, junto a la defensa de nuestra capacidad de consumo energético respecto a la UE, que haga a las clases medias mirar con otros ojos al Gobierno. Con estas medidas sus cargas se aliviarían en la lucha contra la crisis de una forma mas racional que las rebajas de impuestos que plantea el PP, que junto a los beneficios empresariales sí que pueden provocar la segunda ronda inflacionaria, ya que los salarios siguen en una sangría de perdida de poder adquisitivo. El PP, por lo tanto, puede estar en una posición más complicada que hasta ahora, que se ha limitado, tras las elecciones andaluzas del 19J particularmente, a verlas venir engordando sus expectativas.
En el plano organizativo, el Comité Federal ha asumido que la numerosa Ejecutiva Federal sea sustituida, de facto, por un equipo en torno al secretario general de nueve personas, y un puntal de apoyo al secretario de organización con un ejecutivo adjunto al mismo. Este equipo coordinará el eje gobierno-parlamento-partido, y la actual vicesecretaria general será, desde el Gobierno, a su vez, el punto de unión con Yolanda Díaz –“tengo mejor relación con ella (...) no sólo compartimos proyecto político”, acaba de declarar estos días– que tendrá que concienciar al coaligado de que las graves dificultades de la sociedad española exigen unidad en el Ejecutivo.
Todo esto lo resumiría en dos conclusiones: la primera, que el partido se ha puesto detrás del presidente del Gobierno; y dos, que hay una estrategia apuntada clara para lo que resta de legislatura.
Ahora bien, las interrogantes son muchas: ¿Será eficaz mantener la compatibilidad personal en la acción de Gobierno y la del partido? ¿Esta acción de Gobierno reforzará las propuestas locales y autonómicas o no será así, como ocurrió en las últimas elecciones? ¿Cómo asegurar que el cambio climático sea el eje vertebrador de la política general del Gobierno, y su integración, esencial, con la transformación digital y el empleo con derechos, que no va a ser una consecuencia mecánica de ambas? ¿Cómo gestionar la tensión con la UE, manteniendo posturas distintas y distantes en energía nuclear y gas, sin dificultar la gestión de los fondos europeos Next Generation, que son la base financiera de nuestra estrategia de transformación?
En definitiva, ¿funcionará y se recuperará el voto perdido entre las clases medias trabajadoras? Por último, ¿cuáles serán las consecuencias de esta dinámica para la cultura democrática del partido?